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Marina Lourdes Jacobo (Chachi): El arte es una luz en la sociedad

Ellos son nutriente cotidiano del ser de la Isla, resultado y creación de la “cubanidad”. Esgrimistas cotidianos del “escudo y la espada de la nación”, en momentos de tensión salvaron y hasta hoy salvan; los trabajadores de la cultura son raíz y esencia de Cuba. En busca de esa sabia forjadora y también para conocer un poco del trabajo de una de las “tejedoras de la cultura” conversamos con Marina Lourdes Jacobo García (Chachi), presidenta de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), en la provincia de Las Tunas y una de las exponentes del quehacer cultural en el territorio.

¿Cuándo y cómo descubrió Chachi que sería una mujer consagrada al mundo de la cultura?

– La cultura me formó profesionalmente y a ella me debo. Desde niña descubrí que el mundo del arte era el mundo que iba a guiar mi formación profesional. En séptimo grado comencé como bailarina aficionada de un grupo de danza de la Casa de la Cultura de Puerto Padre, me mantuve muy fiel a la danza, yo creo que respiraba por el baile.  Después de muchos años siendo una artista del movimiento de aficionados, me hice instructora de arte en la manifestación de danza. De manera que vengo de esa formación.

El periplo de la también poetisa por el mundo de la cultura la llevaría a presidir más tarde la Asociación Hermanos Saíz en la Villa Azul de Cuba, a trabajar en el Consejo Provincial de las Artes Escénicas, el Centro Cultural Huellas y dirigir la Fundación Nicolás Guillén hasta ocupar, hace solo unos meses, la actual responsabilidad en la Uneac. Sin dudas ese tránsito formador es también consecuencia de quién es como mujer y las motivaciones, interrogantes y respuestas que encontró en el mundo de la cultura.

-Yo creo que la cultura es lo que nos identifica, lo que nos va explicando los diferentes momentos por los que vamos atravesando en la vida, los diferentes fenómenos sociales a los que también te vas enfrentando. Y la cultura fue la guía -como te decía- fue dándole un espacio a mis inquietudes, a mis sueños. Yo soy una mujer de la cultura y así me identifico en cualquiera de los espacios en que estoy. Me he sentido muy coherente con mis proyectos de vida, con mis proyectos profesionales en los espacios en los que he estado, con esta continuidad que como mujer he tenido en mi recorrido (…) desde muy joven siempre tuve la madurez de hacia dónde quería ir en el salto, en la transformación que yo buscaba en mi vida como ser humano, como mujer, como ser cultural.

Marina Lourdes habla con absoluta convicción y certeza, con la seguridad de quien ya es y sabe lo que es. Reconoce el camino y cuando mira atrás considera que cada paso fue edificante y necesario en la formación humana y profesional de la creadora; por eso no encuentra en esa historia desempeños menores, sino que advierte y resalta el trabajo de quienes, desde la cultura, se desempeñan más cerca de lo cotidiano.

-Ser instructora de arte me sostuvo en el pedestal que yo quería estar para saber que de ese lugar no debía salir. Siempre a los instructores de arte les digo que están en las actividades de los procesos culturales para mí más importantes que un proyecto social como el nuestro ha querido lograr, diseñar. respeto mucho a los instructores de arte, al Consejo de Casas de Cultura y Aficionados.

Ese reconocimiento al valor de todos los creadores y artistas unido a la justa valoración de la importancia de sembrar el gusto estético, la ha llevado también a la academia, primero a impartir clases de Cultura Regional a cursantes de la carrera de Estudios Socioculturales en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanísticas y ahora a formar Licenciados en Arte en la Universidad de Las Tunas.

– ¿Cómo ha logrado combinar la creación artística con la responsabilidad administrativa – por decirlo de alguna manera- como presidenta de la Uneac?

– Por suerte la Uneac no es una responsabilidad administrativa, aunque no escapamos de esa responsabilidad que tenemos. Es una organización de escritores y artistas y entonces quien la conduce debe de ser un intelectual. Claro que quien -y es algo también un poco paradójico- conduce la organización debe de ser un intelectual, un artista con una obra, sin embargo, hay que sacrificar un poco esa obra para dirigir procesos culturales. Es una organización muy compleja, porque estás hablando de cultura. Esto es muy difícil, te roba mucho tiempo, te roba tiempo conversar con un artista, porque los  miembros de la Uneac siempre están acompañados de un proyecto, de una idea y tú tienes que estar a su lado para que esas esencias puedan materializarse y cuando esa materialización ya es un hecho concreto quien se está favoreciendo es la cultura. Entonces tu obra la tienes que sacrificar. A veces yo me siento a conversar, o ella se sienta a o conversar conmigo, la vicepresidenta Iraida Williams – quienes la conocen saben que es una trovadora- y me dice: “Hace una semana que no toco la guitarra y mírala ahí”, y así me pasa a mí también.

No obstante, en medio de la vorágine diaria y para alegría de la creadora y los amantes de la literatura, para el próximo año dos títulos de su autoría serán letra impresa: su segundo poemario Como un rey ausente y «la historia de vida del escultor cubano Alberto Lescay, una investigación de más de 15 años y que saldrá a la luz en los 70 años de vida del creador santiaguero».

Comenta también que en estos días selló el último poema de un libro que le acompañó en los últimos tres años, años también de inquietud hacia los fenómenos socioculturales y el acontecer diario de Las Tunas y el país.  «Soy muy inquieta, entonces constantemente estoy escribiendo. Siempre estoy escribiendo cosas que tengan que ver con los fenómenos culturales, así salió  mi libro Andar por la cultura, de la editorial Sanlope que trae una década de la memoria cultural de la ciudad de Las Tunas».

– ¿Cuán importante es eso: ¿que el creador cultural esté con la vista y los oídos atentos a lo que sucede en la realidad, en el entorno donde vive?  

Yo creo que el artista y el escritor se alimentan de eso. El arte es una luz en la sociedad y como luz va delante y como luz va diciéndole a los miembros de determinada sociedad: qué nos está preocupando, qué hay que visualizar, qué hay que decir, porque ese es el arte, el arte siempre tiene que transgredir los límites en los que una sociedad se desarrolla y el artista que no vaya a ritmo con su tiempo entonces algo va a estar faltando. Y yo creo que los escritores y artistas siempre tienen que tener una mirada al mundo desde la identidad más particular hasta la identidad más universal porque también somos seres universales. Y en la medida en que esa mirada pueda dialogar desde lo ideológico con lo púbicos entonces se va a desarrollar el hecho artístico. Y yo creo que sí, tenemos que tener esa mirada constante para después poder reproducir en arte eso que solamente pueden hacer los artistas. Por eso yo creo que es un sector tan sensible.

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