Las Tunas.- Para los protagonistas del sector agropecuario cubano, el año 2022 se llevó el récord en cuanto a dificultades, carencias y también responsabilidades, pues en sus manos recayó una parte significativa de la alimentación del pueblo.
La provincia de las Tunas no escapó a esa situación y en la memoria colectiva quedan puntos de venta con pocos o ningún recursos y otros mostradores atiborrados de granos, viandas, frutas, hortalizas y carnes; pero, a precios espeluznantes.
Faltaron insumos materiales muy necesarios para el desarrollo de la agricultura y la ganadería y enumerarlos sería engorroso. Sin embargo, es preciso mencionar los medicamentos de uso veterinario, alimento animal para cerdos y aves, los fertilizantes, las piezas de repuesto y el combustible.
Eso, sumado a los efectos prolongados de la sequía y a la ineficiencia de las juntas directivas de algunas unidades productoras, ha provocado un menor aprovechamiento de la tierra, en aras de obtener más alimentos.
Tampoco se aprecia- de manera general- un alto impacto de las 63 medidas adoptadas por el gobierno cubano para dinamizar las producciones agropecuarias. Incluso, en varios análisis sobre el tema se ha dicho que muchos campesinos y trabajadores estatales desconocen todos sus beneficios.
En el año recién concluido todo eso repercutió en incumplimientos de los planes de roturación de tierras, inseminación artificial y crecimiento de la masa de diferentes especies, por solo citar esos ejemplos entre una larga lista de sinsabores.
En el sector agropecuario de Las Tunas la suerte está echada y se vislumbran discretos resultados como que todos los municipios terminaron el año con un promedio de 30 libras de productos agropecuarios por habitantes, que entró en producción la planta del biofertilizante Ecomic y que se detuvo el decrecimiento porcino.
Pero, son muchísimos más los asuntos pendientes para este año 2023, al que directivos y productores deben imponerle altas dosis de creatividad, dedicación, voluntad y disciplina, además de agroecología, ciencia e innovación tecnológica.
Incrementar las crianzas y cosechas para que disminuyan los precios es la meta y este nuevo calendario será igualmente decisivo en el empeño de garantizar la sostenibilidad de las producciones, tal como recoge la Ley de Soberanía Alimentaria y Seguridad Alimentaria y Nutricional.
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