Colombia.- Llegar a 105 años constituye todo un privilegio. Y también saberse erguida al paso del tiempo, luego de que la semilla fuera sembrada y tomara esencia la actual ciudad de Colombia, desde el 28 de febrero de 1916.
El ferrocarril, la chimenea, el área de molienda, el almacén de azúcar… desprenden olor a esa mezcla entre caña, guarapo y miel; un central que marcaría las pautas del nacimiento de un poblado: Elia.
Con el paso de los años, Elia poco a poco construyó su historia, y dejó sus huellas; desde la emblemática calle de Los Cocos, la avenida central, el parque principal de la localidad, devenido en parque de las madres, hasta las tiendas y centros comerciales, como la de Justo Díaz.
Y es que, en esa simbiosis propia de la vida cotidiana, creció y se transformó. Por nombre, las generaciones más jóvenes la nombran Colombia, sin olvidar sus raíces. Son 105 años de esta localidad que abraza a los suyos. Aunque no existan enormes edificios, grandes paseos o centros comerciales, posee valores inigualables para quienes día a día recorren sus calles.
Otro nuevo aniversario y ¡mira que han transitado hijos por esta tierra linda y buena!, como diría Polo Montañés, al cantarle al país sudamericano de quien orgullosamente adoptó su nombre.
Mencionar a toda esa gente humilde y valerosa resulta imposible. Pero bien vale referirse a algunos de los más conocidos por varias generaciones de coterráneos: Pavin y su peculiar llamado a los pasajeros en las áreas de la terminal; Bolsa, quien lustraba calzados en el centro de la ciudad, o Kikito que trabajaba en el policlínico e identificado por su pequeña estatura. Y qué decir de personajes actuales, como los «Dulce Cocos».
Así arriba, este 28 de febrero, el otrora poblado de Elia a otro cumpleaños, y sus hijos celebran orgullosos la historia y edifican el futuro con el trabajo cotidiano.
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