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Mirtha Baldoquín: viví para la radio

Cuando llegué a su casa, no imaginé encontrar una persona tan sencilla y repleta de sentimientos. Con toda la naturalidad del mundo me hizo pasar a su sala, a su cuarto y a todos los escenarios de su hogar como si fuera alguien más de su familia. Pero cuando le dije que la iba a grabar, que necesitaba una entrevista, puso el pretexto de todos los que se intimidan al ver la grabadora.

Quedé sorprendida porque no imaginé que alguien que trabajó tanto tiempo en la radio, huyera de un simple gaje del oficio. Sin embargo, solo tuve que preguntar bien curiosa cómo fue que llegó a la radio, y su carita dibujó la alegría y la picardía de recordar los buenos momentos de la vida.

Mirtha Baldoquín, es una señora especial y muy espontánea, vaya, que nadie imaginaría que fue la primera mujer realizadora de sonido de la radio en Las Tunas, y que por muchos años dedicó su existencia a esta importante y difícil labor.

¿Cómo fue que llegaste a la radio?

«Desde muy joven inicié allí en el local donde existe ahora el registro civil. Éramos un pequeño colectivo, prácticamente no había mujeres era yo sola con un grupo de hombres. Yo miré para todas partes, y solo me gustó, me picó un bichito así por irme para donde estaba la cabina de sonido con muy poca técnica que había, pero ahí fui mirando, me fue gustando y cuando vi que eso era lo que quería, me preparé hasta que llegó el momento que sentí aquello como parte de mi vida, y ahí me quedé, con muchos deseos de seguir preparándome y haciendo radio.

«Desde muy joven, solo me gustaba escuchar la radio pero por dentro nunca la había visto. Ahí seguí hasta que fue avanzando un poco la técnica,  que le agradezco mucho porque lo que aprendí, lo que sé, lo que tengo hoy, se lo debo a la radio. Yo viví para la radio no viví de la radio».

«Me gustaba aprender de todo, me gustaba mucho la especialidad de periodismo. Trabajaba con los periodistas y le dedicaba mucho amor al trabajo, pero el sonido era integral lo mismo grababa, que transmitía, que editaba, hacía de todo con mi trabajo. Todos los días sentía que debía aprender más porque fuimos cambiando hasta que digitalizaron y eso fue una etapa de aprendizaje también, hasta que notaba que el trabajo mío ganaba en calidad.

«También por allí pasaron muchas personas, grandes personas, unos ya no existen pero los llevo en mi memoria. Recuerdo muchos locutores que yo inicié con ellos como Rafael Urbino, Gerardo Alfonso, Neydo Arsenio García; un realizador de sonido que éramos como hermanos, Raúl Ugarte. Ya ellos no existen pero trabajar con esos compañeros me sirvió como una escuela, me enseñaron de todo. Oraldo Solís que se me olvidaba, ese era mi preferido porque trabajamos en el mismo turno y la misma programación. Tuve un colectivo que le agradezco lo que aprendí de ellos de mí».

¿Cómo recuerdas tus primeros años como realizadora de sonido?

«Esos momentos los recuerdo muy lindos porque cuando me inicio en esa misma especialidad, me fui superando pero una vez me dijo un directivo que por equivocación yo estaba allí porque era una responsabilidad muy grande mi actividad y yo era mujer y tenía una niña chiquita. Yo le dije: parece que me estás discriminando como mujer, pero te voy a demostrar que voy a hacer lo mismo que hace un hombre. Y fui la única, no sé si es que las mujeres le tenían miedo por la responsabilidad que tú tienes. Es muy lindo pero tiene gran responsabilidad, hoy por hoy yo le agradezco al trabajo que tuve ser un poquito más responsable porque yo aún me siento con la presión esa en la cabeza».

Y en cuanto a la tecnología, ¿cómo era por tu época?

«Todo era en vivo, cuando aquello no existían estudios de grabación ni de edición. Yo inicié con una grabadora de cinta, no recuerdo bien la marca. Bueno ahí tenía preparada la otra cinta mientras que el locutor hablaba ya cambiábamos la cinta y poníamos el número musical siguiente, todo eso en vivo, evitando un bache, un churro, como nosotros hablábamos técnicamente.

