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Flor Santiesteban: el buen servicio depende del empeño colectivo

Las Tunas.- Degustar un pescado frito, un sabroso jugo o un bocadito es la razón por la que los vacacionistas visitan el ranchón de la playa La Herradura, en el municipio de Jesús Menéndez, aunque también lo hacen motivados por el buen servicio, el excelente trato de los trabajadores y, sobre todo, el carisma de la administradora, Flor Santiesteban Almaguer.

¿Quién es ella? Los que la conocen usan diferentes palabras; pero, coinciden en algo: es el alma del lugar, la que anima a los rezagados o los incrédulos, la que jamás dice no, la que está al lado de los que la necesitan, y la que no para de hablar; aunque tampoco detiene sus manos en el afán de crear y de aportar su energía y sus ideas.

Flor es como una abeja que no para de soñar y trabajar para contentar a los demás y así es desde hace muchos años, porque para ella los clientes siempre están en primer lugar.

«Realmente tengo mucha experiencia. Quizás por eso seamos capaces de hacer tanto. Lo primero es mejorar la atención al pueblo. Como todos sabemos, se ha pasado por una cuarentena y las personas necesitan recrearse.  Queremos que en estos dos meses se sientan bien y para eso le vamos a dar lo mejor que haya, lo mejor que tengamos y lo mejor que podamos elaborar, de comida y repostería».

Aunque los recursos materiales no son abundantes y siempre es mayor la demanda que la oferta, el colectivo busca alternativas para incrementar sus producciones.

«Es así. Ahora tenemos una innovación para hacer croquetas. Es una máquina nueva que se hizo relativamente rápido. Somos capaces de hacer hasta dos mil unidades en el día. El aparato es sencillo; pero, en cinco minutos saca 160 croquetas. Tenemos la idea de que el pueblo tenga opciones caras y baratas. Por ejemplo, las croquetas que siempre son muy demandadas, pueden costar entre 40 centavos y un peso. También ofertaremos jugo de mango, infusiones y almuerzos, además de varios tipos de dulce pues la unidad está acostumbrada a hacerlos».

Con una tecnología renovada a su dispocisión, Flor y sus cinco trabajadores no descansan en el empeño de satisfacer las demandas de los clientes.

«Hemos recuperado algunas cosas que tenía la Empresa Alimentaria. O sea, las máquinas que dejaron de usar. Y eso es lo que nos está ayudando hoy por hoy a salir adelante con lo que estamos haciendo».

Flor es La Herradura y es su gente, no solo los vacacionistas sino los que viven permanentemente en el lugar. Este verano, en medio de la segunda fase de la etapa recuperativa pos Covid-19, asegura que se puede contar con ella y su colectivo para hacer sentir bien al pueblo.

«El ranchón se mantendrá como una opción ideal para las personas que viajen a La Herradura. Mientras yo esté aquí, esto funcionará como un reloj. Después no sé. Pero, supongo que siga igual porque el colectivo es único.  Siempre están sumados a la tarea. Vamos a salir con la tarea cumplida y todos se van a sentir muy bien».

/nre/

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