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Celia, luz de la Revolución cubana

Celia, luz de la Revolución cubanaCelia, tu impronta es luz y perfume de mariposas blancas. Tu alta figura magra destila pasión y entrega. Tu historia enaltece la historia cubana.

Guerrillera, heroína, revolucionaria de trascendencia latinoamericana. Eres todo eso y más.

Martiana hasta el tuétano, encontraste en el proyecto de Fidel Castro la causa a la cual entregarte en cuerpo y alma.

Las calles de tu Manzanillo natal fueron testigos de tu labor en el movimiento 26 de julio. Las desanduviste para distribuir los ejemplares de «La Historia me absolverá» a arriesgo de la tortura, la vejación, la muerte. Nada importaba.

Cuando el yate Granma desembarcó su carga de rebelde en Las Coloradas, a fuerza de audacia burlaste la vigilancia de los guardias de Batista y salvaste a muchos revolucionarios de sus garras.

Después vendría el subir y bajar lomas, en la Sierra Maestra, como mensajera y abasteciendo la tropa de todo aquello que necesitaran.

Un día decidiste no bajar más, tomaste en tus manos un fusil y fuiste la primera guerrillera.

Tus compañeros apreciaban tu valor e inteligencia, en especial, el líder de la Revolución, y te convertiste en su más fiel colaboradora.

El triunfo fue duro. Hambre, mosquitos, muchos días sin bañarte eran realidades cotidianas. Grandes amigos, murieron en los desiguales combates, pero la miseria del campesino de las montañas te daba fueras para seguir en la lucha.

El primero de enero de 1959, valió la pena, aunque no contemplaste nunca un tiempo para el descanso.

Comenzó entonces la etapa de organizar la historia y la papelería que dio origen a la Oficina de Asuntos histórica, a la que dedicaste tantas horas nocturnas.

Muchas obras sociales se beneficiaron de tu visión de proteger la naturaleza y fomentar la solidaridad con el mundo y que hoy son orgullo del país, como, el Parque Lenin, el Palacio de Convenciones de La Habana y el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos.

Encausaste el amor de tu vientres infecundo en los cientos de niños que perdieron sus padres durante la guerra de liberación, fuesen revolucionarios o esbirros, a quienes les aseguraste estudios, hogar y lo más importante, tu ternura infinita.

¿Eras perfecta? Seguramente no. Mujer de carne y hueso al fin, amaste sin medida, sufriste y encontrarte en el cigarro fuerzas para no desfallecer ante la titánica tarea que tú misma asumiste: la de sacar adelante la revolución cubana y sus logros sociales.

Por eso, este 9 de mayo, aniversario 98 de tu natalicio sigues viva en cada niña de pañoleta, en cada joven universitaria, en cada mujer que desde su plenitud, enfrenta segura el futuro.

/mdn/

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