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Escuela Profesional de Arte El Cucalambé, más que un sueño

Cuando te vas acercando, un clima fresco y la combinación de sonidos naturales y humanos te reciben, se sienten los ecos misteriosos que solo se perciben en los grandes edificios. Ahora una trompeta, luego un grupo de jóvenes; más adentro en los pasillos, otros más pequeños que cargan instrumentos que le superan en tamaño y edad.

Son los protagonistas de la Escuela Profesional de Arte de Las Tunas El Cucalambé, institución que cumple este curso escolar 30 años de fundada y en la que se han formado ya varias generaciones de artistas que engalanan la cultura cubana a nivel nacional e internacional.

En el primer pasillo a la derecha, nos recibe Nuris Cantallops Borrego, la directora, quien aclara que la institución recibe el nombre de Escuela Profesional de Arte porque los estudiantes salen preparados para ejercer en el campo del arte y en el pedagógico.

El colectivo, Vanguardia Nacional durante 20 años consecutivos, está compuesto por más de un centenar de  profesores que, junto a otros que complementan el claustro, imparten las especialidades artísticas y las asignaturas docentes a más de 350 estudiantes de ambos niveles.

Escuela Profesional de Arte El Cucalambé, más que un sueño
Desde edades tempranas se forman los talentos artísticos del territorio.

Danza moderna y folclórica, piano, violín, viola, violonchelo, trompeta, trombón, guitarra y tres, y otras nueve especialidades de música, constituyen el programa curricular de una institución que en cada uno de sus cuatro pisos combina inocencia, juventud, experiencia y el amor por algo en común: el arte.

Antes de la apertura de esta escuela, los ocho municipios del territorio tunero dependían del empirismo. Aliocha Ramón Carreño Reina es un ejemplo de ello, pues cuando comenzó a dar sus primeros pasos en la música no existía este plantel para estudiar solfeo.

Aprendió a amar la música desde los cinco años en la iglesia donde sus padres le llevaban de pequeño, luego decidió buscar al maestro Cristino Márquez y él fue quien en apenas dos meses le enseñó los conocimientos básicos; en ese momento comenzó con el grupo Expresión Latina y actualmente se desempeña como bajista en Fuerza Cubana.

Mi sueño siempre fue estar en una academia de música, además de que mi padre fue músico empírico también y siento que lo llevo en la sangre, reconozco que haber estado en una escuela de arte me hubiera ayudado a ser mejor músico, expresó Carreño Reina, de 36 años de edad.

Y aunque Aliocha pertenece a esos valientes que sin haber recibido formación académica se desempeñan en la música, actualmente Las Tunas cuenta con varias agrupaciones que integran jóvenes egresados de este centro.

Entre ellas destaca la Orquesta Danzonera Cubaclamé, ejemplo de las nuevas generaciones de artistas formados en La Cucalambé, pues reúne desde hace cinco años a jóvenes talentos que hacen música cubana con una sonoridad renovada sin perder las raíces y la idiosincrasia cultural.

Ana Irma Pérez Perelló, graduada de dirección coral y directora de la danzonera, se empeña en mantener las armonías de grandes como Benny Moré y Barbarito Diez, con un tono fresco y juvenil, pero que preserve el legado de lo que realmente identifica a la cancionística y las melodías de la Isla en el mundo.

Hace poco realizó una gira por Suiza la Orquesta de Cámara de Las Tunas, integrada por una veintena de jóvenes formados en este centro, para desarrollar un intercambio cultural en las más importantes ciudades de esa nación europea.

Pero no solo Las Tunas se beneficia con la formación en La Cucalambé: en ella también se imparten las especialidades de viola, tres, laúd y otras, a estudiantes de provincias vecinas como Granma, Holguín y Ciego de Ávila.

La música, encargada de atribuirle notables alegrías al centro, se acompaña también por la danza contemporánea, especialidad que actualmente mantiene activos a diversos conjuntos como Danza Show y Onilé, que defienden los ritmos tradicionales cubanos y los bailes de la cultura africana.

La Cucalambé nunca está en silencio, los sonidos naturales y humanos que en ella se combinan acogen a niños, adolescentes y jóvenes de los ocho municipios de Las Tunas, y su directora no pierde oportunidad para apuntar que aunque la escuela necesita una amplia reparación, el equipo de trabajo, los profesores y cada uno de los trabajadores, laboran para que los estudiantes reciban la mejor educación y, sobre todo, que sean felices:  «No puedo concebir una escuela en la que sus estudiantes no se sientan felices». (Tomado de La Jiribilla)

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