Desde el corte de caña hasta la llegada de la gramínea a los centrales, es un proceso en el cual coexisten hombres y máquinas en largas jornadas de trabajo.
La zafra, durante cuatro meses ininterrumpidos, demanda de la potencia de las industrias y de la presencia constante del obrero, quien bajo el sol y en las diferentes áreas del central debe guiar el proceso agroindustrial.
Es, sin dudas, innegable que esta labor, dura pero hermosa, inicia en los campos, donde los albores sorprenden a macheteros, combinadas y camiones trabajando para que la materia prima no falte al central, y disfrutar al final de la deliciosa azúcar de caña, símbolo de la cubanía y uno de los principales renglones económicos del país.
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