Por: Yoel Romero González
Las Tunas.- El 6 de octubre es un día doloroso para varias generaciones de cubanos, la fecha nos recuerda uno de los actos terroristas más terribles de la historia, conocido como el Crimen de Barbados; el episodio rememora el estallido en pleno vuelo de una nave de Cubana de Aviación.
El acontecimiento segó la vida de los 24 integrantes del equipo juvenil de esgrima, entre los que se encontraban los tuneros Carlos Leyva González y Leonardo Mckenzie Grant, eran todos jóvenes atletas llenos de vida y con un futuro prominente.
Habían “arrasado” con las medallas, las cuales, quedaron esparcidas en el mar, junto con ellos. Quizás sea por eso que en cada rincón del planeta hay representación del deporte cubano.
Referente para el mundo, el deporte revolucionario tiene en el pensamiento del líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, la fuerza motriz de su masificación, ascenso a los primeros planos y catalizador de la calidad de vida.
Cuba tiene, además, la fuerza moral suficiente para gritar al universo que por acciones como estas, perpetradas a nuestro país, estamos y siempre estaremos en contra del terrorismo.
Este crimen se sumó a la ya larga lista de agresiones contra Cuba; en ocasión del sepelio de las víctimas del ominoso crimen Fidel expresó: “No podemos decir que el dolor se comparte, el dolor se multiplica (…) y cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla”.
Hoy, 48 años después de este lamentable suceso, a los cubanos el dolor nos sigue invadiendo y continuamos sufriendo la impunidad de Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, autores confesos, que aunque fallecieron, lo hicieron sin pagar por lacerar vidas, enlutar familias y cohibir a esta Isla del Caribe de alcanzar muchas más medallas en la esgrima.
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