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Tuneros en Angola: ¡Más allá de las consignas, el deber!

. A la memoria de Alberto Martínez (Albertico) y Pedro Luis Hernández Peña (Pedro Harapos)

“Ellos expresaban la pureza, el desinterés, el espíritu de solidaridad y la conciencia internacionalista que la revolución ha forjado en nuestro pueblo”. Fidel Castro

El 20 junio de 1982, un grupo de colaboradores civiles de la Empresa Cubana de la construcción (Uneca), protagonizó una acción en la República Popular de Angola (RPA) que pone de manifiesto la voluntad de los cubanos, su decisión de vencer y cumplir la tarea encomendada a pesar de las dificultades y el peligro.

Una caravana compuesta por 30 carros y 56 colaboradores, la más grande organizada por la Uneca, con destino Luena a mil 265 kilómetros de distancia, fue emboscada por fuerzas de la Unita[1] en el puente del Rio Cuilo.

Los planes de los bandidos contrarrevolucionarios una vez destruido el puente, era retrasar la marcha y atacarlos con fuego cruzado de morteros y francotiradores, aniquilarlos y hacerse con los suministros que transportaban, además impedir que estos llevaran suministros a los constructores de Luena y Saurimo, pero gracias a la acción oportuna de los cubanos desplegados en Saurimo, fuerzas angolanas comandadas por un capitán conocido como El Cabrito y fuerzas de aas Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) que acudieron en su ayuda se evitó que los fantoches lograran su objetivo.

La valentía de estos hombres permitió que tras más 58 horas, de tensión y peligro, permanecieran en el puente destruido y con la ayuda de un buldócer crear un paso en el embravecido Rio para cruzar al otro lado, mientras la Unita en su frustración por no lograr sus objetivos atacaron y quemaron una aldea a unos cinco kilómetros del lugar, dejando un rastro de sangre a su paso.

En esa misión participaron cuatro tuneros Alberto Martínez (Albertico, recientemente fallecido) Waldo Morfa Clemente, Pedro Luis Hernández Peña (Pedro Harapos, fallecido) y Roberto Díaz. Este último un hombre jaranero pero de gran valentía, que durante una emboscada ocurrida poco antes, se sentó en la carretera frente al camión mientras eran atacados por fuerzas Unita, y a los gritos de sus compañeros para que se protegiera les gritó: “Aguanta que se me encasquilló la escopeta” y continuó repeliendo el ataque de los agresores con su arma destrabada.

Un hombre cabal y de gran valentía fue Pedro Luis Hernández Peña (Harapos), militante del Partido Comunista de Cuba, líder natural y experimentado caravanero quien había cumplido otras dos misiones, querido y respetado como un padre por sus hermanos de lucha; también había participado en más de una acción combativa.

Años antes de su muerte Pedro nos daba su testimonio sobre aquella misión[2]: “Una vez  íbamos para el este y en el puente del Rio Cuilo, no recuerdo por qué se para la caravana y viene Morfa y me dice: Pedruco, ¿Qué usted cree?, tengo unas ganas de tomar café y le digo, ¡coño Morfa, yo estoy muerto de hambre. Eran como las 2:00 de la tarde y aun no habíamos almorzado nada y me dice Morfa: Tranquilo Pedruco, eso lo resolvemos ahora mismo y se dirige a la cola del carro y sacó un fogoncito que traía y lo planta allí mismo.

«De la cabina saca una cajita y prepara un coladorcito hecho de un bolsillo de pantalón cogido con unas estaquitas y ya cuando estábamos colando llega la orden de reiniciar la marcha pues teníamos noticias de una posible emboscada y tuvimos que salir de inmediato, dejando allí el café a medio colar, Morfa parecía un niño al que le quitan un juguete, frustrado por no poder tomarse el café que tanto anhelaba”.

Por su parte Waldo Morfa Clemente, también experimentado caravanero con más de 40 caravanas al este y sur de Angola, había participando en más de un encuentro con la Unita; llegó a Angola por segunda vez en 1981, ya había estado en el África en 1975, cuando bajo las órdenes del General Romárico Sotomayor, participó en siete acciones combativas en las regiones de Ebo, Cariango, Los morros de Catofe, en el famoso combate de la loma del primer congreso en 1976, entre otros.

Cuenta Morfa: «Una vez que la Caravana llegó a Saurimo, donde le dieron tremendo recibimiento, un grupo nos quedamos en Luena, entre  ellos los tuneros Alberto Martínez (Albertico)  Pedro Luis Hernández Peña (Pedro Harapos) Jorge Díaz, de Camagüey, un compañero que le decían Bigotes, Téllez[3], el manzanillero,  y yo, estábamos  escuchando unos casetes con grabaciones de la familia de Cuba, cuando avisan de Saurimo que estaban atacando una caravana como a 90 o 95 kilómetros de allí, cerca de Dalas.

«Ante la noticia todo el grupo tomó las armas y en el camión de bigotes casi sin ponernos de acuerdo partimos rumbo al lugar donde suponíamos estaban atacando a nuestros compañeros que estaban rumbo a Saurimo.

«Bigotes al timón, Jorge Díaz con un fusil AKM dentro y en la cama del camión en el extremo derecho Albertico y en el izquierdo yo con un AKM con cargador circular de RPD con 75 tiros y en el centro entre la cabina y la goma de repuesto Téllez apuntaba su arma al frente.

