Quizás su encuentro más cercano con la narración oral fue el de crecer junto a las fábulas de su papá, un recuerdo que le ratifica su amor cada día por la cuentería popular como elemento indispensable en su vida.
De retentiva envidiable y de un hablar elocuente y pausado, para que sus palabras calen la atención del más distraído, son características que hacen singular a Tania Rondón, sin dudas, una cultora de esta tierra que la define narradora oral por excelencia.
Otras maneras de contar historias constituyen leitmotiv para su vida. Como fiel observadora en cada desandar oxigena su mente con nuevos relatos que emergen de la vida citadina y urbana de su entorno.
Se pueden mencionar muchos calificativos para esta fémina que amanece y desanda su localidad, colma sus jornadas de alegrías y entrega ese amor incondicional a la narración oral, así lo hace desde su niñez cuando asistía a la casa de cultura del poblado de Calixto, del municipio de Majibacoa, en la provincia de Las Tunas.
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Como aficionada tuvo la posibilidad de realizar un curso emergente para instructores de arte, se graduó en la manifestación de danza pero siempre se insertaba en las clases de los educandos de teatro.
Desde los 18 años recibió un taller y eso le impulsó a cambiar su vida no tanto como narradora sino como cuentera popular defensora de la vida de los campesinos y de los elementos tradicionales de los campos cubanos.
La narración oral la ayuda a soñar y trasladar personajes de su pueblo a otros lugares, por eso quienes la conocen se ríen y le dicen que ella vive del cuento, y es cierto pues ante cualquier eventualidad por muy difícil que sea la convierte en un momento de alegría.
Nunca le cantó nanas a sus hijas, siempre les hizo cuentos. Sus dos grandes tesoros junto a su pequeña nieta y su mamá son su público crítico y sus fans principales, todas disfrutan de la narración oral como elemento esencial cada día. De ella aprendieron el arte de la cuentería poular pero también el buen trato, el agradecimiento a vivir en familia, el respeto y el humanismo.
Tania regala los deseos de vida con sus cuentos, una pecularidad que todos elogian y retribuyen con el saludo oportuno, la solicitud de un pequeño cuento en momentos de descanso en el trabajo, o cuando transita las calles de su localidad.
Tania vuelve a encontrar un público que le agradece cada cuento pues como bien defiende «no son los niños los que están necesitados de las historia sino lo adultos que necesitan verse rreljados en algún personaje de esa historia para darse cuenta que la vida es un regalo maravilloso.
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