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Que la formalidad no destruya las buenas ideas

Las Tunas.- A cuántos nos pasa que vamos a reuniones llenos de planteamientos y por la oficialidad de ellas, la impresión ante la presencia de algún jefe, y hasta la concepción de que nada se va a resolver, nos mantenemos callados y actuamos como simple escuchas de todo cuánto allí sucede.

A cualquiera puede haberle sucedido porque esta es una realidad muy común, y entonces se asumen las reuniones como baches en la rutina de la vida, compromiso que de no cumplirlo conllevaría a regaños o sanciones, o simple encuentros para llenar actas…  casi nunca como el medio para encontrar soluciones.

Hoy fui testigo de un encuentro diferente y confieso mi agrado y satisfacción con el mismo.

Un grupo de colegas estuvieron aglutinados en un salón de reuniones listos para recibir una visita nacional. Si hay algo agobiante es esperar por alguien, pero el encuentro lejos de ser angustioso se convirtió en la posibilidad de compartir historias de vida, conocerse más y expresar las carencias de la forma más natural y sencilla posible, sin tener el objetivo de encontrar una  solución.

Así de forma jaranera expusieron penurias e hicieron valedera la frase de que «el cubano es el único que goza y se ríe con sus desgracias».

Quienes se desempeñan en cargos de dirección propusieron soluciones de forma poco convencional, y se encontraron respuestas y comprensiones que estoy casi segura que en otro contexto no hubiese sucedido.

A veces somos demasiados formales; y esto no significa que las reuniones no sean importantes y no resuelvan problemas; sino que hay que buscar las vías para eliminar las brechas entre un emisor y un receptor, y crear un ambiente agradable en el que todos puedan expresarse libremente sin temor a ser juzgados por lo que se solicita o se piensa, aunque sea algo insignificante.

Hay quien opta por sentarse alrededor de un círculo para ganar en confianza y seguridad, y no me parece mal, otros quitan los micrófonos… Lo cierto es que todas las iniciativas que se tomen  para lograr un ambiente ameno, creativo, me parecen correctas y necesarias para resolver de una forma más dinámica los problemas.

Queda como misión socializar lo que pensamos. Nunca se puede creer que porque es una carencia de antaño, no tiene una solución en la actualidad, ni tampoco podemos suponer que otros saben de nuestro menester.

La vida va en evolución y el buscar las vías correctas para expresar lo que sentimos; pero sobretodo mantener el espíritu transformador, siempre será un paso de avance en la construcción de una sociedad más justa.

/ymp/

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