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Colaboradores cubanos de la salud: guardianes de la vida

La salud no tiene precio. Nada vale más que una sonrisa, el cuerpo sano, la mente presta. Pero cuando el dolor aqueja y el miedo y la incertidumbre señorean, nada es más valioso que el gesto que calma o las manos que sanan.

Por tales motivos la medicina cubana resulta remedio salvador, una labor cuya estatura científica y moral crece cuanto más humano es el ejercicio de los cientos de miles de mujeres y hombres que dentro de la Isla y en más de 60 países enaltecen hoy su profesión y al proyecto socialista cubano.

Bien los saben los más de 400 colaboradores de Las Tunas que prestaron misión internacionalista en Brasil gracias al programa Más Médicos en el cual -como se sabe- la participación cubana cesó debido a las declaraciones amenazantes y  despectivas del presidente electo Jair Bolsonaro.

Ya están en casa los galenos cubanos que desafiaron los rigores de la Amazonía y las favelas, que «lucharon por la vida y lloraron por la muerte», apreciaron los contrastes del lujo y la pobreza extrema y recibieron – al partir del gigante sudamericano-  el agradecimiento de los más humildes de esa nación.

Ya están en casa y cuando la insensatez y reaccionarias ideologías ponen precio a la salud de las personas, es justo la satisfacción del deber cumplido, acicate para librar nuevas batallas por la vida.

Y el deber cumplido puede sonar a frase a hecha pero para las doctoras tuneras Milenia Fernández Barea y  Yudisleydis Díaz  o el resto de sus compañeros de labores en Brasil; el deber cumplido es  la prevención de enfermedades,  una vida salvada, son afectos, alegrías y agradecimientos que de uno y otro lado se prodigan en virtud de la solidaridad.

Historias de esta índole están multiplicadas en más de tres mil 600 municipios de la geografía brasileña,  de ellos 700 vírgenes en programas de atención médica. Tales vivencias tienen, además, el rostro de 113 millones de pacientes atendidos, la mayoría de ellos personas pobres o de muy bajos recursos, víctimas durante décadas de la mercantilización de la salud,  del olvido y la desidia.

No hay lugar a dudas, la estancia de los colaboradores cubanos en Brasil tiene, además de los positivos saldos registrados en cifras, otro más íntimo y humano que solo se puede aprehender en el relato de quienes ya en casa reconocen su crecimiento profesional y humano o en las historias de quienes permanecen en tierras brasileñas ahora sin atención de salud.

Solo en esa dimensión es posible calcular la talla del Programa Más Médicos y la trascendencia de la participación cubana en 164 países desde que inició oficialmente la colaboración médica internacional en mayo de 1963.

En un mundo gobernado por los pragmatismos del mercado y la ley del dinero; escuchar, tocar, consolar, confraternizar y salvar  no forman parte de la teoría y la práctica de muchos para quienes la medicina es un negocio. En medio de tales vaivenes, los médicos cubanos constituyen verdaderos  guardianes de la vida, intérpretes de un acto de generosidad y amor al prójimo.

/mdn/

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