El mandatario arribó a la capital de Belarús al mediodía del martes para realizar una visita oficial que es también parte de su gira por países europeos.
MINSK, Belarús.- Cerca de las 10:00 de la mañana, hora de Irlanda –cinco menos en Cuba – levantó vuelo del aeropuerto internacional de Dublín la aeronave que traslada al Presidente Díaz-Canel y a su delegación por varios países europeos durante estos días finales de octubre. La segunda parte de la ruta fue de Dublín a Minsk.
Con flores y pan con sal en manos de tres mujeres bielorrusas, tal como dicta la tradición eslava, fue recibido el mandatario al pie de la escalerilla del IL-96. De manera oficial, el primer abrazo lo dio Pavel Utiopin, ministro de Industrias; luego, Pavel Shestakov, viceministro de Relaciones Exteriores, y, finalmente, Aleksander Aleksandrov y Juan Valdés Figueroa, embajadores de Belarús y Cuba.
Díaz-Canel, junto a su compañera Lis Cuesta, caminaron por una alfombra roja extendida en la losa del aeropuerto, con guardias de honor a ambos lados. Comenzaba así la visita oficial del Presidente cubano a este país, en el que ya había estado en 2016, cuando era Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros.
A la delegación que ya acompañaba al Presidente en su gira por Europa, se unieron en Minsk el vicepresidente del Consejo de Ministros, Ricardo Cabrisas Ruiz; el titular de Agricultura, Gustavo Rodríguez Rollero; la presidenta del Banco Central de Cuba, Irma Martínez Castrillón; el presidente de BioCubaFarma, Eduardo Martínez Díaz; y los viceministros de Relaciones Exteriores y Salud Pública, Rogelio Sierra Díaz y Marcia Cobas Ruiz, respectivamente.
La República de Belarús, que estableció relaciones diplomáticas con la Isla el 16 de abril de 1992, es considerada una de las naciones europeas más cercanas a Cuba en temas vinculados a la política y la ideología. La visita oficiala la Mayor de las Antillas del Presidente Aleksandr Lukashenko, en junio de 2012, y otras dos en los años 2000 y 2006, dan cuenta de un intercambio político al más alto nivel y de una cercanía que se desentiende de los poco más de nueve mil kilómetros que separan a La Habana de Minsk.
La nación que ahora visita Díaz-Canel tiene una extensión territorial de 207 mil 600 kilómetros cuadrados y su población suma unos 9 millones 475 mil 600 habitantes. Es un país estable políticamente, con una tendencia positiva al crecimiento económico y sus índices sociales son favorables: el desempleo ronda el 0.3%, la mortalidad infantil en 2018 cerró con 2.5 por cada mil nacidos vivos y la esperanza de vida promedio alcanza los 74,3 años. Como Cuba, la baja tasa de natalidad es uno de sus principales problemas.
Durante dos días estará aquí la delegación caribeña, antes de continuar camino a Bakú, en Azerbaiyán, para participar en la XVIII Cumbre del Movimiento de Países No Alineados.
Sin un segundo para el descanso – como ya es habitual en los recorridos dentro y fuera del país – Díaz-Canel y su comitiva fueron directo del aeropuerto de Minsk al Parque Industrial Gran Piedra”, zona de un prometedor desarrollo en manos de Belarús y China.
A 25 kilómetros de la ciudad, el Parque arrancó sus actividades en el 2015 y a cuatro años ya cuenta con 15 empresas en plena marcha y mil millones de dólares como volumen total de las inversiones anunciadas. Los inversionistas provienen de China, Belarús, Alemania, Suiza, Israel, Austria…hasta llegar hoy a 55 países.
Según explicaron directivos chinos y bielorrusos, hasta ahora las líneas principales se dedican a la fabricación de motores para camiones Minsk, condensadores para los autobuses eléctricos de Bielorrusia y grandes grúas para la construcción.
“Gran Piedra” tiene un área total de más de 110 kilómetros cuadrados, pero en su primera fase, que está a punto de concluir, cuenta con unos 8.5 kilómetros cuadrados. Está dividido en tres sectores principales: el parque logístico, la zona industrial, así como la residencial y comercial. La idea – según detallaron al presidente cubano – es lograr dentro de Minsk otra moderna ciudad.
Los directivos del Parque Industrial dieron la bienvenida a empresas cubanas para que se instalen en sus predios, sobre todo las vinculadas con la biotecnología. De manera particular hicieron referencia a BIOCUBAFARMA, líder de la Isla en estos temas.
Díaz-Canel agradeció la posibilidad de visitar “Gran Piedra” para tener más información, comparar con lo que se hace en la Zona Especial de Desarrollo Mariel y valorar cuáles empresas cubanas de alta tecnología pudieran estar en este Parque Industrial.
Muchas empresas de China y Belarús podrían instalarse también en el Mariel, añadió el mandatario, para que la Ruta de la Seda cruce el Atlántico y se puedan realizar proyectos conjuntos.
Ya entrada la noche en Minsk – con siete horas más que en Cuba – el Presidente de la República y el grupo que le acompaña caminaron por el centro de esta hermosa y apacible ciudad, que recibió a los caribeños con un tiempo climatológico menos áspero que lo habitual por estas fechas. Quienes se bajaron del avión apertrechados para el frío fueron quitándose abrigos por el camino, sobre todo ante el ritmo habitual de las caminatas de Díaz-Canel.
Esta noche de martes no fue diferente y en poco más de una hora la delegación cubana visitó la Iglesia de San Simeón y Santa Elena, conocida aquí como la Iglesia Roja; la Catedral del Espíritu Santo; el barrio Troistky, considerado la joya de la arquitectura de la ciudad; y la Isla de las Lágrimas, devenida en monumento a los más de 30 mil soldados bielorrusos que participaron en la guerra de Afganistán entre los años 1979 y 1989. Casi 800 perdieron allí la vida.
Y así, con las marcas aún frescas de una ciudad con siglos de valiente historia y una modernidad que no empequeñece a quien la visita, la delegación cubana amanece este miércoles en Minsk. La agenda, de nuevo, será intensa; otra vez, de sol a sol. (Leticia Martínez Hernández /Enviada especial Presidencia Cuba)
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