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Villena, luchador de insomne pupila

La muerte de un hombre no siempre es reflejo de la intensidad de su vida. Así, con solo 34 años de edad, en la invernal madrugada del 16 de enero de 1934, aletargado por los medicamentos, el inquebrantable revolucionario, Rubén Martínez Villena fue vencido por la enfermedad.

Hijo de una generación de fuertes sentimientos patrióticos, toma protagonismo en la vida política del país, cuando se involucra, el 18 de marzo de 1923, en la Protesta de los Trece contra la compra–venta por el gobierno cubano de Alfredo Zayas, del Convento de Santa Clara.

Su participación resultaría vital en proyectos revolucionarios como Falange de Acción Cubana, el Grupo Minorista y las Huelgas Generales de marzo de 1930 y agosto de 1933.

Al conocer a Julio Antonio Mella, la identidad de ideales lo involucraría también en la Universidad Popular José Martí, en las Ligas Anticlerical y Antimperialista, y en el Movimiento de Veteranos y Patriotas.

Al asumir, Gerardo Machado, la presidencia de Cuba, Rubén se convirtió en uno de sus más acérrimos detractores y su calificativo de «Asno con Garras» acuñaría el paso del tirano por la historia cubana.

Ya lacerado por la tuberculosis pulmonar, dedicaría sus fuerzas al trabajo en el Partido Comunista en el que llegó a integrar su Comité Central desde 1928.

Las persecuciones y la esperanza de recuperar la salud lo llevaron a la Unión Soviética. A su regreso a la Patria, tras la muerte de Mella, por acuerdo Comité Central, se convertirtió en el principal y más activo dirigente del Partido.

Casi en agonía, organizó la movilización popular y revolucionaria por el recibimiento de las cenizas de Mella, procedentes de México y daría su último discurso apenas sin voz.

Intelectual de gran talento, la poesía de Villena ha inspirado a varias generaciones de artistas y revolucionarios. Gracias a la musicalización de varios de sus poemas, su obra llega a las multitudes latinoamericanas.

La Pupila insomne

Tengo el impulso torvo y el anhelo sagrado
de atisbar en la vida mis ensueños de muerto.
¡Oh, la pupila insomne y el párpado cerrado!…
(¡Ya dormiré mañana con el párpado abierto!)…

/nre/

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