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Escultora de la vida

La existencia en el mundo es el mejor de los regalos que debemos agradecer a nuestros padres de por vida; sin embargo, la mayor deuda en este gran viaje la tenemos con cada maestro o profesora que esculpió con cuerpo y alma lo que somos hoy.

Aunque no debería ser por motivo de efeméride, diciembre constituye un mes en nuestro país en el que además de celebrar el fin de año, dedicamos una jornada de agasajos a los educadores, y son días en los que besamos, congratulamos o añoramos a aquellas personitas que con un regaño, una frase y el conocimiento, marcaron pautas en cada uno de nosotros.

Amén de todas las dificultades, los maestros constituyen sin dudas, los principales cultivadores de la humanidad y la sociedad, y más aún, aquellos que respiran, disfrutan y gozan de lo lindo el privilegio de enseñar; como lo hace Marta Urquiza Atencio, coordinadora municipal de capacitación de la escuela RAMAL en el municipio de Amancio, que a sus 72 años ilumina a su alrededor con el carisma y presteza con la que se entrega a su profesión.


«Me gusta dar clases. Tengo un carácter fuerte pero cuando estoy frente a los estudiantes, mis campesinos, productores y directivos me pongo del lado de allá y pienso en qué necesitan ellos de mí y yo de ellos; y aplico técnicas participativas para poder mover el escenario».

Licenciada en Historia y Ciencias Sociales, fue fundadora de la Cátedra de Psicología en Ciencias Médicas, Máster en Cultura Física y en Educación para adultos, y desde el año 2002 está vinculada a la Asociación Cubana de Técnicos Agrícolas y Forestales.


«Conozco al personal con el que trabajo, yo no soy de la agricultura pero visito a los campesinos en el campo y siempre me estoy preparando, detrás de postgrados y me asesoro con los especialistas»

«Me encanta trabajar la formación vocacional y la orientación profesional, porque esa es la base para formar el futuro, desde edades tempranas junto al programa Educa a tu hijo se forma la vocación a través de los juegos y otras herramientas».

Marta es de esas maestras que recuerdas con gratitud porque te alimentaron el alma, y porque vive orgullosa de lo que hace, y por tanto lo realiza con amor.

«Para mí es un orgullo que me digan maestra porque cuando me identifican así fue porque yo dejé una enseñanza en ellos. Yo quisiera tener muchos años más de vida para lograr todo lo que quiero pero hasta donde me lleguen las fuerzas yo voy a seguir trabajando como maestra».

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