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Los humos perdurables de Heidy Almarales

Las Tunas.- «Llego al teatro cuando soy adolescente, creo que fue por el furor ese que tienen todos los adolescentes de querer ser artista y salir por la televisión, eso fue lo que me empujó».

Comenta Heidy Almarales con una sonrisa en los labios y el mismo entusiasmo con que se sumerge en el arte de las tablas. La joven es miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), y en los pocos años de graduada ha logrado emocionar a los públicos más sensibles con una estética diferente.

Diversa una de otra, cada obra que materializa con el grupo La Chimenea, estremece ciertas fibras y prefiere codearse con un público íntimo y con la gracia propia de los títeres, contando para adultos con vivencias que le hacen recepcionar la historia siempre de un modo distinto.

«Éramos un grupo de tres amigas y estábamos metidas en todos los eventos que tenían que ver con el arte -refiere Heidy al recontar sus inicios en la manifestación-, una de ellas estaba con una profesora que se encargaba de preparar alumnos, que se llamaba Neysi, yo entro en estos talleres y me presento a las pruebas de captación de la escuela de Granma y pasé, fui la única de las tres que aprobó.

«Se trataba de un destino que deseaba pero que no pensé que me cambiara tanto la vida como lo ha hecho hasta hoy».

¿Ya habías hecho algo antes de presentarte a las pruebas?

«Lo más cercano eran los matutinos en la escuela realmente, pero fuera de eso más nada».

¿Alguien te había dicho que tenías el talento?

«No. Es decir, mi familia casi toda es de Santiago de Cuba y son muy desinhibidos, pero eso no significa que uno tenga talento para el teatro. Realmente lo que me interesaba era la danza, en lo que sí estuve cuando era muy pequeña».

Ya una vez en la escuela, ¿cómo fue chocar con el teatro como profesión?

«Fue drástico, en el primer mes de haber entrado en la escuela todo me cambió. Primero porque uno piensa que la actuación es quizás un trabajo relajado, pero lleva mucha disciplina, más de la que yo me podía imaginar en aquel justo momento, mucha entrega, y no es tan empírico ni tan improvisado como uno puede pensar.

«Lleva mucho estudio, yo siempre fui una niña muy preocupada así que en ese sentido hubo como un punto de convergencia y me llamó mucho la atención cómo podía explorarme a través de la actuación. Empecé a vivir cosas que no habría llegado a ellas de no ser por la escuela».

Desde allí se te da la posibilidad de incorporarte a proyectos, de probarte como actriz desde un escenario.

«La escuela fue importante porque te potencia mucho a nivel intelectual. Lo primero que logramos hacer como estudiantes y se nos dio protagonismo más allá del tema de la actuación, que es ahí donde yo creo que hubo otro punto de encuentro fundamental para mi vida, porque ahora a lo que me dedico es a la dirección escénica.

«Fue cuando estaba en tercer año de la Academia, que se monta teatro sicológico norteamericano, con Las brujas de Salem, fue un espectáculo que el profesor dejó que germinara la propuesta escénica desde nosotros. Y es algo de lo cual todavía todos nos sentimos muy orgullosos y tiene repercusión en la escuela como un gran montaje y se sigue haciendo a la usanza de nosotros

«Creo que eso marcó un antes y un después definitivamente porque ya no vi solo la actuación como un medio sino como el fin para poder lograr otras cosas en el marco artístico».

Cómo es tu choque con el público de Las Tunas, lo primero que hiciste

«Aquí en Las Tunas cuando me gradúo de nivel medio voy para el grupo Kaos Teatro. Fue muy abrupto porque en la escuela todo el tiempo todo está basado con una metodología, todo es un paso a paso, nada es tan casual quizás, todo tiene un porqué.

«Acá cuando llego me dan un libreto, este es el personaje que te toca, tienes que asumirlo porque todos nosotros somos profesionales y tú eres la que te incorporas, literalmente fue así. Eso te sacude un poco porque uno viene de una realidad otra, insertarse así, a secas sin tener que transitar por todo ese paso a paso, me sentía como un poco violentada.

