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El verano, un aluvión de significados

Por Yelaine Martínez Herrera

Las Tunas.- El verano toca a la puerta, seductor, desafiante. Lleva consigo las ansias locas del descubrimiento, las ganas de soltar un poco las tuercas, sin perder totalmente la cordura.

Bajo sus alas, la alegría del reencuentro con amigos, el anhelo (quizás no tan consciente) de encontrar el amor en alguno de sus parajes, tal vez en una playa, bajo el sol arrullador de los meses estivales, en una acampada, con la naturaleza cómplice alimentando antojos y esos sueños muy recónditos de renacer.

El verano llega con la frescura de un joven galán, de esos que saben -cual caballero del siglo XIX- montarte en su calesa y llevarte -con total hidalguía- a conocer el mundo de una vez.

El verano se acuesta en plena arena para que le acaricien los rayos del astro rey, ese manto intenso de color trigo que debemos disfrutar en justa dosis. Pero el verano también se pierde entre las páginas de algún libro, asumiendo personajes que nos permiten viajar a otras épocas, sentir otras pieles.

Ama, además, volver a las esencias, a ese terraplén que desandaste en la infancia, a las guayabas pintonas, a los nidos que descubrías en algún que otro árbol… Así recuerdas, por ejemplo, tus primeras travesuras, los cuentos de fantasmas o aparecidos que narraban tus abuelos recostados al bohío, los primeros noviazgos entre las guardarrayas…, ¡tantas cosas!

El verano te invita a salir alguna noche para olvidar, entre risas y copas (no tan en demasía), lo mucho que trabajaste para llegar aquí, para recordarte que eres humano (no robot) y que, por tanto, mereces desconectar de vez en cuando, mereces ser feliz.

Pero «este amigo» no solo implica adrenalina, también es responsabilidad, aunque viaje camuflada con nosotros a cada lugar. Sobre todo para los que somos padres y no debemos olvidar, ni siquiera en esta etapa de relax, que «esos locos bajitos» (como dijo Serrat) dependen de nosotros y no debemos descuidarlos nunca.

El verano te abraza, te sofoca, te desafía cual crucigrama, pero también te acaricia, te amasa, te calma.

En verano creemos que el tiempo se detiene, que somos invencibles, que la vida tiene unas alas enormes, y no precisamente de cera.

El verano es eso y mucho más. Es todo lo que quieras si palpitas a su ritmo. Sin embargo, no olvidemos que la vida continúa después de estos dos meses. Vamos a ser felices, vamos a soñar, pero que no se nos vaya el aliento así, en el proceso, por no poner frenos a un instinto que, en su naturaleza primaria, quiere sencillamente conquistar el mundo a toda costa.

/mga/

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