Las Tunas-. Lo que un día comenzó, sin el indicio de que sería una temporada tan comprometedora para los tuneros, ya llegó a su fin. Puede que llene de recuerdos y experiencias a cada una de las 14 novenas que se dieron cita en el mes de agosto del pasado año para iniciar juntas el camino, siempre misterioso y arriesgado, que resulta ser una Serie Nacional de béisbol.
Sin embargo es dudoso que para algún equipo, incluyendo a los que se titulan campeones por segunda vez consecutiva, este evento haya tenido tanta repercusión, enseñanzas y recuerdos, como para los Leñadores de Las Tunas.
¿Por qué? Todos lo saben: porque se probaron como atletas, como equipo de competencias fuertes, porque experimentaron lo que era sobreponerse por un bien común, saborearon el placer de brindar un buen espectáculo a su pueblo, aprendieron a venir de abajo y sacar sustos hasta el más fuerte rival, y lucharon una final por primera vez en sus vidas y dejaron sus nombres en lo más alto de la historia del béisbol en su provincia.
Los momentos felices de la temporada que recién culmina se niegan a morir en el pensar de sus principales protagonistas y, a pesar de estar lleno de flores el paso de los actuales subcampeones por la Serie, siempre entre los primeros lugares de comienzo a fin, sin barridas y juegos entusiastas, para la mayoría, el mejor momento vivido fue el ganar el pase a la final al derrotar a Industriales.
Dos razones los sostienen: lograron quitar la impresión y la pérdida de autoestima causada en un estadio como lo es el Latinoamericano, y por primera vez en la historia de sus juegos se sintieron con la posibilidad de palpar la titularidad nunca antes vista tan de cerca.
«Mi mayor alegría es haber llegado con el equipo de Las Tunas a discutir el campeonato y palpar la posibilidad del triunfo» expresó Yosvani Alarcón, el receptor, cuarto bate y capitán del conjunto.
Expresión similar se escucharon de uno de sus lanzadores más veteranos y con mayor cantidad de juegos ganados, Yoalquis Cruz, cuando expuso: «Lo más lindo ha sido vivir una final con mi equipo, no bajo otro cielo; sino con mis compañeros, en la provincia que me ha visto crecer, es algo lindo, bello, que en verdad he disfrutado».
Otro de los lanzadores estelares del equipo, el zurdo de jobabo Yudier Rodríguez, en lo personal recuerda el tercer juego contra los capitalinos que logró sacar el out y dar lo mejor de sí.
Rafael Viñales también sitúa a su inolvidable momento dentro del play off: «Cuándo pude salir a conectar ese gran hit que nos dio la victoria, en la semifinal contra Industriales, fue el día más emocionante de toda mi carrera».
Otros han tenido razones más personales, como el grande Ayala, que pintó de verde su corazón para brindar un espectáculo inolvidable al pueblo que lo quiso como a uno de sus hijos, y no deja de recordar el gran jonrón dedicado a su hija que acababa de nacer lejos del abrazo de su padre:
«El momento más lindo que tuve vestido de verde y rojo fue en el primer día del play off, cuando nació mi hija y di jonrón. Nunca lo voy a olvidar y marcará mi vida, porque yo veré crecer a mi niña y recordaré por siempre que su nacimiento me dio fuerzas para desaparecer la bola junto a los tuneros».
Obvio que Edesio, el preparador físico, debía rememorar aquella famosa pelada y ubicarla dentro de la aventura más destacada de su vida.
El extraordinario Dánel, pelotero a todas, de grandeza incomparable, también tiene un momento ilustre para recordar: «Yo llevo muchos años en esta carrera y estar en una final en mi tierra es los más bonito que he vivido. Pero dentro de esta Serie, arribar a mi hit dos mil, ver a mi gente hacer temblar el Mella, a los muchachos haciendo reverencia, esas son cosas que llevaré por siempre porque ese día marcó mi vida».
La afición del eatadio Mella, que convirtió al béisbol dentro de su rutina de vida, dejó una huella en la vida de los atletas, desde el terreno también disfrutaron del espectáculo que cada día brindaron en las gradas, en los parques y vecindarios de la ciudad:
«Dentro de las buenas vivencias llevo a la afición, al pueblo; para mí ha sido lo más hermoso: la algarabía, la fiesta, mi gente», expresó el primero de la tanda, enorme cuidador de jardines, el gran Larduet.
Para el tercera base y el mayor de los Alarcones Yordanis, la unidad y cohesión del equipo, nunca antes lograda como hoy, destaca entre sus experiencias más lindas; el productivo Yhonson comenta al respecto: «Los momentos díficiles fueron superados por la unión entre todos, la ilusión del comienzo, de mucho trabajo y esfuerzo, momentos bien duros pero siempre lo más grande creo que fue la unidad en todo momento, en las buenas y las malas».
«El momento más feliz es la Serie entera» dice Quiala. «Las victorias y las derrotas son importantes porque te ayudan a reflexionar. Estos logros, nuestra forma de jugar a la pelota, de tratarnos como hermanos, esto es histórico y sinceramente el vivirlo de principio a fin es lo más grande que me ha podido pasar».
Hoy sonríen, son campeones, para sus corazones y para su pueblo. Lo saben y lo disfrutan; porque muy pocos confiaron en sus fortalezas y en sus ansias de triunfo; porque hicieron de un campeonato un maravilloso espectáculo para Cuba, lleno de remontadas, bailes, entrega; porque nunca sacaron bandera blanca, llevaron la final a un séptimo juego y aún en el noveno inning decían: «Cuidado, aún te podemos dar sorpresas».
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