«Pero fue bueno en el sentido de que es bueno también transitar por otros procesos, y aprender a vivir la vida de un grupo de teatro desde la óptica profesional para un estudiante».

Tras el teatro dramático cómo fue el proceso de Heidy hasta llegar al Guiñol Los Zahoríes y luego el trabajo con los títeres, con las marionetas

«Ese cambio se viene gestando cuando entro al Instituto Superior de Arte (ISA). Ya había pasado por algunos talleres de manipulación de títeres. Siempre lo vi como algo muy ajeno a mí porque me gusta mucho la actuación en vivo, el dramático me encanta, pero en la escuela se me dio la oportunidad en cierto momento de participar en concursos que tenían ese perfil, concursos donde cogimos premios y simple y llanamente empecé a enamorarme de todo este mundo y a descubrir todo ese universo titiritero desde una óptica para jóvenes y adultos.

«No me interesa el teatro de títeres para niños, creo que para eso tendría que tener otras fuentes de las que no he bebido aún, he bebido de lo otro por eso es que me dedico a hacer, entre la frustración del teatro dramático y entre el descubrimiento de los títeres ese binomio, y es por eso que hago teatro para gente de mi edad y para gente un poco más grande para lograr sostener un diálogo también con un público que está muy poco ávido de este tipo de trabajo que puede ser alucinante y fascinante.

«Es así como luego Kaos Teatro se desintegra y el punto de convergencia que encontré fue el Guiñol donde pensé que era el lugar ideal para poder quizás aterrizar esos conocimientos que andan flotando o ese descubrimiento ya no fuera tan empírico sino más bien dirigido desde profesionales que se dedican a esto desde hace mucho tiempo.

«Es así como llego al Guiñol desde mi proyecto que se llama La Chimenea».

Háblame de La Chimenea, ¿cómo surge esta idea?

«La Chimenea surge, el nombre porque siempre he vivido en zonas industriales, creo que las chimeneas son como un punto muy alto de referencia para todos, también es un punto para saber si se está produciendo o no, es evidente, si está echando humo se está cocinando algo, algo está sucediendo.

«Igual nos basamos mucho en la investigación de algunos cuentos y siempre pensamos en esa imagen, la cual no tenemos pero siempre añoramos eso de junto a la chimenea toda la familia reunida haciéndose cuentos, historias que quizás puedas sentir un poco más de cerca y con la calidez que te da el fuego.

«Así es como surge La Chimenea con el espectáculo My Valentine, con una carencia de color terrible, pero creo que a veces para comunicar no se necesita todo, se necesita lo esencial. Precisamente yo necesitaba que lo que se viera en ese justo momento fueran esos dos personajes única y exclusivamente, dos personajes que son relegados a un mundo hostil donde constantemente están buscando alternativas para el escape.

«Y sí, me interesa el minimalismo, por una cuestión no porque sí, sino porque casi todo sale de mi bolsillo, a excepción de El Círculo que fue una beca de creación de la AHS, El reino de este mundo, que tuve la posibilidad de expandir mis horizontes creativos porque contaba con un presupuesto como para poder hacer arte, que es muy costoso.

«Igual siempre pienso que el teatro es mucho de síntesis, mucho de símbolos, no tiene por qué haber un derroche de todo, todo está por algo, debe estar por algo, debe estar comunicando algo, lo que esté sin provocar algún cuestionamiento, sin que aporte algo directamente a la escena a mí me sobra literalmente.

«Y creo que también se me hace más viable el camino porque lo que me interesa es que todo es manipulable: las luces, todos los objetos tienen un discurso desde la narración de la movilidad y por eso también reducimos la posibilidad del objeto, única y exclusivamente a las potencialidades que pueda tener en el escenario, por eso es que minimalista».

