Las Tunas-. Era la media mañana del 10 de octubre de 1868 en el próspero ingenio La Demajagua, cerca de Manzanillo y unos 500 hombres, reunidos allí, juraron luchar por la libertad o morir en el intento después de que Carlos Manuel de Céspedes, hacendado, político, poeta, narrador, deportista, teatrista, cubano, decidiera darles la libertad y alzarse en armas.
La historia recoge cómo las cosas se precipitaron entonces; los sucesos estaban previstos de manera simultánea para acontecer el día 14 de octubre de ese mismo año pero el espionaje español detectó la conspiración y desde La Habana, llegó la orden de que detuvieran a los principales implicados.
Un patriota interceptó el mensaje y se lo comunicó a Perucho Figueredo, este avisó a Céspedes y a los demás comprometidos. La historia comenzó a tejerse, entonces, cuatro días antes.
Según cuenta la Historia, en ese lugar, ese día, durante el llamado Grito de Yara se escuchó, por primera vez: Independencia o muerte.
La intransigencia revolucionaria proclamada en el ingenio La Demajagua se propagó por toda la Isla y las llamas de aquella fecha que marcó el inicio de una primera guerra que duraría toda una década, todavía nos alcanzan.
Diez de octubre, inicio de las luchas insurrecciónales cubanas, fecha también para recordar los encendidos versos de José Martí: ¡al fin con entereza Rompe Cuba el dogal que la oprimía Y altiva y libre yergue su cabeza!