Las Tunas, Cuba.- Leñadores de Las Tunas, vigentes monarcas, regresan hoy al fragor doméstico dispuestos a defender, astilla a astilla, la cima de la 64 Serie Nacional de Béisbol, que han tallado con sudor y constancia.
Tras la pausa obligada de ayer, el torneo retoma su pulso y todas las miradas convergen en el Julio Antonio Mella, donde los tuneros vuelven a empuñar sus hachas con la gravedad de quienes saben que cada jornada puede redibujar el mapa del torneo y necesitan imponer su ritmo, marcar su territorio y abrir senderos en la espesura.
Con un balance que los mantiene en la vanguardia, el elenco oriental enfrenta a Sancti Spíritus, rival de persistencia silenciosa, sin mucho poder en sus maderos pero aferrado al clavo ardiente de la clasificación.
Para la tropa verdirroja, dueña de una ofensiva temible y un instinto fino para los cierres apretados, este duelo significa algo más que una simple reanudación: es un recordatorio de que la corona se defiende todos los días.
Más allá del “Bosque Encantado”, el país se fragmenta hoy en múltiples trincheras. En el Victoria de Girón, Matanzas se aferra a su condición de perseguidor implacable y busca enderezar el rumbo frente a un Santiago de Cuba que despierta tempestades con su poderío ofensivo.
Holguín, en su Calixto García, recibe a Industriales en un pulso directo por los puestos nobles: unos desatan metralla con el madero; los otros, dueños de uno de los brazos más consistentes del torneo, buscan cortar el paso nororiental antes de que se convierta en amenaza mayor.
En el Nelson Fernández, Mayabeque pretende confirmar su condición de staff más hermético del campeonato y rematar a un Guantánamo hundido en la fragilidad. Mientras tanto, Artemisa y Camagüey chocan en el Cándido González: los primeros, con la mira puesta en la zona verde; los Toros, con el orgullo herido pero todavía capaces de embestir.
Cienfuegos y Granma se enzarzan en un duelo de supervivencia, donde cada carrera pesa como un alegato final. Pinar del Río, por su parte, intenta sostener su fe ante Ciego de Ávila, consciente de que una victoria alargará sus sueños y una derrota los acercará a la penumbra.
En el Augusto César Sandino, Villa Clara encara a La Isla, con la urgencia de sumar en lote para escalar peldaños en la recta definitiva.
Así amanecen los diamantes de Cuba: encendidos, expectantes, afilados como el filo de un hacha. Y en el centro del mapa, Las Tunas, bicampeón vigente, vuelve a su trinchera para recordar que aún dicta ley en la espesura.
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