Con La Chimenea y con algunas de las obras tuvieron la posibilidad desde una estética diferente a la que generalmente se ve en los escenarios cubanos de obtener premios y el reconocimiento de especialistas y la crítica.

«Yo creo que el primer premio fue entrar en el Zona en progreso, un espacio que crea Rubén Darío Salazar dentro del TITIM, que es el Taller Internacional de Títeres de Matanzas, donde le abre paso a los jóvenes creadores con nuevas propuestas, en un marco aún no terminado, donde toda una serie de críticos tiene la posibilidad de visualizar este trabajo aun no terminado, en función de que después pueda ser mejor el resultado.

«Ese fue el mayor premio, porque este año hubo reunión de UNIMA (Unión Internacional de la Marioneta) y estuvo la flor y nata de Cuba y el mundo viendo ese trabajo y eso nos dio la posibilidad real de que El Círculo después se disparara y poder encausar el camino que nos llevó al Festival de Camagüey y luego a tener Mención Adolfo Llauradó que otorga la AHS en La Habana.

«Yo creo que es fundamental. Nosotros sentimos que aun no hemos ni siquiera comenzado a empezar, es un camino muy largo. La Chimenea tiene cinco años y yo siento que todavía tengo un mes, que no acabo de despegar. Es constante la evolución y lidiar con el contexto teatral cubano, insertarse, cuesta mucho trabajo y más si eres de Las Tunas.

«Pero ha sido importante, de hecho desde My Valentine hemos tenido premios a puesta en escena, a interpretación, a diseño, que yo creo que son premios como que muy puntuales dentro del teatro de títeres porque se basa desde la óptica del director, desde la escenografía que es fundamental y desde la interpretación que es lo que me sella al final todo el trabajo.

«Eso nos da el aliento para poder continuar y siempre es como una parada cada vez más alta para saber que tenemos cada vez más que afianzarnos en un mundo que adoramos y que es muy difícil también sobrevivir en él».

Desde la AHS con la beca de creación y con las otras oportunidades que te ha dado de insertarte en escenarios, en eventos, cómo te ves dentro de esta avanzada.

«La AHS me ha dado una plataforma que ha sido bastante interesante porque hacerse visible desde la juventud que tenemos, yo creo que el momento de la juventud -siempre lo estoy diciendo- es fundamental, con la juventud se hacen revoluciones, se crean cosas importantísimas en la vida, es lo que va a determinar luego luego cómo vamos a ser de adultos y creo que si la AHS es la cantera de la vanguardia joven, realmente nos ha dado la puerta abierta para lanzarnos, atrevernos, y socializar el trabajo desde la juventud, ya no solo desde el teatro sino también nutrirnos de todas las demás ramas del arte.

«Ha surgido un intercambio que ha nutrido mucho al proyecto. Yo creo que la labor de la Asociación ha estado muy bien porque nos ha dado esa oportunidad, creo que es fundamental».

¿Qué estás cocinando ahora desde La Chimenea?

«En La Chimenea ahora mismo estoy yo solita, pero estoy gestando un espectáculo que son tres historias que aparentemente no tienen nada que ver pero existe un hilo conductor muy sutil, pero el espectador no tiene por qué necesariamente darse cuenta de eso. Aun no tiene nombre, solo adelanto que son dos temas musicales: uno de Los Zafiros, La luna en tu mirada, y Claro de Luna de Beethoven, junto con un cuento de Eliseo Diego que se llama De las hermanas.

«Me interesa desde lo personal porque es algo que me viene latiendo en la cabeza desde hace mucho tiempo, hacerle caso a esas cosas que en algún momento llamaron mucho la atención.

«Creo que Eliseo Diego es una zona aun bastante ciega de la literatura y si yo lo logro abordar desde la teatralidad, desde lo bizarro que tiene ese cuento, desde los títeres y pienso que viene así como anillo al dedo, va a ser bastante atrevido de mi parte pero creo que va a ser muy bien recibido porque tiene que ver con el mundo de lo grotesco y a la gente le gusta sentirse un poco con cierto punto de convergencia en eso que se sale de la cotidianidad, de lo que es tan tranquilo.

