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Mirtha Figueredo: Fuera de las aulas también se enseña

Amistad, entrega, consagración al trabajo, responsabilidad, son solo algunas de cualidades que definen a la tunera Mirtha Figueredo, una de esas mujeres que ha dedicado su vida a hacer crecer a los demás.

«Desde 1961 comencé a trabajar en el magisterio, precisamente un 7 de enero, cuando iniciaba la Campaña de alfabetización.

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«Alfabetizaba a siete brigadistas en el campo, en mi lugar de residencia. Tenía cerca de 18 años, actualmente tengo 77. Era mucha la felicidad cuando se declaró el barrio libre de analfabetismo», recuerda la ya jubilada.


El magisterio la llevó hasta el centro escolar Mártires 28 de diciembre, «una muy buena escuela, de la cual guardo recuerdos inolvidables.

«Después pasé a trabajar al municipio y luego al Instituto Superior Pedagógico. Hice mi licenciatura de maestra primaria. Estuve en el grupo de los primeros licenciados en esa enseñanza. Nunca olvido que nos reconocieron en La Habana, frente a Fidel Castro, en el Karl Marx».


Con 55 años Mirtha tuvo que dejar atrás las aulas, los estudiantes, ya le tocaba la jubilación y por razones familiares no pudo volver a dar clases. Hoy todavía la recuerdan y cada reencuentro la llena de satisfacción.

«Me ven en la calle los alumnos y los padres, y en las redes sociales y me dicen que qué joven me ven, que no he cambiado nada, que me recuerdan siempre, y eso me alegra mucho».

Después de jubilada Mirtha encuentra nuevas maneras de continuar siendo feliz. Aunque ya no ejerce el magisterio, siempre busca la manera de enseñar o de aprender. 


«Pasé la cátedra del adulto mayor, aprendí mucho de cómo enfrentar la vejez con el mejor ánimo posible. Cinco años aprendiendo, compartiendo con nuevas amistades. Organizábamos viajes a otras provincias, nos divertimos como si fuéramos de 20.

«Y ahora estoy en un círculo de abuelos de la ciudad de Las Tunas, soy la monitora, así que sigo enseñando, hacemos ejercicios y compartimos con personas de nuestra edad. Yo llevo una vida agradable, sin olvidar el magisterio. Y no le tengo miedo a la vejez».

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