Las Tunas.- «Un gran amigo mío, Pedro Méndez, me embullo a pasar un curso y me enamoré de la Cruz Roja, así en el año 2006 ingreso a la organización en Las Tunas, que ni sabía que existía», comenta Rubier Antonio Bofill Núñez, miembro del Grupo de Salvamento y Rescate de la Cruz Roja mientras recuerda sus inicios cuando por esa época estaba vinculado a las labores de la Informática.
«Un año posterior se crea en Las Tunas el Grupo de Salvamento y Rescate Provincial, conocidos como GEOs, que es el Grupo Especializado de Salvamento Rescate y me integro desde mis inicios con un fuerte entrenamiento en un mundo muy adverso a lo que uno ve en una acción de rescate. Desde ahí hasta ahora he estado vinculado con una amplia preparación y organización del trabajo, sobre todo de autopreparación tanto psicológica, física y mental.
«Es indispensable para un voluntario seguir estudiando, es como la carrera de Medicina, siempre aparecen metodologías nuevas de rescate, métodos actuales de primeros auxilios. Y lo que se hacía en un momento de una forma, ahora por motivos educacionales se modifica a otra. Por ejemplo, lo que llamamos RCP, a lo largo de la vida ha sufrido muchas modificaciones, y por eso siempre es obligado estar preparándose», detalla Bofill Núñez.
Comenta que lo más gratificante en estos 20 años de trabajo es el agradecimiento de una persona «una lágrima, una sonrisa, un abrazo, un simple gracias es lo más grato que recibimos. No es fácil una persona que lo ha perdido todo o que su vida esté en peligro, y devolverle esa posibilidad es muy gratificante, y más cuando te lo expresan en lágrimas, en agradecimientos, en palabras, en abrazos.

Rubier Antonio Bofill Núñez, miembro del Grupo de Salvamento y Rescate de la Cruz Roja.
«Es muy grato un padre agradecerte por salvar a su hijo, como un hijo agradece que salves a su padre», comenta mientras apunta que « lo más difícil y doloroso es cuando sabes que vas a buscar es un cadáver. Duele porque para eso nunca estamos preparados. No es sencillo recuperar un cuerpo de un niño ahogado, de un adulto asfixiado o de una caída».
Dentro de estos años de experiencia Rubier habla de la superación de los voluntarios en la optimización del servicio, «la preparación nos permite ejecutar la acción con agilidad y profesionalidad, generalmente en un accidente de tránsito, la víctima sufre lesiones, pero sus lesiones se multiplican a la hora de las malas maniobras de las personas que tratan a ayudar pensando que están haciendo un bien y agravan la situación.
«También es vital el apoyo psicológico para saber cómo enfrentarte a una víctima, además de los primeros auxilios. La otra es la preparación profesional en las técnicas de rescate ya sea en altura, en cueva, en agua, todas son fundamentales y son necesarias conocerlas. Por eso tenemos instructores a nivel nacional y técnicos de rescate, y bomberos que fungen como instructores ».
Rubier tiene muchos sueños pero dentro de la Cruz Roja solo tiene una amplia ambición «quisiera poder brindarle 20 años más de labor a la organización, ese es mi mayor sueño. Han sido años difíciles, de altos y de bajos, de situaciones complejas, felicidad, tristezas.
«No tenía ni conocimiento ni idea de la Cruz Roja y me enamoré tanto que he pasado de diferentes profesiones y sin embargo sigo prestando servicio cada vez que se me llama y en ello es esencial mi familia, porque no es fácil ir hacer una acción de rescate y estar pensando en la casa», añade.
«Mi familia es pequeña aquí en Las Tunas, pero a mi familia se sumó mi vecindario, mi cuadra, mis vecinos quienes me apoyan cuando debo trabajar y me dicen, no te preocupes, tu mamá va a estar cuidada».
En sus palabras no falta el reconocimiento a su equipo, a los voluntarios de la Cruz Roja tunera «Hay que ser valiente para mantenerse y hacer las cosas que hacemos, cada uno de ellos se define primero por su valentía y por su humanidad.
La voz del voluntariado…
Entre ellos otro trabajador Giovanni Rojas Reyes, técnico en rescate, levanta su voz «entro a la Cruz Roja hace alrededor de cuatro años por un convenio que se hizo entre los deportes aéreos y la Cruz Roja para dar cursos de primeros auxilios en caso de que tuviéramos una incidencia en el deporte, desde ese entonces me quedé en la Cruz Roja, comenta este integrante del paracaidismo y el vuelo libre (parapente) en la provincia.
«Lo que más me ha llamado la atención es el rescate, el contacto con las personas en situaciones adversas que se hacen evacuaciones, ayudas humanitarias, rescates en situaciones de inundación y de accidentes».
Comenta que recientemente marcó mucho su labor «cuando tuvimos que asistir a los hermanos de Granma tras el paso del Huracán Melissa. Tuvimos ante la evacuación de personas en situaciones excepcionales, postrados, encamados, en sillas de ruedas, familias completas que no podían valerse por sí mismos.

«En esas jornadas hacíamos los traslados con el agua al pecho, en situaciones que se vieron bastante incómodas, recuerdo a una familia completa de personas ciegas que tuvimos que sacarlas en un bote sin motor desde la terminal de trenes allí, y otro caso era un señor que a pesar de tener el agua más arriba de la mitad de la casa no quería evacuarse», refiere Rojas Reyes.
Tras cuatro años de experiencia Giovannis denota a la Cruz Roja como «una organización que protege la vida de las personas con el apoyo incondicional de los voluntarios, personas con altos valores de humanismo y compañerismo. Como voluntario tengo amplias perspectivas pues mi hijo Javier De Jesús Rojas sigue mi camino en el grupo de rescate y salud, mientras anhelo los rescates en altura, incendios y lugares acuáticos».
Cruz Roja en Las Tunas, expresión genuina de solidaridad
La Cruz Roja durante este año ha tenido vivencias muy hermosas, sobre todo por la participación del voluntariado en el rescate y salvamento ante el huracán Melisa, con el protagonismo de nuestros voluntarios, hasta la zona de Guamo, Río Cauto, donde laboraron junto al grupo de rescate y salvamento del cuerpo de bomberos, un trabajo muy hermoso, refiere Yaditzi Cutiño González, psicóloga de la Cruz Roja en Las Tunas.
«Salvaron niños, ancianos, adultos mayores, todas esas personas vulnerables, y trabajaron sobre todo con el amor que los caracteriza, esa parte humanitaria que tiene el voluntario, capaces hasta de dar su vida para salvar a otros, y lo demostraron allí con mucho coraje y valentía, herederos de valores humanitarios, propios de una auténtica organización», destacó Cutiño González.
Cuba es conocida por su historia solidaria y el impacto social de los voluntarios de la Cruz Roja, una organización que en la provincia lleva el sello de más de mil 700 hombres y mujeres comprometidos con la vida.
Este cinco de diciembre como proclama la Asamblea General es el Día Internacional de los Voluntarios para el Desarrollo Económico y Social destacándose la presencia de la Cruz Roja como parte de esa red internacional diseñada para proteger a la humanidad.
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