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Camilo, ¿solo sonrisa y sombrero?

Desde muy pequeña me he sentido atraída por la historia de mi país. Creo que el hecho de que mis padres sean profesores tuvo algo que ver con mi afinidad por esta asignatura; sin llegar a pensar que sea hereditario, claro.

Mas allá de encontrar las causas, lo cierto es que disfruto conocer lo que está detrás de un acontecimiento, lo que no se da en clases, los misterios que inundan más de 150 años de lucha independentista.

La figura de Camilo Cienfuegos siempre deja lagunas en mí, será que no me conformo con que en los medios de comunicación masiva se haga tanta alusión a su sonrisa y sombrero como si fuesen estas las características más importantes de su personalidad; o será porque considero que un hombre que desembarcó en el Yate Granma, con el que se contó para llevar la guerra hasta occidente, que hizo llorar a un pueblo entero cuando ocurrió desaparición física y que aún convida a miles de cubanos a lanzar flores al mar, no tiene los reconocimientos e investigaciones que amerita.

Lo digo con conocimiento de causa. Cuando en cuarto año de la carrera de periodismo quise hacer una investigación sobre los enigmas de su caída al mar, fueron muy pocos los materiales de estudio que encontré para contrastar fuentes y encontrar respuestas que no estuvieran mediadas por estigmas ideológicos.

Por eso recuerdo que en aquel entonces, dejé a un lado el cuestionable hecho de su desaparición y me centré en sacar a las luz algunos pasajes de su vida, contados por personas que lo conocieron y recogidos en el libro de Guillermo Cabrera Álvarez, Hablar de Camilo en el que expone en un inicio: «la generación que habrá de juzgar a los que trabajamos en ésta, sabrá situar al legendario comandante, en el lugar correspondiente». (1970). Ese es hoy mi objetivo.

El ocurrente Camilo

Cuando desde muy joven es fichado por los órganos represivos por ir en contra de la dictadura de Batista y tiene que emigrar a los Estados Unidos con sólo 21 años de edad, escribe cartas a su familia en cuyos fragmentos refleja su condición de jaranero (no podía dejar de compartir los fragmentos aunque sea esta una de sus características más conocidas): «Yo por el momento estoy de escopeta, bien, chévere, OK» o «El viaje en tren fue un tiro, tremendos asientos, muchas comodidades para comer y un escusao que da gusto verlo» u otra que me encantó «Good evening my dear family: Yo estoy very good and ustedes (…)Capito tue parla italiano (…) Gente, no se me pueden quejar, pues les escribo en 16 idiomas, en esta corrida me convierto en un delegado de la ONU».

 Su pensamiento

La tergiversación más recurrente que toman los adversarios de la Revolución Cubana con respecto al «enigma Camilo» es que no desapareció en el mar sino que la dirección de la Revolución lo mandó a matar porque no era comunista e iba en contra de las leyes que tomaba Fidel en un inicio del triunfo de la Revolución.

No encuentro un libro que esté dedicado específicamente a sus ideas políticas; sin embargo encuentro algunas anécdotas que sí resaltan su pensamiento.

En 1955 fue detenido y deportado a Cuba, incorporándose a las luchas estudiantiles, preso, torturado y fichado por los sicarios del régimen dictatorial. Por este motivo tiene que volver a abandonar el país y desde San Francisco escribe un 1ero de mayo de 1956 a Joe, su hermano del alma: «Gordo, si fueras a Cuba quedarías anonadado con las cosas que pasan; los ciudadanos ya, sin los más mínimos derechos; los atropellos, únicamente viéndolos se pueden creer. En lo que a mí se refiere, bien me conoces: estoy en todo cuando sea a favor de nuestra sufrida patria. En el tiempo que en ella estuve hice todo cuánto me fue posible»(…)«Empezaron los sucesos serios para la nación con los sucesos del Cerro, la golpeadura brutal que recibieron todos los estudiantes la vio todo el pueblo, fue tal la indignación popular que el pensar general era el de revolución, esa Revolución es la palabra de orden en Cuba, la juventud la pide a gritos REVOLUCIÓN, REVOLUCIÓN» y describe con heroísmo y orgullo cuando su padre lo ve herido y toma en sus manos el jakey manchado de sangre con que se había vendado provisionalmente la herida y exclama: «Es la sangre de mi hijo, pero es sangre para la Revolución» (1970, pp. 27, 28 y 29).

Es Camilo martiano, lo deduje en varias partes de sus escritos. Una muestra de ello es cuando el 28 de enero de 1956, en medio de una Cuba mancillada, va al Parque Central a rendirle tributo al Maestro: «Cuando me acerqué a la estatua del apóstol rindiéndole homenaje silente y pensando cómo estaba la tierra por la cual murió, se me acercaron dos policías moviendo amenazadoramente los palos…» (1970, p. 31).

