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13 de marzo, la senda del triunfo

En un derroche de audacia, jóvenes del Directorio Revolucionario protagonizaron una de las páginas más atrevidas de la historia cubana con el asalto del Palacio presidencial y la toma de Radio Reloj.

La acción tenía como objetivo ajusticiar al dictador, Fulgencio Batista, y llamar al pueblo a tomar las armas.
Tras largos meses de preparación, habían logrado acopiar el armamento, acuartelar los combatientes en lugares seguros y chequear la permanencia del tirano en la mansión.

El 13 de marzo de 1957 cerca de las tres de la tarde, dos autos y una furgoneta roja se detuvieron en la parte sur del edificio presidencial.

Los revolucionarios se valieron del factor sorpresa para abrir fuego contra la posta y lograron ocupar la planta baja, a pesar del contra ataque de los soldados posicionados en los pisos superiores.

Sin conocer la ubicación de los pisos, cuatro revolucionarios lograron llegar hasta el despacho de Batista, y lo encontraron vacío.

Ante la superioridad del enemigo, las numerosas bajas entre los asaltantes y la ausencia del comando de apoyo, los sobrevivientes se retiraron.

De modo simultáneo, con el grupo más pequeño, José Antonio Echeverría, había tomado la emisora, pero solo puede leer parte del discurso antes de quedar fuera del aire. «¡Pueblo de Cuba!… en estos momentos acaba de ser ajusticiado revolucionariamente el dictador Fulgencio Batista. En su propia madriguera del Palacio Presidencial, el pueblo de Cuba ha ido a ajustarle cuentas».

Minutos después cuando regresaba a la universidad, el automóvil en que viajaba resultó interceptado por la policía y cuando salió a combatir fue ametrallado.

Tenía solo 24 años de edad y ese mismo día había escrito «Si caemos, que nuestra sangre señale el camino de la libertad, porque tenga o no nuestra acción el éxito que esperamos, la conmoción que originará nos hará adelantar en la senda del triunfo».

Aunque no tuvo los resultados esperados, la acción demostró el empuje de la Federación de Estudiantes Universitarios, FEU, en la lucha revolucionaria y consagró a José Antonio Echeverría como paradigma de la juventud cubana.

Los jóvenes universitarios convirtieron la reedición de los sucesos del 13 de marzo en una tradición de lealtad a la Historia.

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