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Uno de los necios

. Hoy, 17 de diciembre se cumplen cinco años de que Gerardo Hernández Nordelo, junto a Ramón Labañino Salazar y Antonio Guerrero Rodríguez regresaran a Cuba para completar la liberación de Los Cinco. Por ello me complace publicar esta entrevista con Gerardo, sin dudas, el del caso más complicado por el ensañamiento y estar condenado a morir en la cárcel, realizada en La Habana,  unos meses después de su regreso, y que inicialmente publiqué en mi blog Desde mi orilla. 

-Vamos, monta.

Gerardo Hernández Nordelo me invita a subir al vehículo que lo traslada de un lugar a otro para cumplir los múltiples compromisos que tiene diariamente. Estamos a la salida del Aula Magna de la Universidad de La Habana, donde acaba de participar en un panel sobre el aniversario 70 de la entrada de Fidel Castro al centro de altos estudios, y después de tomarse decenas de fotos con los estudiantes, con la mayor paciencia del mundo, se dispone a seguir con su itinerario del día.

Desde su llegada a Cuba hemos hablado por teléfono en varias ocasiones para concretar la entrevista que pactamos por correspondencia, cuando él estaba preso en California. Y desde entonces he alimentado la idea de dialogar con el Héroe, pero sus compromisos desde que llegó a Cuba lo han impedido.

La semana anterior habíamos acordado vernos en este viaje mío a La Habana y pactamos la entrevista para el día anterior. Ya por la noche, casi a las 10:00, me había llamado por teléfono para decirme que llegaba a la casa a esa hora.

-Mira, Nápoles, mañana, a las 9:00 estoy en el Aula Magna de la Universidad, allí nos vemos para ver qué hacemos –me dijo.

Y a las 8:50 el Héroe llegaba al recinto universitario, y un abrazo selló nuestro encuentro físico por primera vez, aunque al parecer nos conocíamos de toda la vida.

Terminada la actividad, y ya dentro del vehículo me espetó:

-Esta es una entrevista sobre ruedas porque el tiempo no me da –y eché a andar mi grabadora para captar cada palabra de un encuentro dilatado, pero que al fin se hacía realidad.

– Los primeros 17 meses de cárcel deben haber sido los más difíciles no solo por estar en el hueco sino por ser los primeros. ¿Cómo enfrentas esa etapa?

– Los primeros meses nos enfrentamos a la angustia no solo de la prisión y a las vicisitudes físicas, sino también al hecho de saber que de cierto modo la misión había fracasado, el peligro que representaba no solo para nosotros sino para las personas de las cuales no sabíamos su destino, las tareas que habían quedado inconclusas, lo que eso representaría para Cuba desde el punto de vista de la agresividad de Estados Unidos a partir del descubrimiento de nuestra red, y desde el punto de vista personal cómo la familia acogería la noticia, a lo que se sumaban las condiciones de aislamiento total. A mí en Lompoc, me metieron en lo que ellos llamaban la caja, un sótano debajo del hueco; 10 celdas de total aislamiento.

«Si tienes en cuenta además, que en nuestra profesión si te cogen te jodiste porque no puedes decir que eres cubano ni que trabajas para Cuba, imagina la angustia de pasarnos meses sin aceptar nuestro origen, sin tener contacto con la familia, y aunque estábamos dispuestos a enfrentarlo no te puedo negar que era una gran angustia. Después fue más llevadero el castigo porque ya éramos Los Cinco, nos conocían en Cuba y el mundo y nos apoyaba la solidaridad».

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– En una entrevista con Adriana hace ya 10 años, me contaba lo difícil que había sido la despedida de ustedes. Háblame un poco de la despedida cuando te ibas a cumplir tu misión.

– Bueno tú sabes que las mujeres tienen un sexto sentido y aunque Adriana no sabía a lo que yo iba, ella percibía algo raro en el ambiente. Aquella despedida fue dura, porque éramos jóvenes, estábamos disfrutando nuestros primeros años de casados, habíamos aplazado la maternidad, primero cuando fui a Angola, después para terminar mi carrera, después la de ella, y ya estábamos listos para procrear.

