Las Tunas.- Hoy en día, cuando casi todo pasa por lo material y los requerimientos para sobrevivir nos traen de prisa, alejamos el alma de la positividad y el espíritu, catalogando de locos a aquellos que a diario se visten de sonrisa, y aunque se escuche cliché, los seres de luz, existen.
No es cuestión de creencias religiosas, espirituales, en ocasiones, no llega a ser ni una cuestión de fe, es solo una de las realidades más hermosas y evidentes que nos regala la vida.
Son esa gente que irrumpen y no puedes parar de sonreír, por qué, ni sabes, no es importante, solo algo es cierto: ellos ríen y el de cerca, el del otro lado de la calle, incluso aquel de la otra esquina, sienten su luz.
Y no es razón de andar sacando carcajadas por las calles como clown de feria, no, es que la risa purifica el alma y hasta allí llegan, sanan, ponen su mano e instintivamente te hacen sentir mejor.
No se puede negar como resplandecen al derredor cuando traen la palabra precisa, la positividad, el cariño por el prójimo que todos necesitan.
¿Magia? Que va, son humanos como todos, con problemas y sufrimientos vitales, pero saben amar desde la empatía y llevan como consigna aquello de abrazar al otro, porque no se sabe quien lo pueda estar necesitando.
Tienen la capacidad de ver lo bello en ti y hacértelo saber, esas cosas que quizás hasta tú ignorabas; poseen el don de regalar maravilla en una frase, un gesto, un mínimo detalle.
Vibras positivas, energía de la buena, siempre tratando de encontrar la mejor arista hasta en las situaciones más complejas; y no es que estén ajenos al dolor, justo porque han resistido lágrimas tanto o más que el resto, saben la importancia de levantarse y continuar.
Rodearse de seres de luz es la clave para encontrar momentos de felicidad, esos que te hagan creer, te impulsen a seguir y te demuestren que sí se puede, en tu alegría está también una especie de retribución espiritual para sus almas nobles.
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