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En la batalla del Jigüe corrió sangre tunera

Con la victoria en la Batalla del Jigüe, acontecida entre el 11 y 21 de julio de 1958, comenzaba el Ejército Rebelde la contraofensiva después de varios meses de resistir el empuje de las tropas batistianas en plena Sierra Maestra.

Entre la sangre derramada en aquella histórica epopeya estuvo la del combatiente tunero Victuro Acosta López nacido el 28 de diciembre de 1932 en la calle que hoy se honra con su nombre en el poblado de Manatí.

Siendo muy pequeño Burilo, como muchos lo apodaban, sufrió la separación de sus padres y desde entonces fue testigo de todo lo que su madre Verónica tuvo que hacer para mantenerlo a él y una hermana más pequeña.

Asistió a la escuela pública número seis de Manatí donde al menos aprende a leer y escribir.

Durante su adolescencia fueron varios los oficios que ejerció, desde comerciante de frutas hasta ayudante de cocina pasando por vendedor de folio y billete.

Visitó las lomas de la Sierra Maestra por primera vez en 1957 cuando llegó a Bueycito a recoger café, ya por entonces era aficionado al boxeo, deporte que practicó.

Para finales de 1956 colaboró con el movimiento 26 de julio en la repartición de bonos, y no tardó en ser uno de los protagonistas de varias de las acciones de este movimiento en toda su comarca y alrededores.

Los ecos de la lucha revolucionaria que se escenificaban en los llanos del Cauto llegaron a oídos de los revolucionarios de Manatí, y el 9 de mayo de 1958 se incorporó a las tropas que ya habían tomado a Mir, primer poblado liberado en los llanos orientales.

Tras ser herido en una de las acciones de aquella guerrilla contra Sosa Blanco, connotado sanguinario del regimiento de Holguín, tiene que regresar a Las Tunas para recibir atención médica. Al recuperarse vuelve a subir a las lomas de la Sierra Maestra, pero está vez no regresa.

Como parte de la columna número 1 resistió los últimos embates de la ofensiva del Ejército de Batista. Fue uno de los primeros en caer en el combate que daría el giro final a la guerra y con el cual los rebeldes, con Fidel Castro al mando, comenzarían lo que se conoce como la contraofensiva rebelde.

El propio día 11 de julio inició la Batalla del Jigüe y Victuro es sorprendido por la explosión de un cohete y pierde la vida junto al compañero de lucha camagueyano Ramón Paz Borro. Así de esa manera la sangre tunera corría por aquellas lomas donde la libertad se conquistaba a base de coraje y sacrificios.

Hoy en su natal Manatí, no solo la calle que lo vio nacer se honra con su nombre, sino también uno de los más importantes centros estudiantiles donde los niños, gracias a la Revolución por la cual luchó, tienen un futuro digno y decoroso, y con el diario cumplimiento del deber enaltecen su figura y obra.

/mga/

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