
La solidaridad, premisa del pueblo cubano. / Foto Internet.
Las Tunas-. Hace un tiempo, compartiendo con un buen amigo boliviano que ya pasaba de los seis años en Cuba, me dijo: “en tu país he aprendido que solidaridad no es dar un poco de lo que te sobra, sino compartir todo lo que tienes”.
Y esa es, a todas luces, una máxima de Cuba con la que tropieza todo el que llega a este país de cualquier lugar y que a nosotros, de tan manoseada, en no pocas ocasiones, se nos va de la mano.
Ser solidario es, en este país, premisa que se aprende compartiendo las crayolas del Círculo Infantil, jugando en grupos con una sola pelota y hasta dando la mitad de lo básico a las personas que amas.
Y no creo que sea un fenómeno solo de no tener o de lo que se aprende en la escuela; pienso que es parte de un concepto mayor que nos alcanza irremediablemente y llega a ser determinante en la concreción de lo que somos porque está, aunque no nos demos cuenta.
Por supuesto que en medio de la crisis de valores que en todo el archipiélago ha llegado de la mano de los nuevos tiempos y las lacerantes carencias económicas, también el hecho de compartir, para algunos, se ha vuelto menos constante.
Sin embargo, es verdad cubana que no pasa desapercibida por el que llega un día a esta tierra. Somos solidarios porque hemos dado mucho por el mundo y seguimos entregando más.
Es realidad latente que está en la cola de la guagua y en el paso apurado a las escuelas.
Mantenerlo como parte del futuro de nuestros hijos depende del ejemplo cotidiano que viene del hacer. También eso lo aprendimos de José Martí: “con todos y por el bien de todos”.