Las Tunas. – Doralis Velázquez Bárzaga siente el orgullo encima de sus hombros. Las charreteras que la identifican como capitán de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) parecen henchidas dentro del pecho, y fueron muchas las sensaciones cuando las manos de uno de sus compañeros oficiales superiores le colocaban las tres barras en v, que a mí se me antojan como símbolo de rebeldía de la mujer cubana.
Esta joven que nació en la provincia de Granma solo tiene 29 años y un camino corto, pero intenso dentro de las FAR. Y ahora recuerda la emoción que experimentaba de niña y adolescente cuando veía a los militares pasar, y en ese entonces ya deseaba ser como ellos.
[penci_blockquote style=»style-3″ align=»none» author=»»]«Es inexplicable -dice ahora mientras sus ojos se pierden en el tiempo-. Yo era muy chica, pero sentía como algo que me levantaba del suelo. Y si era una mujer la que vestía de militar, entonces era más fuerte todo aquello. [/penci_blockquote]
«Siempre las carreras militares estaban en mi primera opción. Cuando aprobé los exámenes de ingreso ya empecé a considerarme parte de Los Camilitos (escuelas militares Camilo Cienfuegos), y el día que me dieron la carrera sentí algo que no puedo describir».
[penci_blockquote style=»style-3″ align=»none» author=»»]Escuche entrevista con Doralis
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Después de graduarse en Los Camilitos se fue a la Escuela Interarmas de las FAR Mayor General José Maceo, de Santiago de Cuba, donde se graduó de Logística, y al terminar sus estudios la ubicaron en Holguín y más tarde en Las Tunas. Y acá llegó, llena de sueños y deseos de trabajar para mantener intactas las conquistas de la Patria.
[penci_blockquote style=»style-3″ align=»none» author=»»]«Aquí he hecho mi vida desde que me gradué, con excepción del año que estuve en Holguín. Llevo siete años de egresada y me he desempeñado en varios cargos dentro de la Logística como carrera de mando, que es muy complicada».[/penci_blockquote]
Doralis tiene una niña de cinco años que es su gran tesoro. Y cuando le pregunto por su tiempo en la casa me asegura que es complicado, porque las mujeres no tienen descanso.
– ¿Es difícil tener como pareja a un militar, en tu caso?
– Bueno -piensa y sonríe-, es bueno y es malo.
– ¿Cómo es eso?
– Por una parte, lo tienes más tiempo al lado tuyo -se detiene y vuelve a pensar-. Bueno, por otra es más difícil, pues también hace guardia y tiene deberes que cumplir, a veces durante largas horas. Pero es más fácil porque lo veo más, aunque casi no hay tiempo de estar en la casa.
– ¿Qué es lo que más te gusta de la vida militar?
– Ser útil.
– ¿Aspiraciones futuras?
[penci_blockquote style=»style-3″ align=»none» author=»»]– Me gustaría dedicarme a la docencia en una escuela de preparación para la defensa. Los militares vamos hacia donde nos ordenen, pero dar clases me gustaría mucho».[/penci_blockquote]
Y no dice más. La esperan y tiene que irse. Y se aleja con su paso firme, con sus grados de capitán al viento y la elegancia que siempre soñó desde pequeña. Solo que ahora viste el uniforme de las FAR, que le da un toque de distinción a su natural belleza femenina.
/mga/