«Pero en ese momento asumo la misión y conversamos de eso. Una opción era tener un hijo que ella prácticamente lo criara sola, y decidimos que no sería la opción más correcta porque los dos queríamos disfrutar de ese privilegio y volvimos a aplazarlo, yo pensando que nuestra misión sería de unos pocos años.

«Pero si bien ya nos habíamos despedido una vez para ir a Angola, aquella despedida tenía otra connotación, y se podía respirar un ambiente de tristeza. Incluso yo llego al carro y después de estar sentado me bajo y la vuelvo a abrazar, y mira cuántos años pasamos sin vernos».

– El arresto. Ya cuando te arrestan, fue algo inesperado o tuviste una luz sobre eso, o una sorpresa, ¿cuál era tu expectativa una vez arrestado?

– En un trabajo como el de nosotros la posibilidad de que te arresten o incluso de que ocurran cosas peores siempre está latente. Después de ocurridos los hechos uno se da cuenta de que había algunos pequeños indicios que dada la preparación que uno tiene le permite notar algo. Pero en una misión con esas características con todas las personas involucradas con toda la complejidad y los tipos de tareas que teníamos nosotros por delante no se aborta por dos o tres detalles o sospechas.

«Te pongo un ejemplo: en el juicio mostraron una foto mirando por un ojo mágico de un apartamento que estaba frente al mío, y yo siempre noté algo raro en ese apartamento por el tipo de personas que vivían, por el tiempo que pasaba cerrado, y a veces bromeaba conmigo mismo y decía aquí enfrente es donde están los servicios (de inteligencia) y un par de veces miré por el ojo mágico para ver si se veía algo contrario, y una de esas veces me estaban observando y tomaron fotos que por cierto se ven muy cómicas porque el ojo mágico sabes que distorsiona tu imagen, y en el juicio se rieron cuando la mostraron.

«Son cosas de ese tipo que uno va notando, había un viejo supuestamente vagabundo que andaba con un carrito de mercado en las afueras de mi edificio, y siempre vi a ese viejo sospechoso, y aunque no pude comprobar que fuera pero después de lo ocurrido no tengo dudas de que era de los servicios de inteligencia. Pero son cosas que son elementos aislados que tú no tomas una decisión a partir de esos elementos aislados, tienes que tener elementos de mucho más peso pasa abortar una misión.

«El arresto fue inesperado, rompieron la puerta del apartamento un equipo Swat. Yo vivía en un apartamento muy pequeño con la cama muy cerca de la puerta, no me dio tiempo ni a sentarme en la cama cuando eso ocurrió, y el resto de la historia tú conoces fuimos conducidos al cuartel general del FBI en La Florida, donde fuimos interrogados por separados».

– ¿Cómo pensabas en Adriana, cómo alimentabas el amor, pensaste alguna vez en desistir de la relación por las difíciles condiciones y sabiendo que estabas condenado a morir en la cárcel?

– Nosotros siempre tuvimos una relación sólida, pero todo pintaba un cuadro bien complejo para mí. Adriana era una mujer joven, que contaba con todo mi respeto y todo mi amor, pero yo desde el principio le hablé de la posibilidad de rehacer su vida, y nadie se lo podía criticar porque era una muchacha joven.

«Claro que la reacción de ella fue de mandarme bien lejos, casi que me mienta la madre, y como ella había dejado clara su intención no tuvimos que hablar más del tema, pero uno debe ser realista y no ser egoísta y poner las cartas sobre la mesa».

– La muerte de Mamucha

– Mi vieja me dolió muchísimo, porque cuando un soñaba con el regreso y la victoria mi vieja siempre estaba en esa foto. En definitiva uno el mayor aliento era saber que tus familiares, amigos y tus vecinos se sentían orgullosos y a mí me alentaba mucho el saber que mi vieja se sintiera orgullosa de mí y siempre soñé que ella viviera el regreso nuestro y el triunfo y no pudo ser. Me dolió mucho no solo por su desaparición física sino por el hecho de que no vivió el día de la victoria.

– ¿Y en cuanto al regreso?