«Esta vez es un llamado de atención, y además porque es un espectáculo dirigido a un público cualquiera donde me voy a detener en cualquier lugar y el efecto de la curiosidad va a hacer su rol y las personas se van a ver tentadas una y otra vez a querer ver, porque esas tres historias no las vas a ver de un solo tiro sino que las vas a elegir al azar y es la historia que te caiga la que vas a ver. Ya con eso te adelanto bastante».

¿Piensas mantenerte desde la misma estética?

«Nosotros siempre tratamos de buscar la diferencia. My Valentine no tiene absolutamente nada que ver con El Círculo, hay un solo punto en común que es el tema de la iluminación que forma parte de la línea estética de lo que es La Chimenea, lo exploramos constantemente porque a mí me seduce mucho el mundo de las luces y las sombras, creo que tiene un discurso narrativo bastante hermoso.

«Esta vez vamos a hacer teatro Lambe Lambe que es teatro de caja para asomarse por un agujero y ahí vas a ver todo lo que va a suceder, simple y llanamente para explorar otras zonas y no quedarnos siempre en lo convencional, pretendo no aburrirme yo para que el público no se aburra».

En los momentos esos de creación, de pensar un espectáculo, o cuando estás frente al público, qué te hace decir: esto es lo que me gusta, voy a continuar así hasta…

«Una vez escuché una frase que dijo alguien pero que evidentemente dejó una marca en mí, y es que si una imagen logra dejar la huella que deja la flor cuando cae al agua y esparce sus ondas en lo más grande de un lago hasta llegar al fin, la imagen está hecha y queda. Y esas son las cosas que me llaman la atención del teatro y sobre todo lo que puedo hacer desde los títeres.

«Si la imagen es atractiva, el discurso está desde ese punto de vista que estoy desarrollando, la gente se va a conectar. No pretendo aplausos, no pretendo que la gente se quede fascinada, yo pretendo que se le quede en la cabeza, que la imagen se le quede martillando en la cabeza un rato.

«Que logren recordar ciertas escenas, que logre tener ciertos puntos de convergencia con lo que es la persona, porque también parte mucho de lo que soy yo y de mis vivencias personales, que después me doy cuenta que pueden ser las vivencias de otras personas, pero todo eso desde un discurso visual, y si la imagen es lo suficientemente potente para transmitir y eso le queda a la persona, yo creo que es el mejor camino.

«Nos han sucedido cosas muy graciosas con El Círculo, y es algo que he ido experimentando con el tiempo, no puedo decir que hago un teatro feliz, que la gente salga muerta de la risa, porque vengo del dramático y lo que me interesa tiene que ver con historias más profundas, no es que piense que la risa no es profunda, cierto que no es para nada ligera, que tiene mucho de lo otro, pero bueno, en lo que tiene que ver con mi proyecto indago en otras zonas.

«Y en El Círculo, las primeras veces que lo ponemos la gente se queda muy callada; la segunda, se queda atragantada, ya no es callada porque las lágrimas se las beben; ya en la tercera, salen llorando.

«Y yo digo, cada vez más ese público se va abriendo. Si tú logras hacer catarsis, que haya comunicación, que la gente se logre identificar con esa historia, con esas historias, porque son basadas en diferentes cuentos folclóricos europeos, que encuentren cierto espejo que haga que se identifiquen o que logren reflejarse en ello… mira, me parece genial; y que después con el paso del tiempo diga: yo recuerdo, como me ha pasado a mí, que hay obras emblemáticas en mi cabeza que son textos puntuales o imágenes que se me han quedado para toda la vida como una quemadura en el cerebro, eso no se me va a olvidar nunca.

«Y eso yo lo he agradecido tanto, que quizás es eso lo que más deseo, más que plausos, más que el reconocimiento mortal de que sea La Chimenea o no».

/ymp/

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