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Consumo de drogas, un Edén incierto

Consumo de drogas, un Edén inciertoPara Jorge solo se detuvo el tiempo. No se explica cómo sus pies y su cuerpo llegaron a una casa desconocida con tres mujeres incógnitas, cuando su mente se quedó en un banco del parque junto a unos amigos con los que compartía risas, comentarios y algunos «traguitos».

Ante tal situación acudió de inmediato al médico para que le hicieran algunos análisis y conocer las causas de su pérdida temporal de memoria.

Una vez examinado, el doctor le aseguró que en su bebida habían puesto una dosis de píldoras cuya mezcla con el alcohol podía provocar esos síntomas, y le explicó que muchas personas lo hacen para “poner su cuerpo y su mente a volar, abandonar el mundo real y conocer el paraíso”.

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Hoy Jorge transita tranquilo las calles tuneras. Es un trabajador abnegado y sus compañeros lo respetan. Aquellas «pastillitas mágicas» con alcohol no provocaron más que fuertes dolores de cabeza y una página en blanco en su vida.

No tuvo que rehabilitarse ni acudir más a una clínica. Lo sucedido solo fue un error al escoger los amigos. Agradece a la suerte que lo acompañó aquella noche, al no permitir que su historia desencadenara en un fin más trágico.

Después de una serie de entrevistas realizadas a directivos de Salud, Educación, la Unidad Antidrogas del Ministerio del Interior y a especialistas en psicología y psiquiatría del territorio, como parte de un proceso investigativo sobre el consumo de psicofármacos en Las Tunas, Sin pelos en la lengua constató que existen historias similares, aunque la mayoría permanezcan en el anonimato.

La mezcla de psicofármacos con alcohol es en nuestros días una de las alternativas más frecuentes de consumo de drogas en adolescentes y jóvenes.

Las razones de su incremento en los últimos años pudieran ser sus relativos bajos precios y su fácil obtención, la ausencia de un olor característico delator, la facilidad para su traslado o intercambio, y la equivocada convicción de que no se está ingiriendo drogas sino medicamentos legales, situación a la que no pueden estar ajenos padres, profesores e instituciones sociales en general.

Según los especialistas, el error más frecuente cometido por los adultos es pensar que las únicas posibles víctimas del consumo indebido de medicamentos son los niños pequeños.

Los pediatras recomiendan que se les preste la misma atención y cuidado a los de edades más avanzadas, cuya falta de experiencia los impulsa a acudir a los fármacos como drogas o con fines suicidas.

Mayormente se apuesta por ambientes festivos y públicos. A la Unidad Antidrogas del MININT (UA) han llegado varios reportes del consumo indebido de psicofármacos en los alrededores de la sala de fiestas Luanda y del Ranchón.

Para evitar el consumo ilegal de estupefacientes en los centros penitenciarios de la provincia, los directivos de la UA efectúan inspecciones mensuales en las farmacias, controlan el número de internos que deben consumir fármacos por prescripción médica, y regulan sus dosis con los médicos de la cárcel. El trabajo preventivo implica tanto al personal de estos centros como a los propios reclusos. 

La Dirección Provincial de Educación, por su parte, ha instaurado una estrategia según la cual los docentes deben dominar qué alumnos requieren por alguna enfermedad medicamentos con efectos similares a drogas, y supervisan ese consumo. Además se intenciona que de ser posible el tratamiento ocurra en casa.

De forma muy particular, y por iniciativa propia, en la Ciudad de las Esculturas se creó un grupo multidisciplinario integrado por diferentes organismos y organizaciones de masas con el fin de sectorializar cada una de las funciones y organizar el trabajo preventivo con la población para evitar el consumo de estupefacientes.

Por el sistema nacional de salud en Cuba, existen varios lugares a los que la familia puede acudir cuando exista alguna sospecha de consumo de drogas, en busca de ayuda para aclarar dudas y orientación.

Según declaraciones de la psicóloga, gracias al movimiento de locales libres de alcohol y otras drogas que se hizo desde la promoción para la salud, se declararon en todas las comunidades un establecimiento con estas características, a donde los jóvenes pueden acudir sin que prevalezca alguno de los productos que provocan adicciones.

Reinaldo sobrepasa ya los 60 años. Vive en un cuarto que le entregó el Estado. Su difícil niñez caracterizada por los interminables maltratos del padre, lo hizo recurrir de joven a los medicamentos para enajenarse de su situación y ahogar sus penas.

En lugar de solucionar su conflicto, poco a poco se sumergió en lo más profundo del abismo de las drogas y aún no ha podido salir de él. Tiene una hermana y dos sobrinos que lo rechazan. La sociedad también lo excluye y discrimina por su proceder.

Según manifiestan trabajadores del Centro Municipal de Salud Mental Comunitaria los esfuerzos por salvar a Reinaldo de su situación no han sido productivos.

A pesar de reconocer su adicción, este paciente abandona sus ingresos sin haber concluido el tratamiento. Hasta el momento no se ha logrado desintoxicar y las recaídas empeoran su comportamiento. Para la deshabituación, el empeño personal es elemental.

Entre sus actitudes más comunes están la agresión al personal médico que lo atiende, la venta de los recursos recibidos de la asistencia social y de los medicamentos que le son prescritos para los síntomas que declara cuando acude al consultorio médico.

En la mayoría de las ocasiones las sintomatologías enunciadas en los cuerpos de guardia a los que visita no son reales, solo le sirven para obtener la dosis que desea. Luego regresa a su casa y con la ayuda del ron alcanza su habitual estado de embriaguez e inconciencia.

Esta agresividad es parte de la propia patología de los pacientes adictos a los psicofármacos. Los mismos tienen también un trastorno de base de personalidad, antisocial, que no acata ninguna norma.

Se pierden los valores, los principios. Todas las personas que ingieren bebidas alcohólicas y consumen drogas con el fin de enajenarse del mundo, acaban paulatinamente con su propia personalidad, tanto interna como física. El uso y abuso frecuente de psicofármacos puede generar Alzheimer precoz o cualquier otra patología evitable del sistema nervioso central.

Además, se provocan conflictos domésticos en los núcleos familiares que en numerosas ocasiones puede significar la destrucción de los hogares. Pero no es demasiado tarde para Reinaldo, nunca lo es. La sociedad toda tiene en frente soluciones para este flagelo.

Exterminar la cultura del “botiquín”, que significa el almacenamiento de la mayor cantidad de fármacos para “cuando haga falta”, y consultar con los facultativos la ingestión de cualquier tratamiento, está en manos de la familia.

Salud, aunque ya ha tomado medidas puede también tomar otras porque más de una vez se ha hablado de cambiar la presentación de algunas pastillas para que a los hogares lleguen dosis más parecidas a las que se recetan. Algunas de las más peligrosas se expenden en frascos de 90 y casi siempre sobran.

Cada persona puede tomar la decisión más importante, que no está precisamente en la evasión de nuestros problemas. La mejor manera de acabar con los conflictos es enfrentándolos y midiendo las consecuencias de nuestros actos para no lastimar a nadie y, mucho menos, a nosotros mismos. Un minuto de desespero o la errada elección de un placer pueden conducir nuestras vidas al más incierto de los paraísos.

¿Qué usted cree? Si tiene alguna opinión al respecto puede escribir a nuestra dirección tiempo21podcast@gmail.com y con mucho gusto publicaremos su texto.

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