– El regreso se planificó en total secretismo al extremo de que nosotros no sospechábamos nada, fue un juego de ajedrez excelente, una precisión quirúrgica como único se podía lograr, al punto de que cuando a mi me sacan desde el 4 de diciembre de Victorville ni los propios guardias sabían para qué. Y yo mucho menos. Yo sospechaba que era algo muy malo o era algo muy bueno, y terminó siendo algo muy bueno. Aunque para despedirme me tuvieron 11 días en el hueco y creo que eso fue para machucarme y desorientarme.

«Qué te puedo decir. Vivimos los momentos más felices de nuestras vidas, el encuentro con nuestra Patria, nuestro pueblo, nuestros familiares. Fue algo que ocurrió de manera tan atropellada y nos costó adaptarnos a la nueva realidad. Es indescriptible la alegría del regreso».

– ¿El proceso del embarazo?

– Esa fue una operación que se jugó con una delicadeza tremenda, cualquier detallito filtrado hubiera puesto en peligro lo que ocurrió. Cuando nosotros pensamos en esa posibilidad, cuando lo pedimos oficialmente, o sea, cuando partió de mí lo hice como decimos los cubanos para joder, porque ellos estaban molestando pidiendo esto y lo otro, y yo dije, vamos a subirle la parada, vamos a pedirle que nos dejan procrear, pensando en una negativa, y entonces nosotros nos negábamos a lo que pedían. Primero dijeron no, insistimos y no dijeron nada; después que lo estaban valorando hasta que dijeron sí.

«Un día me llaman para hacerme unos análisis de sangre que no se habían ordenado por nadie. Y dije, oh, esto parece que va en serio. En la prisión solo el guardián sabía, ni siquiera el jefe de los servicios médicos lo sabía. Y una madrugada me llevan para otra prisión también en California, donde me tienen en el hueco varios días.

«Después me llevan a la clínica, hago la donación y se llevan la muestra. Luego me regresaron a mi prisión y a todos les decía que había ido a operarme un quiste.

«Fueron meses de angustia porque la primera vez que le implantaron los embriones a Adriana no los retuvo, hubo que repetir el proceso e incluso pensamos si valdría la pena todo el sacrificio y todo el trabajo, pero decidimos que sí y lo hicimos de nuevo, y aquí está Gema con nosotros que va a cumplir un año».

– El nacimiento de Gema.

– Cuesta trabajo hasta describirlo, porque date cuenta de que después de todo lo que habíamos pasado, si algún detallito nada más implicaba que algo se retrasara en cuanto a nuestro regreso ya Gema nacía y yo no estaba aquí, y todo hubiera sido diferente. Por supuesto una alegría inmensa también pero no hubiera visto nacer a mi hija el 6 de enero. Cuesta trabajo describirte la alegría de estar allí adentro, cuando le hicieron la cesárea a Adriana y filmé, y vi cuando sacaron a esa criaturita de las entrañas de la madre; los padres saben la sensación que describo, para nosotros fue la primera vez».

– ¿Qué queda hoy de la muchacha de la parada?

Sonríe y los ojos le brillan.

– Queda mucho, aunque somos dos personas diferentes a aquellos jóvenes de entonces, Adriana sigue siendo la misma mujer hermosa de la que me enamoré, con unas cualidades extraordinarias. Para mí más que mi esposa y mi compañera es una gran amiga pero es también un ejemplo de firmeza y lealtad y le tengo una gran admiración realmente. Yo te aseguro que Adriana sigue siendo aquella muchacha de la parada, a la que descubrí la primera vez que la vi cuando yo pasaba y le seguí los pasos, definitivamente impresionado».

– ¿Adriana me contaba que cuando regresaras tú decías que ibas a poner una puerta de hierro para que nadie los molestara los primeros días y se rompieran los nudillos cuando tocaran?

Ríe a carcajadas.

– Bueno ha costado trabajo poner la puerta –vuelve a reír a carcajadas-. A veces nos quejamos simpáticamente del ritmo que hemos llevado en este año, pero en parte lo entendemos también porque fueron muchos años de lucha de nuestro pueblo y de amigos de otros lugares, y ahora todos quieren un ratico con Los Cinco. Y nuestra misión ahora es aportar en lo posible a este proceso y la decisión es conversar con los jóvenes, con el pueblo, visitando centros de trabajo y estudio, y aportando la experiencia que sea posible si en alguna medida podemos ayudar».

– ¿Después de la prisión crees que eres una mejor persona en sentido general?

