Las Tunas. – Aunque el vertiginoso desarrollo digital permite en la actualidad disfrutar del séptimo arte casi en cualquier sitio y aparato electrónico, no hay nada como la experiencia que se vive a través del cine.
Creo que pocos pueden olvidar su primera visita a un local cinematográfico, la magia de la oscuridad desafiada por la proyección en pantalla grande, hace del invento de los hermanos Lumiere uno de los más sobrecogedores del siglo XIX.
Por añadidura la complicidad, las miles de historias guardadas en sus lunetarios que hablan del primer amor, de aquellas escapadas entre amigos y las múltiples emociones vividas en sus salas.
Sin dudas, en más de cien años, mucho ha llovido desde las ya antiguas proyecciones de cine mudo, temáticas, protagonistas y, sobre todo, maneras de hacer han mutado y evolucionado en el afán de adaptarse al constante desarrollo de semejante industria cultural.
Sin embargo, algo siempre ha sido denominador común, el cine como medio de comunicación y reflejo desde los más convulsos fenómenos sociales hasta los más intrincados sentimientos humanos. Y es que todos encontramos en alguna cinta empatía, un espejo de nuestra realidad e incluso fuente de inspiración.
Mientras, aunque es muy poderoso el factor comercial, que obliga a superproducciones vacías para difundir en masa lo superficial y lo fácil, por suerte para público y creadores se multiplican en cada rincón del planeta quienes defienden al séptimo arte en su estado más puro.
En Cuba, por ejemplo, son varios los espacios, becas y festivales que se empeñan en dar abrigo a los realizadores audiovisuales, esos encargados de imprimir el sello de distinción con que ya cuenta la Isla en el amplio y rico panorama del cine latinoamericano.
Como manifestación cultural, una película no es solo entretenimiento y diversión; conocimientos, emociones y expectación pueden ir de la mano en un buen filme que trascienda los cánones de la estética banal, esa común en el mercado, ceñida por la violencia, el sexo y la acción.
Acude al cine como a una cita feliz, hazle sitio a la experiencia mágica del sonido y a la imagen a través de los cinco sentidos, esa que sólo vive el espectador desde la pantalla grande.
/mga/
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