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Becerra, sequía y voluntad de los productores de alimentos

Las Tunas.-  La llegada de la lluvia es añorada por los residentes en Becerra, una comunidad rural a unos 10 kilómetros de esta ciudad, capital de la provincia de Las Tunas. donde el promedio de precipitaciones no supera los 700 milímetros cada año.

Para completar lo que algunos llaman mala suerte, los caminos secos y polvorientos muestran a los visitantes unos suelos arenosos y empobrecidos, desde los que se filtra con rapidez el agua de lluvia.

Las circunstancias pudieran ser desalentadoras; pero, ¿quién habla de desánimo en la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Calixto Sarduy? ¡Nadie!

Becerra, sequía y voluntad de los productores de alimentos
Reydenis González Céspedes explica que en Becerra el promedio de lluvias no rebasa los 700 milímetros; pero, buscan soluciones.

Llegar a las oficinas administrativas tranquiliza porque todo está ordenado y no hay polvo, aunque desde hace semanas no cae ni un minúsculo chin chin. Y ahí, en el corazón de la CPA se destejen recuerdos, se habla de producción, y se conoce del sacrificio, de la voluntad y de la vergüenza del colectivo.

«Esta cooperativa todos los años viene cumpliendo los planes y ya no se parece a la que se fundó hace cuatro décadas, el 20 de abril de 1979.  Vamos incrementando los resultados.  En el 2019 cosechamos unas 420 toneladas de cultivos varios y en la ganadería estamos sobre los 250 mil litros de leche».

A Reydenis González Céspedes, presidente de la CPA, le brillan sus ojos cuando habla del lugar que ayuda a construir cada día y enumera las acciones que ponen en práctica para que las tierras de Becerra den buenos frutos.

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«Para mejorar estos suelos, categoría tres y cuatro, nosotros producimos más de cinco mil toneladas de materia orgánica y más de 300 de humus de lombriz.  Realizamos el biocompost con residuos de cosechas y estiércol de animales y se lo vamos incorporando al suelo.  Siempre estamos buscando alternativas.

«Hoy estamos trabajando la producción de plantas proteicas y tenemos una vaquería en la que experimentamos con el silvopastoreo a base de pasto Mulato (Brachiaria híbrida) y Leucaena.  Esas vacas están dando sobre los seis litros de leche y pensamos generalizarlo en el resto de las unidades. Según vaya entrando un poquito de alambre vamos a ir acuartonando las demás vaquerías porque es lo único que nos va a dar resultados.

«Como esta es una zona muy seca, hacemos pozos, tranques, lagunas… Estamos buscando soluciones.  Incluso, ya tenemos todas las vaquerías con molinos a viento».

Becerra, sequía y voluntad de los productores de alimentos
El estiércol es uno de los fertilizantes biológicos que promueve el Ingeniero Agrónomo Rafael Antonio García Ramayo.

El Ingeniero Agrónomo Rafael Antonio García Ramayo es mucho más joven que la propia cooperativa; pero, se conoce cada rincón y sus compañeros aseguran que todo lo mira, para aprender y para curar, con los conocimientos, las heridas que durante años ha tenido el lugar.

Cree que desde el conocimiento se hace ciencia y que los resultados son mayores cuando se combinan la academia, la investigación y la práctica.

«La práctica tiene que ir de la mano con la ciencia para que tenga efectividad.  Lo hemos podido comprobar en la ganadería, en los cultivares de pastos y forrajes y con las nuevas técnicas para la atención de los animales.  También, en los cultivos varios con alternativas que ya se aplicaban en el país y que nos dan buenos resultados.

«Nuestros suelos son tan malos que sin esos procederes no hubiéramos podido hacer nada.  Tratamos de poner en funcionamiento una planta de Ecomic, un biofertilizante que capta el nitrógeno de la atmósfera y lo incorpora a las plantas.  Ayudará a toda la zona oriental.  Ya se ha probado en Las Tunas y ha sido tan eficiente que muchos campesinos preguntan cómo obtenerlo.

«La mejor muestra de lo que hacemos está en nuestro polígono de suelos.  Ha sido algo muy bonito si se compara la diferencia entre lo que había antes y la actualidad.  Los suelos han mejorado tanto que es increíble.  Eran potreros.  Hoy en día hasta la microfauna abunda más en los cultivos.  Se ven lombricillas e insectos y, a la hora de sacar las yucas, es más fácil y el rendimiento es mayor, son más exquisitas y de mayor tamaño».

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En el huerto de la cooperativa, Juan Cabrales Rodríguez cosecha ají pimiento y de sabor, zanahoria, remolacha y otras hortalizas.

Otro enamorado del trabajo en la tierra es Juan Cabrales Rodríguez, un hombre curtido por el sol y por la propia vida, y que permanece casi todas sus horas en el huerto intensivo de la unidad productiva.

«Hoy más que nunca es una necesidad aplicar técnicas agroecológicas; en primer lugar, para dejarle a las nuevas generaciones un planeta más sano y un suelo que realmente garantice lo que necesitan los seres humanos.

«Tenemos dos cámaras para la producción de humus de lombriz y también fabricamos compost con los restos de las cosechas. Hacemos surca contra la pendiente para contrarrestar la erosión y el mejor ejemplo está en un área sembrada de plátano, fomentado en una sola dirección para evitar el arrastre por las lluvias.

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Este pozo de ocho metros de diámetro es una de las alternativas que se ponen en práctica para sacar el agua de las entrañas de la tierra.

«Usamos las barreras vivas para combatir las plagas y a pesar de que los suelos son malos, hoy logramos triplicar los rendimientos que teníamos antes, fundamentalmente en la producción de hortalizas.

«Nosotros tenemos problemas con el agua.  En los meses de marzo y abril el río se seca y priorizamos los cultivos que son más exigentes a la humedad.  Hicimos un pozo al lado del río y cuando ha sido necesario, hemos rebombeado del pozo a la poceta del río, para sacarlo por el sistema de riego por aspersión, que es el que usamos.

«Todo eso implica dedicación.  Trabajamos sábados, domingos, feriados; incluso, por la noche dejamos al guardia encargado de aplicar el riego.  Con la situación energética que tiene Cuba no estamos regando en el horario pico; así ahorramos y ayudamos a la economía del país».

Reydenis, Rafael Antonio y Juan son solo ejemplos.  En la CPA de Becerra la riqueza humana se multiplica en los 120 usufructuarios, trabajadores y cooperativistas quienes laboran incansablemente para producir alimentos.

Ahora el color verde sobre la tierra se impone a la sequía, gracias a pozos, tranques y muchas otras iniciativas que los hacen vencedores ante las adversidades de la naturaleza, esa que intenta; pero, nunca los desanima.

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