Las Tunas-. Esta mañana, camino al Círculo Infantil con mi hija, escuché a dos jóvenes conversando en la esquina muy animados, hablaban de la fiesta de anoche y de cómo hoy, “ojalá no llueva mucho – decían- para poder ir al cumpleaños de Fidel en la calle Maceo”.
Sonreí casi inconscientemente. Y es que los cubanos somos así, “festejamos” el cumpleaños de Fidel muy de cerquita y lo decimos con simpleza, porque él es un poco de todos, no lleva apellidos cuando lo mencionamos en nuestras conversaciones familiares y todos creemos saber, casi con certeza, qué le gusta hacer y qué piensa de las cosas.
Sufrimos por Fidel cuando murió Chávez porque perdió a un amigo cercano y no tiene edad ya para esos dolores del alma, nos alegramos con las buenas noticias que le harían sonreír y estamos pendientes de las imágenes suyas más actuales para luego comentar en todos los sitios posibles que “está entero” o se le “vio más cansado”.
Usted a Fidel Castro puede amarlo, respetarlo o no, pero difícilmente pueda usted obviarlo cuando se transita por los rincones de este país; la Historia lo demuestra porque su entrega lo ha ganado: ha estado con la gente en lo más duro, lo más sensato y lo trascendental, con igual entereza.
Se le quiere también por sencillo, profundo y visionario, por eso le pensamos hoy de manera especial.
Y es que, aunque ha llovido mucho desde que naciera en Birán y los haitianos del batey le bañaran con hojas de yagruma y de verbena para los buenos augurios le sabemos joven, terco, tiernecito y le deseamos 88 cumpleaños más al Hombre que, al decir de Raúl Roa: “siente la hierba crecer y ve lo que está pasando al doblar de la esquina”.