Las Tunas.- Enseñar es dejar huellas en la vida de una persona, bajo esta máxima la labor de los electromédicos se hereda unido al ejemplo de hombres como el ingeniero en electrónica Alberto Andrés Charles Martínez, quien por más de 20 años asumió diversas responsabilidades en el Centro de Ingeniería y Electromedicina en Las Tunas, un colectivo con 40 años al servicio de la salud.
«Desde 1987 hasta el 1992 tuve la oportunidad de hacer varias prácticas pre-laborales en los centros de Ingeniería y Electromedicina de Las Tunas y Santiago Cuba, y cuando terminé en la Facultad de Ingeniería Eléctrica y Construcción, del Instituto Superior Julio Antonio Mella (ISPJAM), adscrita a la Universidad de Oriente, me incorporé aquí.
«Por esa época éramos cuatro los tuneros graduados en la especialidad de electrónica, nos incorporamos a esta institución en la cual estábamos familiarizados con los procesos por las prácticas pre-laborales, e iniciamos rotando por todas las especialidades», detalla Charles Martínez quien es reconocido en el sector sanitario provincial y del país.
«En aquellos años el centro tenía nueve especialidades, estuve en estomatología, esterilización, soporte de vida o ventilación, y finalmente me quedé en la parte de electrónica de laboratorio», refiere este experimentado ingeniero.
Comenta que lo más significativo siempre fue la motivación de trabajar, «al concluir la universidad uno siempre tiene aquella estimulación de que vas a llegar a un centro donde va a empezar a aprender, porque sí se conoce mucho de teoría pero la práctica se vive en tu primer colectivo laboral.
«Habían muchos recursos, eran otros años, pero siempre existía la necesidad de trabajar. Cuando entramos los cuatro, sumamos nueve ingenieros aquí y el volumen de trabajo nos mantuvo prácticamente motivados. Recuerdo que en esa época arrancamos con el Comité de Innovadores y Racionalizadores, hoy orgullo de la electromedicina tunera.
Recuerda Charles Martínez que el centro no sumaba más de 25 trabajadores y en ese período vivió también la creación del primer comité de base de la Unión de Jóvenes Comunistas con cuatro militantes.
«A la dirección llego en el año 2005 tras varios años de desempeñarme como especialista principal en el Departamento de Electrónica y luego como ingeniero principal, una experiencia que me formó desde la innovación y en cuanto a la solución de problemas en el equipamiento que afectaba los servicios médicos».
«Siempre me entregué al trabajo y eso hizo que el resto de los compañeros se sintieran motivados, una vez que el director por esa época resultó promovido al frente de la electromedicina en el país. Ese resultó mi compromiso, continuar el trabajo alcanzado», refiere en su diálogo quien prioriza la aplicación de la ciencia en su quehacer diario.
«Fue difícil comenzar en la dirección pues me hizo, de cierta manera, desvincularme de la parte activa de lo que siempre soñé: trabajar la tecnología, reparar e innovar desde el punto de vista práctico frente al equipo. Nunca dejé de hacerlo porque estar en la dirección nos impulsa constantemente a prepararnos en busca de una buena conducción.
«Desde el punto de vista laboral el enfrentamiento a las dificultades que provoca el bloqueo me hace recordar entre el 2007 y el 2008, cuando el líder Fidel Castro hizo una reflexión que se llamaba la traición de la Philips cuando por aquel entonces las marcas y líneas de equipos que a través de los años fueron las que primaron en el país empezaron a replegarse y a desaparecer del entorno cubano.
«Eso nos hizo pensar en que no podíamos quedarnos estáticos todo era a base de innovación, disponíamos de algunos recursos materiales e incluso bibliografías, pero tuvimos que repensar sin tener el soporte tecnológico para adentrarnos a esa gran competencia.
«Hemos tenido muchas dificultades pero los cubanos al fin, guerreros permanentes, nunca nos hemos alejado de esos principios de innovar en busca de cualquier solución», subraya mientras sostiene en cada palabra los recuerdos y el presente de un colectivo en el que se potencia y prima la preparación.
«Hoy tenemos un personal numeroso con elevado conocimiento, hay incluso diversidades de profesionales que giran en relación con la electrónica, la programación y la informática, pero carecemos de recursos materiales, mas sobresale la premisa de la innovación permanentemente.
«En la actualidad nos enalentece la velocidad del trabajo en muchas cosas, pero no nos frena nada, un trabajador de Electromedicina es el médico del equipamiento que usa el médico, y ese valor se conoció mucho más en el período de la pandemia por la población».
Este tunero también tuvo la oportunidad de compartir experiencia fuera de la frontera en tres ocasiones, «estuve en Haití en el año 1999, me cogió el cruce del fin del milenio en esas tierras donde permanecí dos años.
«También tuve la oportunidad de llegar a Venezuela en un corto período desde el punto de vista de la dirección además de participar en trabajos de servicios técnicos, lo cual me hizo sentir que todavía estaba activo. Y por último estuve en Saint Kitts y Nevis, por tres años trabajando en el Hospital Nacional Joseph N France», acota este hombre que lidera en su entorno con el ímpetu de innovar en pos de la asistencia médica.
«Uno trabaja para sentir satisfacción de lo que logra. Creo me hubiese gustado en esa experiencia que estuve en la dirección haber tenido más tiempo para mantenerme en la actividad de los servicios técnicos mientras lideraba a un colectivo muy versátil en cuanto a las especialidades con alta preparación desde la práctica diaria».
La certeza de la utilidad de su desempeño en el Centro Provincial de Electromedicina es la mayor recompensa para el ingeniero Alberto Andrés Charles Martínez, un tunero cuyos conocimientos y liderazgo dentro y fuera de fronteras constituyen talento y empeño en pos de situar el saber y el ingenio al servicio de la salud.
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