Ve la esperanza de una patria más libre en Fidel cuando describe el día que él y tres amigos hacen varias medallas burlándose de Santiago Rey «asno campeón de la mentira y el cinismo» y expone: «Una se la mandamos a él, una se la entregamos a la FEU, la otra a Bohemia, y la otra a Fidel Castro (…) A Fidel, porque Fidel es la esperanza de la libertad para el pueblo cubano». (1970, p. 35).

Y en otra carta fechada 13 de septiembre de 1956 expone: «A mi modo de ver las cosas, hay un solo camino digno de terminar la situación actual, y con sus responsables seguir la causa de Fidel (…) Fidel afirmó que este año seremos libres o él morirá. Yo desde hace rato estoy con él, me lo había jurado y lo cumpliré» (1970, p. 37).

Y muchos se preguntan aún por qué Camilo es el último en incorporarse a la expedición del Granma, ¿qué fuerzas lo movieron?, ¿sería un espía? Hay quien tienen la imaginación tan grande que exponen que Camilo no está muerto, era amigo de Hubert Matos, y cómo tal, vive en Miami.

Benditos los que pueden dudar de todo lo que les ocurre y no confían en los hombres. Benditos porque serán menos engañados y defraudados por los cobardes; sin embargo, ante la luz de un revolucionario puro, al cuál es casi imposible manchar, serán lastimados. A ellos dedico estas palabras:

«Cuando estuve en Miami hice contacto con un muchacho allegado al M.R, 26 de Julio, he mandado a buscar la dirección del otro (…) le escribiré para hacer contacto con el Movimiento. Mi único deseo, mi única ambición es ir a Cuba a estar en las primeras líneas cuando se combata por el rescate de la libertad y de la hombría. Es imposible para mí permanecer alejado de los problemas. Cuba en estas horas negras necesita de cada ciudadano, de cada hombre; su mayor esfuerzo; el mío fue, es y será pequeño pero íntegro para ella». (1970, p. 34).

No en vano Comandante.

En el diario de Osvaldo Herrera se recogen algunas características de cómo era Camilo como capitán de su pelotón. El Camilo estratega, pensador, orador, organizador y guía, que logró, sin ninguna preparación militar, cumplir a cabalidad cada una de las órdenes asignadas. El Camilo del que tan poco se conoce en la historia de Cuba y que tantos corazones robó en su corta trayectoria militar.

El 18 de abril de 1958, es ascendido a comandante y en el diario, Herrera recoge: «¡Nuestro querido capitán Camilo Cienfuegos ha sido ascendido a comandante! Todos los que hemos estado bajo sus órdenes sabemos que se lo ha ganado. A la vez que es recto oficial para mantener la disciplina, es afable y cordial compañero de todos los hombres. Posee un valor y arrojo que se infiltra en todos sus hombres. Por ello ha llevado a su pelotón a ser uno de los primeros en esta santa cruzada de la libertad, que es la Revolución Cubana. El principio «libertad o muerte» está muy arraigado en él». (1970, p. 94).

Y en respuesta al ascenso el 24 de abril de 1958 Camilo escribe una carta a Fidel en la que plantea:

«Al recibir tan alto honor y responsabilidad he jurado cumplir a cabalidad dicho cargo, y trabajar hasta el límite de mis fuerzas por acelerar el triunfo de la Revolución, gracias por darme la oportunidad de servir más, a esta dignísima causa por la cuál siempre estaré dispuesto a dar la vida, gracias por darme la oportunidad de ser más útil a nuestra sufrida Patria.

Más fácil me será dejar de respirar que dejar de ser fiel a su confianza». (1970, p.105).

… y conquistó a un pueblo

Estando en la Sierra le asignan la difícil tarea de atravesar todo el país hasta llegar a Pinar del Río, tarea que luego cambia y debe llegar sólo hasta Yagüajay, y luego a La Habana. Mucho debía de confiarse en sus dotes de estratega y político cuando Fidel le asigna tal misión, dotes que ahora quedan a veces silenciados. Y en cada pueblo que liberaba, con su oratoria dócil y afable, conquistaba el corazón de la gente.

Antonio Sánchez Díaz expone en su diario que antes de salir, entre los 60 y tantos hombres escogidos se hablaba de «la gran fe en Fidel y en sus planes, y de la inmensa gloria de llevar al frente de nuestra columna a uno de los mejores jefes que tenía la revolución, Camilo». (1970, p. 126)

Antes de partir a occidente Camilo reunió a sus hombres y leyó las instrucciones dadas por Fidel:

La voz de Camilo se escuchó con tanta fuerza como nunca antes; sus palabras, de gran contenido y patriotismo, nos conmovieron porque sabíamos de su alta moral y habilidad como guerrero, de que era incansable y capaz de realizar todo aquello que se le encomendara y mucho más (…) De las palabras pronunciadas aquel día sólo recuerdo el principio. Decía: «Compañeros, se nos ha encomendado la difícil pero honrosa labor de llevar la guerra hacia occidente. Recordemos todos que esta columna llevará el nombre de Antonio Maceo, y que esta tarea ya fue realizada por el Titán de Bronce. Así que es nuestra obligación cumplir con este deber. Podremos caer muchos en el camino, lo que sí no podemos es dejar de cumplir nuestra misión. Y si uno sólo queda con vida, la cumplirá por todos nosotros». (1970, p. 127).