«El vehículo marca Renault de color blanco vuela por la carretera Luena Saurimo a gran velocidad, Albertico me mira en silencio, le hago una seña y le digo: ¡A todo lo que se asome, tírale!

«Casi al momento aparece un nativo a un lado de la carretera y estuvo a punto de dispararle cuando se percató de que había unos quimbos cerca.

«Al llegar al lugar de la emboscada nos percatamos de que no era la columna cubana la que estaba bajo fuego sino una caravana de rastras pailas de la Sonagol [4], los carros ardiendo, incluso Albertico disparó varias ráfagas a una de las pailas para evitar que estallara. La caravana cubana ya se encontraba cerca de Saurimo y no tuvieron otras dificultades pero de la columna de Sonagol no quedó nada”.

En 1983 el periodista Juan Emilio Batista Cruz, entrevisto a Waldo Morfa para el periódico Verde Olivo en misión internacionalista, donde expresa: “Ahora en su segunda misión internacionalista Ubaldo Morfa Clemente combate abiertamente a otro enemigo, el subdesarrollo que heredó la RPA del colonialismo portugués, en ambos casos ha demostrado su capacidad y decisión”.[5]

Poco antes de morir Alberto Martínez nos contaba sus impresiones sobre aquella misión: “! Fíjate! hasta qué punto las dificultades hermanan a los hombres que nosotros cuatro, Morfa, Roberto Díaz, Pedro Harapos y yo éramos como uno solo en las buenas y en las malas.

Pedro y yo cumplíamos primero que Morfa y Roberto y cuando ya nos dirigíamos al aeropuerto en la guagua Pedro que es un hombrón, de doscientas y pico de libras y casi como un padre para nosotros lagrimeaba y estuvo callado casi todo el trayecto, yo le pregunté si no estaba contento de regresar a Cuba y me dijo: Tú estás loco chico, claro que sí, pero es que me jode dejar a los muchachos atrás, han sido muchas las cosas que pasamos juntos.

«Aunque intentaba hacerme el duro yo también eché mis lagrimitas y según supe Morfa y Roberto estaban inconsolables».

Como jefe de la columna estaba Carlos García, camagüeyano, recio, bonachón, hombre fornido siempre acompañado del sombrero de guano característico del campesino cubano, y un eterno tabaco entre los labios, combatiente internacionalista de vasta experiencia.

Este compañero mantuvo una posición firme y decidida al adoptar medidas de desinformación para evitar que fueran sorprendidos en el poblado de Xinge donde supuestamente debían pernoctar, saliendo a media noche con las luces apagadas ganando tiempo y evitando ser emboscados.

Al frente del Partido se designó a otro camagüeyano,  Leonel Lambida, el indio, veterano caravanero que conducía una paila de combustible, y había participado en más de un encuentro con la Unita en el Sur de Angola.

Lombida como secretario del Partido jugó un rol importante, al recibir la orden de dar la vuelta y regresar a Luanda, junto a Carlos García y el núcleo de militantes decidieron continuar con la misión, y una vez restablecido el puente se puso al frente de la evacuación y hasta que no pasó el último civil no continuó la marcha, pues como comunista no podía permitirse abandonar a su suerte a aquellos hombres, mujeres y niños que de quedar allí desprotegidos serian masacrados por la Unita.

Uno de los compañeros más destacados en esa acción fue el también camagüeyano Vicente Casas, conductor del taller móvil que cerraba la marcha, en esa época contaba con 56 años, alto, flaco de pelo canoso, espejuelos y tres misiones como cooperante. La primera fue en Jamaica, en 1976; las otras dos en Angola. Viejo militante del Partido. Ante el puente destruido tomo al mando del buldócer y solo bajo para comer algo y continuar hasta cumplir la tarea, célebres fueron sus palabras en aquellas circunstancias: “Cruzamos el puente o el diablo vende billetes”.

Durante la caravana de referencia participó como corresponsal el periodista Emilio Surí Quesada, quien escribió:

“La tozudez de estos hombres por llegar a donde deben me conmueve. Los anima una fuerza que va más allá de las consignas. Ni ellos mismos se imaginan hasta qué punto son grandes.

» (…) Son el músculo que levanta y hace la base de los sueños. Ellos te hacen encontrar la verdad más honda. Luego, vuelven a Cuba con la carta de cumplimiento de misión y nadie sabe cuánta vida dejaron por aquí, nadie puede imaginarse exactamente cómo fueron sus días y sus noches. Se hace difícil conocer hasta qué punto nos querían desde estas carreteras (…)».

No es fácil dar este mundo en la justa medida en que ellos lo merecen sin emplear frases grandilocuentes. Esto y no otro es el reto.

Es posible que esta dimensión del hombre también se hubiera podido captar en situaciones menos dramáticas, pero no ha sido hasta hoy que he tenido ojos para verla sin otra luz que robe la atención”  [6]

[1] Unión Nacional para la Independencia Total de Angola, agrupación fantoche, subordinada a la CIA que llevó al país a una larga y cruenta guerra civil.
[2] Durante la preparación del Libro “Andando los Caminos” dedicado a aquella epopeya.
[3] Este compañero en una caravana anterior sufrió lesiones por la explosión de una Mina bajo su rastra.
[4] Empresa Petrolera Estatal de Angola.
[5] Este articulo también fu publicado en el periódico 26 de Las Tunas en 1983 en la sección “Tuneros en Angola” bajo el título “Combatiente por la liberación y contra el subdesarrollo.
[6] Emilio Suri Quezada. “No vine a Morir” Editorial Abril 1987

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