Las Tunas.- En varios lugares de la geografía de la provincia de Las Tunas y un poco más allá, donde se escucha Radio Victoria, muchos conocen a Arturo del Campo, Olga Borges, Míriam Zaldívar, la profe María Antonia, Orfilio Parra, María Velázquez, Graciela …y tantísimos imposibles de mencionar. Tienen referencias de oídas, podría decirse, porque muy pocos identifican rostros, solo voces y nombres que ya resultan familiares. Entonces echan la mente a volar para imaginarlos de esta o más cual manera.
Ellos, igualmente, reconocen a cada uno de los que laboran en esta emisora, pues se mantienen firmes en sintonía con la señal de la CMLL durante casi toda una jornada, para juntos conformar un binomio inseparable oyente-programa.
En una especie de noble juego nos suponen altos, con canas, jóvenes, apuestos… Así han unido sus vidas al sonido y la magia de nuestra radio e irremediable, y gustosamente, nosotros también estamos atados a sus peculiares maneras de decir.
Para esas personas que prefieren este medio de comunicación con sus altas y sus bajas, se estableció el 19 de marzo como el Día del Oyente, justo homenaje a los amigos más fieles, verdaderos protagonistas de la obra que cotidianamente construimos.
A ellos no por gusto les llamamos: Nuestra razón de ser, porque son inspiradores de contenidos, decisores incluso de la permanencia o no de determinados espacios en la parrilla de la programación, una vez que saben reconocer cuándo una trasmisión tiene calidad o si a la emisión le falta ritmo o frescura.
Este público radial en Las Tunas, con amplio bagaje cultural, posee además un elevado sentido crítico y eso intensifica el reto, ya que en definitiva, nunca se pueden subestimar ni menospreciar a una valiosa tropa que deviene nuestra mayor riqueza y al mismo tiempo gran desafío para contar con una radio mejor.
Mediante cartas, telegramas, llamadas telefónicas, el correo electrónico, los SMS y algunas veces de frente y sin tapujos nos hacen saber sus opiniones, elogios y críticas. Se disgustan si su llamada no sale al aire porque el tiempo no alcanza, insisten cual batalla campal en lograr contactar por los teléfonos puestos a su disposición en el máster, dedican musicales, felicitan a sus seres queridos y hasta han conformado un club de amigos, que se reúne en el lugar conocido como El Patio del Almendro, para soñar en grande.
El agradecimiento y el respeto siempre para esas personas que buscan un motivo para escuchar y tener compañía. Las felicitaciones a todos los amantes de las ondas sonoras, también para aquellos que desde el anonimato se hacen cómplices y por qué no, a nosotros, quienes hoy hacemos radio y que alguna vez fuimos oyentes, para seguir siéndolo, en una suerte de encontrar un motivo para vivir junto a la radio.
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