Sánchez Díaz expone además que daba gusto ir de pueblo en pueblo perteneciendo a la columna de Camilo porque la gente que creía en la Revolución los miraba a todos como si fuesen muchos Camilos. «Y Camilo, en tanto dejaba en todos cariño, respeto y admiración. Camilo nunca regañaba, pero aconsejaba. No castigaba, pero comprometía». (1970, p. 129).

¿Comunista?

Hay una anécdota relatada por Roberto Sánchez Bartelemy, que se encuentra entre los documentos que nos da a leer Guillermo Cabrera que, por ser una de las pocas que he encontrado que haga alusión a este tema, la expongo a continuación textualmente.

Recuerdo que una vez un compañero le preguntó que eran los comunistas.

-¿Qué tú eras antes de alzarte?- le preguntó él cómo respuesta.

-Ordeñador- respondió el compañero

-¿Qué te han dicho de los comunistas?

-Que son malos…

-¿Y si tú ves a un comunista peleando junto a nosotros, para qué piensas que pelea?

-Para el bien del pueblo.

-¡Ah, entonces no son tan malos cómo te dicen!” (1970, p.65)

Una vez en La Habana

Ya en La Habana, luego de su excelente labor como revolucionario y cubano, improvisa un discurso para el pueblo en el que expone precisamente esta esencia que podemos deducir de su pensamiento cuando dice:

Todos los hombres que componemos las filas del movimiento 26 de Julio, y, los hombres aquí presentes, que limpios de la sangre derramada por el tirano, fundiremos dos ejércitos en un solo ejército que defenderá de verdad los intereses patrios, el ejército que respaldará los derechos y la democracia de esta nación, la nación de todos.

Es el momento emocionante para nosotros y a todos ustedes estamos agradecidos por la actitud que han asumido a la llegada de las tropas revolucionarias a La Habana. Una demostración de que los cubanos nos uniremos en el abrazo que nos unirá definitivamente, para el logro de las conquistas que todo el pueblo de Cuba merece.

A ustedes dignos oficiales, a ustedes clases, y soldados, que, mal guiados como dijo el coronel Barquín, defendieron una mala causa, hacia ustedes no guardamos rencor, al contrario, con ustedes queremos unir en un abrazo que consolidará en dos ejércitos y nos guiará unidos hacia la victoria definitiva, que es la única victoria que debemos anhelar: la paz y la tranquilidad del pueblo de Cuba. (1970, p. 167)

Al mes y medio del triunfo de la Revolución, Viera Trejo le hace una entrevista a Camilo en la cual le pregunta hasta cuándo va a ser fidelista y responde:

(…) Nosotros no practicamos el caudillismo y que nuestro candidato es un programa. El cubano fue la montaña a conquistar, limpia y sin mácula, una Cuba Libre. Cada cubano se siente orgulloso de esta juventud y puede mirar libremente a nuestro cielo que ahora se me antoja más azul (…) Los ideales de liberación, la justicia social, política y económica por las cuales murió nuestro Apóstol, son las razones de nuestra lucha. Es demasiado pronto para esgrimir nombres; mi aspiración es un programa con una ambición: lograr que se cumpla ese programa.
Es necesario acabar con los gritos de ¡viva! a los líderes de la revolución. Hay que dar un solo grito: ¡Viva Cuba! 
(1970, p.172).

Y el discurso que da Camilo, el 21 de octubre de 1959, en Camagüey, días antes de salir en el avión que lo separó para siempre de su pueblo, expone: «¿Es que los hombres seguimos aquí a un grupo determinado, o es que el Ejército Rebelde sigue aquí la causa justa, la causa honrada, la causa de la Revolución Cubana?»

Y murió Camilo, y como si supiese que iba a morir nos grita sus últimas ideas para que los curiosos y pocos conformistas, como yo, nos dediquemos a investigar y a sumergirnos en el pensamiento político de un hijo de nuestra patria: «A ella nos debemos, y por ella moriremos cuando el momento lo reclame».

Bibliografía consultada

  1. Cabrera, G. (1970) Hablar de Camilo. La Habana. Instituto del libro.
  2. Ramonet, I. (2006) Cien Horas con Fidel. La Habana: Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado.

/mdn/

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