Esta es una fábula política brasileña que apareció en las redes sociales cuando Jair Bolsonaro ganó en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil. Se sustenta en la fábula clásica de la cigarra y la hormiga y vuelve otra vez a las redes sociales. Yo la interpreto y la expreso dentro del contexto cubano, en un mensaje que tuvo su origen en Facebook.
En una intervención armada contra Cuba morirá el invasor, de eso no hay dudas y por supuesto, miembros del ejército cubano, del pueblo, que es decir hombres, mujeres, jóvenes, viejos y niños, escuchen bien: niños de cualquier edad.
Pero dentro del escenario bélico, la metralla y las bombas (que en esos casos no tiene distinción porque se trata de arrasar todo), también morirán los que ahora mismo desde Cuba claman por esa intervención. Pero no solo ellos, morirán su familia, sus hijos, sus padres, sus nietos y todos los que sean alcanzados por los misiles. Y morirá hasta el que esté en contra, aunque no tenga una posición revolucionaria porque no es obligado. Y morirá también el que se abstiene.
Los únicos que no morirán son quienes desde fuera de Cuba también piden todos los días al gobierno de Estados Unidos que invada a Cuba (como si eso fuera tan fácil), porque estarán viendo el juego desde las gradas, cómodamente sentados contemplando los muertos de un lado y del otro, como para demostrar que no les importa nada de lo que aquí pase.
Y una sentencia que no está en el cuento pero que yo agrego: quienes piden una agresión armada contra su país natal son seres irracionales (no humanos) y no tienen perdón de Dios.
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