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Guillermón Moncada, el heroísmo invicto

Las Tunas.- Ninguna bala enemiga, ni el machete traicionero pudieron doblegar al gigante negro que durante las tres guerras por la independencia de Cuba dio duro batallar al Ejército Español.

Tocaría a la infame tuberculosis, contraída durante la cruel prisión a la que fue sometido, la dudosa gloria de arrebatarle a Guillermo Moncada Veranes, el honor de morir como había vivido, luchando contra los males del colonialismo.

Natural de Santiago de Cuba, nació descendiente de esclavos el 25 de junio de 1841.

Sus ideas de rebeldía contra la opresión y la discriminación racial lo llevaron a incorporarse tempranamente, en 1868, al alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes, a las órdenes del general, Donato Mármol.

Desafiando su escasa instrucción, y a fuerza de coraje se ganó su primer ascenso como segundo Jefe de su tropa a solo un mes de iniciada la contienda mambisa y comenzó a destacarse por su extraordinaria inteligencia entre sus compañeros.

Guillermón, luego combatió a las órdenes Máximo Gómez. Incursionó como experto guerrero en Camagüey con Calixto García y regresó al Oriente con Antonio Maceo.

También en Mangos de Baraguá, sería un puntal valioso al lado del Titán de Bronce, y ya con grados de general de brigada, al rechazar firmemente el Pacto del Zanjón.

De su decisión de no claudicar dio claras muestras al organizar la Guerra Chiquita en unión de José Maceo y Quintín Banderas.

Al fracasar este nuevo intento y escapar de prisión, José Martí lo designó jefe de la provincia de Oriente, como líder indiscutible y el jefe de mayor prestigio allí, en ausencia de Antonio Maceo, para llevar adelante la Guerra Necesaria en 1895.

Solo su carácter indomable le permitiría alzarse justo el 24 de febrero de 1895 en Alto Songo, cumpliendo la orden del levantamiento armado. Allí, le confió la jefatura al Mayor General Bartolomé Masó al presentir cercano su fin.
El cinco de abril de 1895, en el campamento de Joturito, el general de las tres guerras se fue de este mundo, con los pulmones pulverizados por la enfermedad y el heroísmo invicto.

Su nombre pervive asociado al espíritu rebelde y de resistencia del pueblo cubano.

/nre/

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