«Esa era la grabadora y un tocadiscos, con los que transmitíamos la música en los discos de acetato. Llegó el momento que aquello, imagínate tanto queme, el tocadiscos comenzó a atrasarse, no había piezas de repuesto y mucho menos técnicos porque nosotros dependíamos de los técnicos de Santiago de Cuba que vinieran a arreglarnos los equipos.

«Aquello cuando comenzaba a dar guerra, nosotros con el dedo le buscábamos la velocidad y ya cuando sentíamos por interno que se podía sacar al aire entonces poníamos el número musical. Nosotros pasamos mucho trabajo con aquella técnica improvisada que cuando vinieron las grabadoras grandes, húngaras, creo que aún existen en la emisora, vimos el cielo abierto porque seguimos trabajando con cintas pero bueno con más calidad.

«Luego trajeron unas grabadoras de carretes bien chiquiticos que teníamos que enrollar a mano para ir precisando más o menos dónde estaba el musical. Ya yo cuando vino la digitalización trabajé poco y prácticamente no disfruté la digitalización».

¿Te gustaba más la programación variada o el informativo?

«Me gustaba mucho el informativo, yo siempre perseguía tener los programas informativos, los periodistas me buscaban mucho. Hubo periodistas como Rafael Labrada que hizo un trabajo y me cogieron las 6:00 de la mañana desde las 3:00 de la tarde. Y él me dijo, si no hubiese sido tú quien me hace esto yo creo que no hubiese llegado ni a competir, porque es muy trabajoso y con mucha paciencia y quien conoce a Labrada sabe que no era fácil trabajar con él pero a mí me gustaba y él logró el premio. Me gustaba mucho la programación informativa».

Mirtha tu trabajo demanda mucha concentración que ligada a la carga es fatal, ¿recuerdas alguna anécdota de esos largos días?

«Hacer madrugadas. Yo trasmitía en vivo y ya aquello era demasiado, el sueño, el cansancio y el agotamiento de tanta madrugada y me pongo debajo de un conducto del aire para ver si me desvelaba, cuando me vine a dar cuenta, me quedé dormida y caí de rodillas. Ese es uno de los recuerdos más desagradables que tengo que aún lo pienso y me río sola.

Se trabaja mucho en la radio…

«Sí, se trabaja mucho, pero cuando te gusta, cuando tú vives para la radio por mucho que tú trabajes, por muy esclavizado que tú estés, a ti no te importa, digo, así éramos nosotros, aprendí yo, porque todo se lo debo a la radio».

¿Cuál es ese sonido que cuando cierras los ojos piensas en la radio?

«Hay un tema que se llama el pastillero que identifica un programa que aún está saliendo que lo hicimos Oraldo y yo. El vecino de al lado lo oye y cuando se va acercando el horario pone el radio y yo recuerdo mucho a mi compañero Oraldo y como tal a la emisora. Así como otros temas de programas como Momentos y muchos más que cuando los oigo en las calles me recuerdo de aquello, cierro los ojos y me parece que estoy grabando, editando y mirando a mi locutor y mis demás compañeros como el director de programa y me parece que estoy junto a ellos cada vez que escucho un tema de un programa el cual yo realicé y que hoy todavía existen».

Sabiduría auténtica con la que ponchan teclas, suben y bajan atenuadores, te observan, se preguntan, no entienden qué pasa… pero te salvan. Cristal de por medio, es inevitable el intercambio de miradas, gestos, sonrisas…, esa es la verdadera complicidad.

Los buenos realizadores no se ven pero hacen que la palabra cobre un significado mágico y en voz de los locutores o periodistas brille.

Los buenos realizadores se extrañan cuando apreciamos los controles del Adobe audition sin entender nada. Los buenos realizadores están ahí, cuando la radio es capaz de entrar sutilmente a cada hogar y cambiarle el día al que la escucha.

/mdn/

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