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Yuslenis Molina por los senderos creativos

Las Tunas.- El vínculo con la cultura surgió en algún momento determinado o es algo que venía ya en los genes –le pregunto-, y entre libros la sonrisa de la escritora Yuslenis Molina es franca, sobre todo al abstraerse pensando en los días de su infancia cuando el duende travieso prefería alimentarse de hojas frescas.

«Como tal la cultura, nació conmigo, yo digo que desde ese momento ya vino el arte. Cuando cumplí mis nueve años y comencé a escribir, ese fue el punto de partida en serio».

Hablas de la literatura como arrancada, ¿tuviste algún ejemplo o guía?

«No, no. Desde pequeña mis padres, mis abuelos, me compraron muchos libros, me gustaba leer y la literatura siempre la tuve como puntera. De hecho no pasaba un fin de semana sin que me compraran al menos dos libros. Cuando todavía no leía eran de ilustraciones, de colorear, que por ahí se empieza, siempre tuve libros.

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«Ya con nueve años recuerdo un día que estaba en casa, llovía, estaba aburrida y mi padrastro salió bajo agua a comprarme un libro, y no se me va a olvidar cuál fue, porque era uno de cubierta dura, ruso, se llamaba Déjense ver marcianos, todavía lo tengo en casa, ya viejito pero lo conservo.

«Y luego cuando estaba en cuarto grado en Omaja, en la escuelita donde estudiaba, la maestra Adalys pidió que se hiciera algún cuento o una narración y yo recuerdo que llevé El rocío mágico ese fue mi primer cuento, que aún guardo con mucho cariño y cuidado, es posible un día lo saque a la luz o le dé taller y salga ya mejorado.

«Como era una niña tiene impregnado los detalles de la infancia, la ternura de esa etapa. Así fue como comenzó todo».

Pero no te quedaste en la literatura, te desarrollaste y eres una mujer adelantada que ha tratado de incursionar en varias manifestaciones del arte.

«Sí, me fui a la danza; con mis rodillas enfermas no pude continuar, no iba a poder ser nadie con estas dos rodillas así que apenas me tocan y ya estoy llorando quizás por el dolor que me provocan o por la hipersensibilidad que me ha quedado luego de una operación.

«De ahí me incursioné en las artes plásticas,  la artesanía y sigo creando. Me gusta el teatro también, y el dibujo me encanta, con decir que el segundo libro no solo me bastó con escribirlo sino también lo ilustré porque era un bichito que tenía y quería que el libro completo fuera mío, no solo la literatura sino también las ilustraciones, y ahí quedó».

He escuchado opiniones muy favorables de ese libro, ¿qué significa para ti?

«Sí, Una nana para Vanier se llama. Salió por Sanlope en el año 2010, tiene décimas y romances para niños. Es un libro que me encanta, un texto que nació de verdad desde el fondo, como diría el cubano: desde el mismo corazón, desde el alma».

¿Has pensado en hacer otro con esas mismas características?

«El libro ya está escrito pero está inédito, tanto este como ocho más de poesía, de décima, y otro que se llama Nanas para no dormir, además hay uno de cuentos».

Hablamos de la literatura infantil, pero también escribes poesía, décimas, con un toque erótico.

«El toque erótico quizás no se me había dado nunca. Empecé un día por azar, vi unos cuadros de una pintora-escultora tunera que es mi amiga y me llenaron mucho.

«Luego ella quiso hacer performance, me invitó para que fuera su modelo, en el medio de la calle, en el Centro de Arte, en el Café Bohemio y en el teatro Tunas, me encantó la idea.

«Por tanto me di a la tarea de hacer los performance con Damayanti Mena, y uno de estos lo recuerdo muy bien, se llama Pared adentro, que es lo que hace un artista de plástica con su modelo, es decir, su modelo sentarse o de pie, él o ella pintar. Después viendo el cuadro que ella hizo en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), que no fue tan pared adentro, me motivó a escribir poesía erótica.

«Salió un poema llamado Testamento. La escritora María Liliana Celorrio para su cumpleaños dijo que no quería que le regalaran nada, ella solo deseaba hacer un concurso que se llamara Poemas Testamento, de ahí vino el título.

«Participé así con ese poema que es erótico, resultó Testamento la cumbre dentro de mi poesía erótica, me ha dado a la luz hoy entre jóvenes y personas que les gustan la literatura y se acercan a las actividades. Ahora me mantengo escribiendo esos versos más encendidos».

Espacios que has conquistado desde tu quehacer como artista

«El Hospital Oncológico de La Habana, allí llegué una tarde y fui a la sala infantil a trabajar como payasa… vaya, se me cortaron las palabras y el pensamiento, tenía muchos niños delante de mí, incluso los que no pudieron venir donde estaba, yo tuve que ir a sus camas, pero fue tan lindo ver solamente en sus ojitos ese brillo de alegría, de ser conquistados por una tunera, sencillamente porque daba la casualidad que yo estaba en el Festival Internacional de poesía de La Habana y me mandaron para allí.

