Radio Victoria en Vivo

InicioLas TunasAdolescentes e indisciplina social, un tema para reflexionar

Adolescentes e indisciplina social, un tema para reflexionar

Las Tunas.-En los últimos días, y por esas raras coincidencias que ocurren de manera fortuita, he sido confidente de madres de adolescentes preocupadas por las actitudes poco convenientes de sus “retoños”.

Vale aclarar que en ambos casos se trata de muchachas, casi niñas, bien criadas, inteligentes y con posibilidades de conquistar un futuro brillante por sus capacidades y el apoyo incondicional de sus respectivas familias.

¿Qué les preocupa entonces a sus progenitoras? Para empezar la terquedad y mal carácter con que las adolescentes en cuestión defienden su postura ante situaciones cotidianas; el hecho de no escuchar a sus mayores y que prevalezcan los criterios del grupo; enfrentamiento a la autoridad de los padres; inicio precoz de relaciones sexuales con el consiguiente peligro del embarazo no deseado; rechazo a lo considerado imposiciones: las tareas de la escuela y del hogar, entre otras.

La lista podría incrementarse; pero, para quienes hayan tratado con adolescentes, hembras y varones, en el seno del hogar o en la escuela, pueden imaginar el resto porque estas no son realidades aisladas, extremas ni mucho menos suceden por culpa de una mamá consentidora.  Sobre todo son manifestaciones propias de la edad y en alguna medida surgen por la influencia del ambiente en que se desarrollan las/los protagonistas.

Peor es cuando se trata de los muchachos que se creen hombres y todavía actúan como niños; otros en su afán por convertirse en adultos y que se les respete como tales cometen errores, superables en la mayoría de las ocasiones si son corregidos a tiempo, pero con consecuencias nefastas para aquellos que no cuentan con una familia preocupada o la supervisión de la escuela u otras instituciones sociales.

Recordemos que la adolescencia se presenta como el camino a la adultez, o lo que es lo mismo: el periodo de transición entre la infancia y la adultez, lo cual significa que tenemos arcilla maleable en las manos, y aunque parezca difícil depende de los adultos formar hombres y mujeres capaces de transformar el mundo.

Existen criterios que consideran la adolescencia como una etapa de crisis para los chicos y chicas, extensiva por supuesto a los padres; a veces esa crisis se resuelve o desaparece sin grandes trastornos; otras, en cambio, se transforma en problemas mayores.

Hay varias definiciones acerca de la adolescencia, pero si lo consideramos de forma abarcadora, debemos tener en cuenta que el adolescente es una persona que se encuentra en un periodo de cambios, a nivel físico, emocional, afectivo, sexual, etapa que requiere de apoyo y recursos psicológicos y sociales para alcanzar ciertas metas, tales como la elaboración de su identidad y el planeamiento de un proyecto de vida satisfactorio.

Se trata entonces de no desesperarnos ni condenarlos. Entenderlos y estar a su lado, aunque sea en las peores circunstancias, será la mejor postura de los padres y educadores en sentido general.

Los adolescentes y la indisciplina social

Pero, ¡cuidado! El adolescente no solo cuestiona lo establecido en su casa, también lo hace en la escuela, y a no dudarlo lo puede hacer en la calle violando las leyes de diferentes maneras. Esta postura de provocación va contra toda norma, regla o moral que provenga del mundo de los adultos.

Por ejemplo, los varones se reúnen en grupos, tanto en los centros escolares como en la vía pública, y entre ellos según su código de hombría utilizan frases inapropiadas para saludarse y despedirse, lo mismo que para piropear a una muchacha, se suscitan discusiones en las cuales se producen faltas de respeto, palabras groseras, agresiones físicas… incluso se atreven a desafiar de palabra a sus profesores u otros mayores.

El regreso de una fiesta durante la cual ingirieron bebidas alcohólicas será el comienzo de una riña tumultuaria, escándalos, maltrato al ornato público, botellas rotas y malas respuestas a los vecinos que se atrevan a llamarles la atención.

Todo ello sin contar los que abandonan los estudios porque necesitan ganar dinero fácil y abundante haciendo “negocios” para comprarse lo que se lleva según los patrones de la moda.

Cuando ocurren incidentes extremos como los mencionados, sin dudas ha habido un debilitamiento de la disciplina en el hogar, en la escuela y hasta en la comunidad por parte de los organismos encargados de vigilar por el cumplimiento de la ley y el bienestar de la gente del barrio.

La falta de exigencia y rigor en la labor educativa, la tolerancia de las familias y la indiferencia de quien se hace el ciego para evitarse problemas, alientan, o al menos son conductas permisivas ante lo mal hecho.

Adolescentes en Las Tunas

Los adolescentes tuneros no escapan de la realidad que vive el país con sus inevitables consecuencias para toda la población y en particular para los jóvenes. Sin llegar a ser una catástrofe, debemos contemplar el fenómeno como una expresión negativa que no podemos tolerar porque puede convertirse en un problema de lamentables consecuencias para todos, de una u otra forma.

Si queremos controlar la indisciplina social que hoy vemos reflejada en alguna medida en las instituciones escolares, en las casas y calles donde se encuentran nuestros adolescentes y jóvenes, hay que aumentar la atención hacia ella, cerrar filas y tomar las medidas necesarias cuando sean pertinentes.

No ganamos nada al decir: “la juventud de hoy está perdida, en otros tiempos no era así”… En primer lugar, la juventud no está perdida, al contrario, miles de ejemplos conocemos a diario de jóvenes que resaltan en distintas esferas de la vida social, económica y científica del país.

Pueden llamarse Henry Zorrilla, Omara Durand, Francisco Sotomayor, Lester F. Ballester, Dilis Moreno o Gretel Yanet Tamayo Velázquez, solo por citar algunos ejemplos: todos son jóvenes de estos tiempos, todos fueron adolescentes en Cuba y hoy son excelentes profesionales, personas respetables que aportan a la sociedad y construyen un futuro mejor.

En segundo lugar, y lo más importante, actuar debe ser la palabra de orden, corresponde a los adultos, unidos, evitar que los adolescentes y jóvenes sigan un camino equivocado y para ello nos asisten la razón, la experiencia y la fuerza que dan los valores arraigados en la conciencia de cada uno de nosotros.

/lrc/

Comente con nosotros en la página de Facebook y síganos en Twitter y Youtube

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí