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Inadmisible es la palabra

Las Tunas.- En la jornada del 16 de junio la provincia de Las Tunas reportó 51 casos positivos a la Covid-19, de ellos 44 en esta ciudad capital, de los cuales 41 fueron autóctonos.

Esa cifra, la segunda más alta en la historia de la pandemia en esta región del oriente de Cuba, es una muestra de la complicada situación epidemiológica, que no se controla a pesar de los esfuerzos de la máxima dirección de la provincia, los profesionales de la Salud y otras instituciones estatales, en una labor verdaderamente desgastante.

Sin embargo, en esa misma jornada, de sol y preocupaciones de algunos por la salud de la población, la céntrica calle Lico Cruz mostraba esta concentración de irrespeto a protocolos y medidas organizativas para entrar a El Criollito, uno de los comercios de la ciudad, nada más y nada menos que para comprar ¡cerveza!

Y seguramente muchos notarán la ausencia de la policía para organizar ¿la cola?, y otros opinarán que no hay distanciamiento social, que eso ya es normal, que, que, que…

Se podrá decir y decir, pero lo que sí es una evidencia muy clara es que a muchas personas no les importa su salud y mucho menos la de los demás. Porque hacer cola para comida está bien, pero no para cerveza. ¿Cuál es la necesidad? En tiempos de normalidad son varias, pero ahora, ¿qué justifica eso, cuando lo más importante debe ser evitar las aglomeraciones y el contagio?

Mire bien la foto: personas en el medio de la calle (una de las más transitadas de la ciudad) porque no cabían en las aceras, y había gente más allá de la cuadra donde está «El Criollito».

El hecho mismo da lugar a varias interrogantes:

¿Dónde estaban los agentes del orden público para acabar tan burdo desorden con la aplicación del Decreto 31/21 De las infracciones de las medidas sanitarias para la prevención y enfrentamiento de la Covid-19? Además, en la tercera fase en la que se encuentra la provincia de Las Tunas se indicó que «en los comercios, donde quiera que se brinde un servicio se tiene que garantizar el distanciamiento físico establecido, entre personas. Esto incluye las colas, en las que tendrá que existir una distancia de un metro».

¿Hasta cuándo la ciudadanía no va a tener conciencia de que la Covid-19 mata, ha ocasionado la muerte de mil 118 cubanos y ahora mismo hay más de siete mil 620 casos confirmados activos en el país? ¿Es más importante una caja de cerveza que evitar ese tumulto para no enfermar, para cuidar la vida?

¿Cuántas de esas personas son coleros-revendedores que al instante ofertan la caja de cervezas a precios desorbitantes, lo cual es un secreto a voces?

Y una que algunos también se hacen: ¿Es necesario que las entidades estatales oferten cerveza (peor en un solo comercio) cuando eso no es un producto de primera necesidad? ¿Con eso no se ayuda al propio desorden que ya parece no tener arreglo? ¿Por qué alimentarlo (al desorden) en un momento en que la provincia tiende a complicarse más?

Si no hay un análisis riguroso con este tipo de situación estaremos condenados a vivir con la irresponsabilidad de muchos a los que solo les importa comprar todo lo que oferten. Porque incluso, ni para adquirir comida el ambiente se torna tan enrarecido y tumultuoso. Yo por lo menos, no había visto algo igual.

Nada justifica que en este momento se expenda cerveza de tal forma. Si hay que venderla -yo no lo considero porque vivimos momentos excepcionales- habría que buscar otras variantes, pero no así. Es sencillamente inadmisible, porque preservar la salud y proteger a la población es hoy la prioridad. Entonces, no puede haber un fallo ni una fisura más, y mucho menos por una bebida, que todos sabemos a manos de quienes va a parar en su inmensa mayoría y el destino final.

/mga/

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Miguel Díaz Nápoles
Periodista, fotorreportero, realizador de cine, radio y vídeo, profesor universitario. Master en Ciencias de la Comunicación, Universidad de La Habana. Vicepresidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en Las Tunas. Conferencista sobre temas de Comunicación, Periodismo e Internet. Premio Nacional de Periodismo hipermedia 26 de Julio en 2006 y 2007. Ha sido galardonado en varias ocasiones con el Premio Provincial Ricardo Varela Rojas por la obra del año y de Periodismo Ubiquel Arévalo Morales y en otros certámenes del sector. Fue reportero del diario 26. Durante el 2001 le dio cobertura informativa a la labor de los médicos cubanos en Ghana, en el África Subsahariana y sobre sus experiencias escribió el libro Hacia el reino del silencio, publicado en 2008 por la Editorial Pablo de la Torriente Brau, de la Unión de Periodistas de Cuba. En 2000 creó Tiempo21, edición digital de los Servicios Informativos de Radio Victoria. Productor del largometraje Los Cuervos y el cortometraje Homoerectus, de producciones Acoytes-Uneac, Las Tunas. Durante 2016 y 2017 se desempeñó como editor de contenido de la Dirección General de Multimedia en Español, y de las Mesas de Redacción y Asignaciones del canal multiestatal TeleSur, en su sede central de Caracas, Venezuela.

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