«Otro espacio que he conquistado, quizás aquí El manuscrito perdido, llegué un día y ya hace un año, y no me quiero ir y creo que ni los muchachos quieren que me vaya de acá, espacios así como estos me llenan espiritulmente».

En El manuscrito perdido haces algo que es promoción, entonces cómo, desde tu papel de artista, invitar a quien se acerca a escoger un libro, a llevárselo a casa, ¿es difícil esa tarea?

«No, no es difícil si tienes la vocación para ello. Lo difícil es cuando alguien se acerca para ver un libro, le brindas tu ayuda y te dicen: No, yo solo estoy mirando, que no es malo; o te dicen: No, no creo que tengas conocimiento para sugerirme un libro. Me lo han dicho.

«Y a veces cuando estoy afuera, repartiendo los sueltos para invitar a las personas a entrar, me desprecian el suelto o lo cogen y lo tiran, o sencillamente ni me miran, me ignoran.

«Por favor, a las personas que están en la calle y vean a alguien que se le acerca a darle un suelto, acéptenlo de muy buena voluntad. Luego mírelo, si en ese momento no quiere dar a entender que le interesa, siempre mírelo y ya sabrá si lo toma o lo deja».

¿Crees que hay un mecanismo para imbricar de alguna manera todas las artes con las que te relacionas?

«Cómo imbricarlo, sencillamente solo amar y conocer el arte. Me ha pasado muchas veces que voy por un lugar y me dicen: Oye, te vi, yo no sabía, y yo me quedo así, incluso mis propios vecinos me lo dicen: no sabía que tú escribías.

«No me gusta estar especulando, decir «porque yo escribo esto»… a ver, soy un tanto yoísta pero no me agrada especular de lo que hago o he hecho, si muchos de mis vecinos de tantos años no lo conocen, no sé cómo hago yo para tratar de imbricarlos en todas estas actividades.

«Yo solo le sugiero a todo el público, al pueblo, que estén al tanto del arte que se presenta en esta provincia, que nunca es suficiente pero siempre es bueno».

Yuslenis es creadora por dos partes, como artista y también como madre, ¿cómo lo llevas?

«Como madre me da un poco de trabajo porque mi niño es un ciclón. Me pongo a tejer, a hacer algo y mi niño no quiere, me dice «mamá no trabajes, no trabajes». Pero qué voy a hacer si al fin y al cabo tengo espero igual a que se duerma para poder crear, pero lo más lindo del caso, lo que más me gusta es que ya mi niño quizás lleva un artista dentro.

«Le gusta la música, las artes plásticas, canta y es bastante afinado. Ya cantó en público dos veces y estoy muy orgullosa de eso porque lo han aplaudido y él se siente muy a gusto cantando para el público.

«He hecho todo lo posible porque tenga cada instrumento que me ha pedido, pero también le gusta el ajedrez, ya tiene su tablero. Así que no sé si va a ser músico o ajedrecista, tiene todavía mucho camino por delante.

«En la parte esta de mi creación para mi hijo trato de crear todos los días una forma de que él sea feliz, no importa cómo le doy la oportunidad de que él pueda escoger qué hacer para ser feliz».

En esos caminos que tienes delante con varios pedacitos de ti, ¿qué ves, por dónde caminas?

«Ahora voy caminando, quizás te voy a decir un lugar común, pero voy caminando al futuro, porque como ya dijiste tengo un niño y por este niño velo cantidad, me considero una madre sobreprotectora, pero para estas personas que admiran tanto el arte, la cultura, quiero dar lo mejor de mí, quiero seguir escribiendo para ellos, sobre todo para los infantes que son el público más agradecido y crítico que existe, y todavía me veo en una escuela rodeada de pequeños, leyéndoles, haciéndoles cuentos, me veo quizás ya blanca en canas y rodeada de ellos».

¿Cuál es el ingrediente que no debe faltar en tu vida, en la que tuviste, la que tienes y la que sueñas?

«El amor. El amor no puede faltar, la ternura, la perspicacia, todas estas cosas son ingredientes para el creador, son muy necesarias. Y siempre este amor que no debe faltar en el corazón de cada creador».

Así es Yuslenis Molina, una mujer que sin dudas lo entrega todo con amor, con pasión por lo que hace y sin desligar una manifestación de otra porque así es la cultura, un engranaje que funciona con poquitos de todo y fundamentalmente con la intención y el interés por hacer cada día una obra mejor.

La escritora también es conocida por sus intervenciones como actriz en varios proyectos y performance impulsados en Las Tunas, provincia donde nació en el año 1980.

Es miembro del grupo Décima al Filo y cuenta con varios lauros en la literatura y libros publicados, como el poemario Razón del labio (Editorial Sanlope, 2007) y los premios nacionales Décima al filo 2006 y Ala Décima 2007.

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