Las Tunas-. Cuando Guillermo, entrenador del gimnasio de la peluquería Ilusión de esta ciudad, me dijo: «Acércate a Maira porque es la mujer que más años lleva conmigo en este gimnasio», imaginé a una fisiculturista que tiene como meta y mayores proyectos en la vida el conservar su imagen.
Imaginé a una mujer de figura exuberante y sin mayor compromiso social que el de hacer pesas para lucir cada vez más atractiva ante las miradas de algún caminante casual.
Confieso mi asombro cuando me expuse, frente a frente, ante la sonrisa y amabilidad de una señora de uniforme y rozando las cinco décadas. No tenía visibles definiciones ni parecía escasa de responsabilidades; sin embargo una idea habitaba fija en mí: llevaba más de 20 años asistiendo al gimnasio.
«Practico ejercicios desde la edad de 20 años aproximadamente y considero que esto ha sido favorable para mi cuerpo ya que comenzar siendo joven te prepara y crea una base.
«Ya ahora tengo una edad que me entra al climaterio, la menopausia y para sobrellevar todos estos procesos es muy necesario hacer ejercicios físicos».
Los entrenamientos relajan la mente y evitan el estrés. Al estar rodeada por mujeres de todas las edades con ganas de viviry ser felices, los chistes, alegrías e impulsos, hacen la estancia en el local placentera y feliz.
«Los entrenadores por lo general son muy prácticos y dinámicos. Regularmente hacemos aerobios porque nos dan mucha energía, es intenso, con música y nos trabaja casi todas partes del cuerpo de forma entusiasta.
«También se cuenta con los equipos que fortalecen y definen los músculos. Las señoras de mi edad requieren mucho de ellos para no perder la tonificación».
Las que no frecuentamos estos locales decimos «El tiempo no me alcanza» para justificar la pereza, totalmente injustificable ante la vida de una Maira que es madre, esposa, hija, trabajadora estatal, estudiante, ama de casa y mujer.
«El tiempo hay que hacerlo. Yo trabajo como representante de tráfico y venta en Cubana de Aviación y en esta labor tengo un horario cerrado de 7:00 de la mañana a 2:00 de la tarde.
«Al llegar a casa me encuentro con mi mamá que es una anciana a la que debo atender, una hija adolescente que estudia en el preuniversitario Luis Urquiza Jorge, y un esposo al que también le debo dedicar tiempo.
«A las 6:00 de la tarde voy a las clases de la escuela de idioma, ¡imagina cómo hago para asistir diariamente al gimnasio!
«Pero la vida me ha demostrado, y lo digo por experiencia, que cuando una se lo propone encuentra el tiempo.
«En lo personal evito faltar al encuentro con el derrame de sudor, porque me alivia de todo malestar que pude tener en mi día, me aleja de preocupaciones innecesarias, me hace plena y muy feliz. El gimnasio ya forma parte de mi vida».
Maira cambió toda mi concepción y estereotipos de mujeres que frecuentan al gimnasio. Es el conservar la salud física y mental lo que más las retienen entre hierros y buena música, y hoy, a sus 50 años, es una mujer de alma jóven.
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