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El lado verde de Las Tunas

Natacha Reyes Escobar y Esnilda Romero Mañas

Las Tunas.- Casi justo donde abre sus puertas a quienes vienen del Oeste, esta ciudad tiene un jardín.  Indiferente a la sed perenne de la tierra más seca de Cuba, procura ser su pedazo verde lleno de olor a roble, de canto de sinsontes y de perfume de jazmines.

Era el octubre siempre cálido de la Isla, casi el mediodía. El sol y la temperatura en su momento más espléndido no impedían a una familia inmortalizar la felicidad del arribo de su pequeña al primer añito de vida.

Como ellos, a lo largo del año, muchos escogen el lugar para fotografiar sus mejores momentos y perpetuarlos. Todo al amparo de la belleza de uno de los jardines botánicos más completos de Cuba por la cantidad y diversidad de las  especies que atesora.

Un recorrido por el área traslada al visitante a destinos fascinantes y asombrosos de países de Australia, América y Asia de donde le llegaron los deliciosos cítricos y los tamarindos dulces. Y de África,  que le regaló su mitológico Baobab de grandes flores blancas, el mismo  al que se hace referencia en el clásico de la literatura El Principito.

En alrededor de 50 hectáreas de plantas cultivadas, desfilan en una suerte de obsequio a la vista, especies autóctonas, exóticas y en peligro de extinción. Manos  muy laboriosas han podido reproducirlas  y propagarlas  a costa de esfuerzo y perseverancia.

Para corroborarlo,  basta con detenerse a admirar el único ejemplar de la Juniperus Saxícola o Sabina de la maestra, que parecía crecer solo a una altura superior a los mil metros sobre el nivel del mar y ya lleva más de 15 años en el jardín. O detenerse a observar  la palma corcho, fósil viviente que compartió espacio y tiempo con los dinosaurios.

[penci_blockquote style=»style-3″ align=»none» author=»»]Reportaje en video[/penci_blockquote]

La flora cubana tiene un sitio privilegiado en el Palmetun. Se dice que es el  mayor y más acabado del país, donde comparten espacio unas 100 especies  de yareyes, jatas y palmas reales ofreciendo sus penachos para que aniden codornices, tojosas, cartacubas y tomeguines.

Más de 200 variedades de suculentas y cactus también atrapan miradas curiosas en este jardín. Plantas cubanas de todo tipo, ornamentales y florales como adenium, mariposas blancas y amarillas, robles y limoneros convertidos en bonsáis y la flor ave del paraíso.

Si le interesa agregar una a su patio, o simplemente decorar un espacio de su hogar, en el propio jardín botánico o en una tienda sita en el más antiguo de los boulevares de la ciudad, usted puede adquirir ejemplares.

[penci_blockquote style=»style-3″ align=»none» author=»»]»No te vayas, (…) Que tiemblo como las hojas de las altas siguarayas»[/penci_blockquote]

Fiel a las tradiciones más genuinas de la cultura tunera, el jardín cucalambeano exhibe ejemplares de los que Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé, relata en sus obras dedicadas a su amada Rufina y escritas desde El Cornito, a escasos metros de allí.

A la sombra de yarúas, jagüeyes, mangos, guáranos y jocumas, se avanza adentrándose en el conjuro mágico del poeta bucólico más importante del siglo XIX, que inevitablemente lleva al mismo escenario donde cultivó sus amores por la poesía y por Las Tunas, la tierra que lo vio nacer.

El Cucalambé, símbolo indiscutible del Balcón del Oriente Cubano invita a conocer nuestra distintiva flora, exuberante como el sabor de una guayaba madura al recorrer este verde espacio.

Eterno homenaje a las letras tuneras brinda el Jardín botánico, cuyo espacio podría explotarse en la reconocida Jornada Cucalambeana que cada año se celebran en El Cornito.

Escuche «A Rufina. Invitación segunda» en la voz de Jorge Carbonell López

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Entre el dagame y el futete

José Martí, el hombre de verbo encendido que todos soñamos conocer en un imposible viaje temporal, de alguna forma, también está aquí.

[penci_blockquote style=»style-3″ align=»none» author=»»]“Dicha grande”, a su llegada a las costas cubanas y luego: “Arriba por piedras, espinas y cenegal”.[/penci_blockquote]

Aunque iniciado en la década de los 90 del siglo pasado y todavía no es mucho más que un proyecto a medias, que espera por recursos para erigirse definitivamente, el bosque martiano brinda frondosidad, historia y frescor.

Está gracias a la sabiduría Waldo Bonet Mayedo y otros especialistas que, a pesar de contratiempos y desafueros, mantienen viva la esperanza de terminarlo.

El  recorrido del  trayecto de Playita de Cajobabo a Dos Ríos logra dibujarse en la mente y  la mirada de quienes se aventuran a caminar por el sendero que tiene en su cimiento arena traída del mismo lugar por donde desembarcó el Apóstol de la independencia de Cuba hace 124 años.

Y mientras avanza,  mitiga el calor y disfruta como de un encantamiento, casi exclusivo, que provoca ver y tocar ejemplares de las plantas que Martí alude en su diario de campaña de Cabo Haitiano a Dos Ríos.

Ahí, bien cerca, la Majagua de Cuba, la Yaya de hoja fina, el cupey de piña estrellada, bello por su flor, fruto y la forma de su hoja. También  la naranja agria, que le pareció dulce al Apóstol en la manigua redentora.

Más adelante, la verdísima jatía de madera amarilla preciosa, caoba, sabina, roble de olor, la jía y el palo amargo. Y casi hasta se llega a distinguir la pajúa,  palma con espinas en el tronco, tantas veces plantada en estos predios pero que ni el más perdurable empecinamiento ha podido lograr.

Y más allá, no podían faltar, el Dagame y un Futete, gallardos como en Dos Ríos, cuando el 19 de Mayo de 1895 escoltaron en el último combate a José Martí.

Que no falte el verde en el jardín

Entre historia, naturaleza pródiga, hacer de gente dedicada y hasta poesía, el Jardín botánico de Las Tunas abre sus puertas, para ofrecer encantos que pudieran ser más cautivadores.

Contribuirían a mejorar las prestaciones de este espacio ideal para la preservación de los valores de la flora cubana, instalaciones gastronómicas que expendan ofertas habituales. Lo mismo pensando en quienes van sólo a admirar la belleza en exhibición como a perpetuar mágicos momentos o a comprar una planta para acrecentar su colección personal.

Para facilitar el acceso al lugar, urge además incrementar la disponibilidad de medios de transporte que lleguen hasta allí.

Emplazado junto al complejo recreativo Parque de Diversiones-Zoológico y Motel El Cornito, el Jardín Botánico de Las Tunas constituye una opción ideal para desarrollar proyectos de recreación sana, no bien aprovechada todavía.

En este sitio los árboles son como libros que cuentan historias, se alzan robustos para alcanzar el azul de los cielos, en lo que tal vez sea la porción más verde de Las Tunas que está ahí, en permanente desafío para que aprendamos a ser defensores de la belleza, siempre.

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