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Hatuey, la semilla que renace del fuego

Hatuey, la semilla que renace del fuegoEl Héroe Nacional de Cuba, José Martí, reconoció el espíritu libertario del cacique Hatuey y de los grandes rebeldes de América cuando sentenció, «Con Guaicaipuro, Paramaconi, con Anacaona, con Hatuey hemos de estar, y no con las llamas que los quemaron, ni con las cuerdas que los ataron, ni con los aceros que los degollaron, ni con los perros que los mordieron».

Y es que las cenizas de la hoguera, donde expiró entre horribles tormentos, fueron como semillas en el viento que contagiaron a toda Cuba y América Latina con el espíritu libertario del indómito caudillo quisqueyano.

En su isla natal, La Española, Hatuey se opuso a que sus hombres murieran como esclavos lavando oro para los crueles extranjeros blancos. Por eso fue perseguido con saña y forzado a huir hacia la isla más cercana.

Al llegar a tierras cubanas en Maisí contó las historias sobre la brutalidad de los invasores y su absurda codicia por el oro, pero muchos no le creyeron.

No obstante, cuando Diego Velásquez desembarcó en la Mayor de las Antillas, ya Hatuey estaba listo para enfréntalo al mando de un grupo de valientes armados con lanzas, flechas, y piedras y la emboscada como estrategia.

Por eso Velázquez puso todo su empeño en descabezar el movimiento rebelde y utilizó las rivalidades entre las tribus a su favor. Finalmente, el indómito cacique fue delatado, apresado y condenado a morir quemado vivo.

Fray Bartolomé de Las Casa quedó tan impresionado por la actitud del líder indígena que dejó constancias de su muerte en sus crónicas. Así, Hatuey pasó a la historia como el rebelde que prefirió la hoguera antes de convertirse al catolicismo, la religión de sus sanguinarios enemigos.

A pesar de la ejemplarizante ejecución, los españoles no lograron desalentar la resistencia de los nativos.

Muchos otros caciques cubanos, como Guamá, murieron en la hoguera o defendiendo el suelo patrio contra el invasor y mantuvieron la resistencia hasta ser prácticamente exterminados.

Actualmente es recordado como el primer líder contra la conquista española en América y como el primer extranjero que dio su vida por Cuba.

Este verso martiano bien puede tomarse como epitafio para aquel que murió en rebeldía el 2 de febrero de 1512: «Hatuey murió, tremendas las semillas».

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