Las Tunas.- Desde el 13 de agosto en la comunidad de Birán, hace ya 97 años, se supo que en ese tierno cuerpo de recién nacido había una luz, un aura que presagiaba una fuerte personalidad, de rapidez mental y una vida intensa a favor de las causas justas.
El día del nacimiento de Fidel Castro Ruz, en 1926, casi tiemblan hasta las estrellas. Y aunque parece una exageración, ese hombre inolvidable fue así, a lo largo de una vida que llenó de emociones a quienes estaban a su alrededor, amigos y enemigos.
Vivió 90 años y salió ileso de 638 intentos de asesinato, algunos muy complejos. Pero, siempre algo fortuito lo protegió ante las balas, el veneno, la traición de personas cercanas, los engaños y los esfuerzos por desacreditarlo públicamente.
Ninguna de esas artimañas resultó y, de manera sabia, Fidel condujo los designios de la nación, cual David frente al inmenso Goliat, apenas a 90 millas y con miles de medidas dictadas para impedir el desarrollo social, económico, financiero y comercial de este país.
Bajo su guía imborrable, Cuba se hizo amiga del mundo y el mundo aprendió a respetar a Cuba, por sus empeños en la igualdad de oportunidades para todas las personas, la justicia social y el desarrollo del deporte, la cultura, la educación y la salud.
La solidaridad se multiplicó, de aquí hacia los demás y de los demás hacia nosotros. Y desde entonces, cuando se menciona a este archipiélago o a Fidel Castro, se eriza la piel, se estremecen las almas y desde la mayoría de los corazones salen elogios.
La suya fue una vida fecunda y será eterna, aún en su ausencia física, porque en su despedida, millones de voces gritaron YO SOY FIDEL. Entonces, se cumplieron los augurios de aquel 13 de agosto de 1926, cuando la vida de un niño sobrepasó los límites de la habitación y se consolidó en la del héroe.
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