Las Tunas.- El sonido del bate luego de impactar con la pelota detuvo el tiempo para Deismel Hurtado, quien apenas atinó a mirar para el banco de Las Tunas, antes de estallar en emociones y disfrutar de su primer jonrón en clásicos domésticos.
Deismel necesitó de 129 comparecencias oficiales para vivir en primera persona el máximo gozo del béisbol, el cual anida más allá de los límites del estadio y, por si fuera poco, también obtuvo el añadido de hacerlo en el bosque de los Leñadores ante la mirada de los parciales del Balcón de Oriente.
“Me preparé en ese turno para conseguir un fly de sacrificio, pero salió el jonrón que en definitiva es lo que uno busca, hacer bien las cosas en el terreno”, reconoció el oriundo del municipio de Jobabo al término del primer encuentro frente a los Alazanes de Granma durante la última subserie de la etapa clasificatoria de la III Liga Élite (LEBC).
A simple vista la cordura acompañó la carrera de Hurtado durante la vuelta al cuadro, sin embargo, dentro de sí habitaba la más ferviente locura, pese a que en su imaginación hayan existido cientos de swings como el de este miércoles.
El jugador de 27 años, campeón en las ediciones 62 y 63 de la Serie Nacional de Béisbol (SNB), depone en el esfuerzo diario el punto de despegue para convertir en realidad esas “situaciones que uno siempre sueña, sobre todo cuando estás en un grupo con tanto potencial”.
Sin perder la paciencia, a sabiendas de que todo premio conlleva sacrificio, explora nuevas metas de cara a un futuro inmediato, pues aspira a la titularidad en la receptoría tunera en la próxima SNB, mientras deja su huella en la presente contienda.
Los 15 hits en la LEBC estampan su cifra tope en una misma temporada, justo con 34 oportunidades desde el “pentágono”, menos a anteriores torneos, pero mejor aprovechadas, eso sí, por lo cual constituyen un sólido argumento del salto de calidad del número 33 de la selección verdirroja.
Por momentos, máxime cuando defiende el home plate, Deismel asume gestos que, de forma inevitable, le acercan a Yosvani Alarcón, en quien encuentra un espejo donde mirarse y el impulso para superarse desde cada práctica, lance o batazo.
De ese acercamiento también proviene la intensidad que derrocha en el diamante, dado que nunca viene mal absorber “las buenas aptitudes de un jugador como Yosvani, receptor de equipo Cuba”.
Un promedio ofensivo de 441 y tres robos permitidos en siete intentos, proveen garantías en el relevo generacional en la novena dirigida por Abeysi Pantoja, la cual pretende prolongar su status vanguardista en el deporte de las bolas y los strikes, desarrollado en la Isla.
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