– Resulta inmodesto que uno lo diga pero ahora yo me considero un mejor ser humano, porque aprendí a ver la vida de manera diferente».

– ¿El humorismo en tu vida?

– A mí el humor me ha ayudado mucho. Yo recuerdo que cuando estaba en secundaria y en pre, en los análisis de la Juventud o la FEEM, alguien decía: fulano es inmaduro, y en ese sentido pienso que puedo seguir siendo inmaduro, pero siempre me gusta asumir aun las derrotas con cierto optimismo y con cierto humor, sin tomarlo a la ligera, porque no es lo mismo.

«Si nosotros no nos hubiéramos reído en el juicio de los fiscales y los jueces, si no nos hubiésemos reído en el hueco de las cosas que nos ocurrían, no lo hubiéramos pasado con la firmeza con que lo pasamos».

– ¿Tu país?

– Mi país es mi razón de ser. Yo pienso que todo el mundo debe tener un propósito en esta vida. Mi propósito es servir a mi país, siempre lo ha sido, porque cuando vas a la historia este país está en el mapa gracias a personas que lo sacrificaron todo. Modestamente te digo que mi Patria puede contar conmigo porque esa es mi razón de ser. En eso pienso yo cuando me levanto cada día. Yo soy un soldado y estoy esperando la próxima orden».

– El Necio, ¿por qué un himno para ustedes?

– A mí siempre me gustó esa canción, la escuché por primera vez en Miami pero en la calle y siempre me impactó. Después conocí la historia y me pareció una obra maestra de Silvio (Rodríguez) por haberla compuesto en el tiempo en que la compuso, por haberla estrenado donde la estrenó, y siempre la vi como un himno.

«Ya presos desde mi celda hacia la de René, por la rejilla del aire, le copié la letra y empezamos a tararearla y él empezó a silvarla y así comenzamos a cantarla Los Cinco. Y cada vez que teníamos un momento difícil recordábamos la canción y nos levantaba el ánimo, además de ser la reafirmación de cuál debía ser nuestra postura».

– Finalmente, ¿te consideras uno de los necios de Silvio?

– Pienso que sí, modestamente, porque ser necio en esta coyuntura, en este país, es una cualidad. Y te digo con modestia, pienso que soy uno de los necios de Silvio, creo que Los Cinco lo hemos demostrado».

Se acaba el tiempo. Hace varios minutos que el auto se ha detenido para terminar la conversación porque Gerardo ya tiene otro compromiso que cumplir. Quedan varias preguntas que podrían ser la segunda parte de esta entrevista, lo cual pactamos al inicio de la conversación porque sabíamos que el tiempo no alcanzaría.

Nos despedimos y los dos quedamos complacidos con el diálogo, aunque en mi caso, la satisfacción es infinita, porque es un extraordinario privilegio hablar con un héroe, mucho más, si es uno de Los Cinco.

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Miguel Díaz Nápoles
Periodista, fotorreportero, realizador de cine, radio y vídeo, profesor universitario. Master en Ciencias de la Comunicación, Universidad de La Habana. Vicepresidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en Las Tunas. Conferencista sobre temas de Comunicación, Periodismo e Internet. Premio Nacional de Periodismo hipermedia 26 de Julio en 2006 y 2007. Ha sido galardonado en varias ocasiones con el Premio Provincial Ricardo Varela Rojas por la obra del año y de Periodismo Ubiquel Arévalo Morales y en otros certámenes del sector. Fue reportero del diario 26. Durante el 2001 le dio cobertura informativa a la labor de los médicos cubanos en Ghana, en el África Subsahariana y sobre sus experiencias escribió el libro Hacia el reino del silencio, publicado en 2008 por la Editorial Pablo de la Torriente Brau, de la Unión de Periodistas de Cuba. En 2000 creó Tiempo21, edición digital de los Servicios Informativos de Radio Victoria. Productor del largometraje Los Cuervos y el cortometraje Homoerectus, de producciones Acoytes-Uneac, Las Tunas. Durante 2016 y 2017 se desempeñó como editor de contenido de la Dirección General de Multimedia en Español, y de las Mesas de Redacción y Asignaciones del canal multiestatal TeleSur, en su sede central de Caracas, Venezuela.

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