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Aljibes y pozos, una tradición para garantizar el agua

Las Tunas.- Territorio de escasos recursos fluviales, la fundación de esta ciudad estuvo marcada desde sus inicios por estrategias para el acopio de agua potable. Por ello las construcciones de la época se caracterizaron por sus techos inclinados y disponían de un buen sistema de canales y aljibes para la recolección del agua de lluvia.

Nuestras abuelas la preferían para el lavado de la ropa, y para ablandar los frijoles, aun cuando contaran con agua de otra procedencia.

El historiador de la ciudad, Víctor Marrero Zaldívar contó a Tiempo21 que «el agua siempre ha sido vital en este territorio porque solo existe un arroyuelo, El Hormiguero, que circunvala esta urbe, el cual tenía en el pasado un caudal aceptable, pero en la actualidad está casi seco».

¿Qué estrategias aplicaban en la ciudad para garantizar el agua necesaria?

«Los vecinos del siglo XVIII comenzarían a fabricar bases de agua, recipientes para acumular agua. Para el acopio de agua de lluvia, se construían unas canaletas por las cuales el líquido que escurría de las techumbres era conducida hasta los aljibes soterrados en los patios. Esta agua era muy utilizada básicamente para el lavado, la limpieza y otros menesteres de la casa. Muchas casas antiguas todavía tienen sus aljibes en uso».

¿Las Tunas es también un lugar de escasas precipitaciones, cuando no llovía como se aprovisionaban de agua?

«Bueno, también la mayoría de las casas del centro histórico de esta ciudad y sus alrededores tenían pozos, porque el manto freático está a tres o cuatro varas de profundidad, esa agua no es potable, pero si se utilizaban y aún se emplea en labores de limpieza».

¿Y el agua para beber de dónde se obtenía?

«Hubo una época en que se distribuía en carretones. Iban pasando por la calle vendiendo la lata de agua a diez centavos. Esta agua procedía de pozos de buena calidad generalmente en las afueras. Esta costumbre se mantuvo hasta pocos años después del triunfo de la Revolución, cuando se construyó y amplió el servicio de acueducto».

El valor del agua de lluvia es de máxima calidad y equivalente al agua destilada. Incluso algunos la consideran la mejor para beber, pues está libre de microbios y de sales. Evidentemente, al recogerla del techo pierde mucho de su pureza, pero aun así puede ser muy valiosa para varias actividades domésticas e industriales.

El desarrollo social e industrial en la provincia de Las Tunas permitió la aparición de los acueductos y las redes hidráulicas domésticas, y de centros de producción y servicios, dejando en el olvido aquellas soluciones sencillas y ecológicamente más útiles y viables.

Este 22 de marzo Día Mundial del Agua rescatar la recolección del agua de lluvia en nuestros hogares es una solución inteligente a fin de aumentar la oferta para uso doméstico y agrícola, y proteger este recurso vital tan deficitario en la provincia.

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