Las circunstancias llevaron a Alexander Luna Peña a trabajar, hace unos años, en la División territorial de Cupet, en Las Tunas.
En el contexto de la pandemia asumió la atención de dos puntos de venta de gas licuado, el de La Caldosa y Los Pinos, ubicados en ambos extremos de la ciudad cabecera.
Durante un homenaje en la propia entidad, por el desempeño destacado de su labor, Alexander recordó lo difícil de esa experiencia, la cual requirió de mucho esfuerzo, tiempo y consagración.
¿Cómo viviste esa etapa?
«Esta etapa exigió mucha responsabilidad porque atender los dos puntos no fue fácil, pues uno se encontraba distante del otro, pero me sentí comprometido con la empresa, con la Revolución y cumplí; incluso mi familia casi pasó a un segundo plano porque la tarea me llevó mucho tiempo, incluidas horas de descanso».
¿Cómo fue el ritmo de trabajo?
«El ritmo fue intenso, se realizaron horas extras, se mantuvo muy alta la demanda, eran muchas las personas que acudían a buscar el recurso tan necesario en cualquier casa, pensaban que se produciría un desabastecimiento, una escasez debido a la situación económica mundial, pero no fue así, la Revolución hizo esfuerzos y lo garantizó, mantuvimos el servicio a nuestros clientes, felizmente hemos salido adelante y seguiremos.
«Sin descuidar las medidas sanitarias se laboraron muchas horas diariamente, para atender a la mayor cantidad de población, la intención era que nadie se retirara sin recibir el servicio, propósito que me ayudó a crecerme y ser mejor en mi vida personal y profesional».
¿Qué más te aportó esa etapa?
«Me aportó ser una mejor persona, tener mayor responsabilidad, incluso amar más a quienes están a mi lado, porque en la tarde llegaba a veces alguien que se le había terminado la balita de gas licuado, se la había olvidado en la casa algún documento o tenía otra situación, yo le decía cerré, pero trataba de ayudarlo porque me decía estamos viviendo tiempos difíciles para ahora yo crearle otro momento crítico en su vida cuando puedo ayudarlo sin violar lo establecido».
Casi al final del dialogo confesó que lleva tan solo tres años en Cupet y aunque asumió la entidad como su propia casa y al colectivo como su familia siente añoranza por los 20 años vividos en el sector de educación.
Alexander es graduado de Historia del Arte y fue profesor de historia y cultura política; pero como el genuino docente que todavía lleva por dentro no ha perdido su locuacidad.
¿Y qué haces en Cupet?
«Que hago en Cupet?, sí, sí, realmente estoy aquí porque después de trabajar 20 años en el sector de Educación, el cual me gusta mucho y lo disfruto, entré a Cupet a raíz de una enfermedad que tuve, no podía casi dar clases, me costó mucho dejarlo, al final tuve que hacerlo.
«Ahora estoy aquí, este es un colectivo muy bueno, amoroso, me siento bien, somos una gran familia, pero creo que algún día voy a regresar a las aulas, muchos antiguos alumnos, hoy son profesores, otros, médicos, me ven y me dicen profe, me extrañan y yo a ellos, sé que un día voy a regresar al aula nuevamente».
Las circunstancias le cambiaron la vida a Alexander Luna Peña, quizás en un futuro no lejano vuelva a ser protagonista de otra historia, en esa ocasión contada desde un aula, donde también resaltó, durante dos décadas, por su entrega, responsabilidad y compromiso con la sociedad.
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